Si no fuera por las tragedias que
lleva aparejada la cuestión, tragedias personales, familiares y de gente que
aprecia y quiere a los encausados en el llamado juicio al Procés, sería, una
vez leído los escritos de acusación y las peticiones de prisión para cada uno
de ellos, para revolcarse de risa. Pero no tiene gracia alguna. Es trágico, es
indigesto, que en un país que se dice democrático y todo eso, a alguien se le
pueda acusar, como en el caso de los Jordis, por gritar el “no pasaran” porque,
según la fiscalía, era un cántico republicano. O sea: ¿los señores de la
fiscalía ven un delito de rebelión tumultuaria cantar el no pasaran, porque eso
es un grito republicano? Podemos darle la vuelta como a una tortilla, pero
seguirá siendo una tortilla. Es lo que tiene el odio: que es ciego y no atiende
a razones. El diario berlinés Berliner
Tageszeitung no tiene los pelos en la lengua que tienen muchos por
aquí, y señala: "Es justicia como en
tiempos de la dictadura de Franco: ¿25 años de prisión para Junqueras?";
para uno, que ya lleva tiempo advirtiendo de por donde iban a ir los derroteros
actuales, no es ninguna sorpresa sino la consecuencia lógica de estar la
fiscalía llena de esa gente derechona y fascistoide, que forman la secta de lo
más retrasado y amoral de las instituciones españolas, como es en este caso la
institución judicial. No tienen mucho sentido que me pase el post criticando a
quienes no me han sorprendido lo más mínimo, porque precisamente una de las
características de esa derecha fascista española, si algo es, es que es muy
previsible.
Nada ha cambiado porque no están
dispuestos a rectificar ni desde la fiscalía, en la que la fiscal general
nombrada por el gobierno pinta menos que nada, ni desde los magistrados del TS,
elegidos para esta causa en su mayoría de talante conservador, ideológicamente
descendientes de la momia del Valle de los Caídos. Ya hicieron trampas para que
le tocara el sumario a Llarena, cuando era el último de la lista de posibles, y
desde entonces se han ceñido al relato del juez guionista fantasioso, que
necesitaba calzar, como fuera, la realidad de los hechos con lo que puede
tipificar el código penal como delito. Porque aquello que no contempla la
constitución no lo convierte en inconstitucional, por la misma ley por la que
aquello que no está tipificado en el código penal, no es necesariamente ilegal,
entre otras cosas porque a la hora de juzgarte se encontrarían con que no
tienen un artículo que poder aplicarte. La convocatoria de referéndum está
despenalizada en España desde el gobierno de Zapatero; por consiguiente, todas
las acusaciones que se basen en esa convocatoria no tienen encaje y debe
construirse un relato ficticio que lo haga punible: la violencia. Una violencia
que, como todo el orbe pudo comprobar con sus ojos, excepto los ojos de los
miembros de la guardia civil que escribió el atestado provenían de las fuerzas de
seguridad del estado, que arremetieron violentamente contra la gente que se
negaba a obedecer en actitud pasiva. Y como Catalunya no tiene un ejército que
colaborase en la rebelión y lo convirtiera en golpe de estado, había que acusar
a los Mossos como institución armada al servicio de los sediciosos, cuya
actuación fue puesta en cuestión porque, simple y llanamente, se negaban a
pegar a la gente.
Lo siento por aquellos españoles y
españolas que conozco, que aprecio y que valoro, pero vais a pagar un precio
muy caro por aquel “a por ellos” de aquellos adoctrinados en el odio hacia
Catalunya y lo catalán. No veo a vuestros representantes políticos capacitados
para recuperar lo perdido en Catalunya, sino todo lo contrario: están
dispuestos a seguir horadando las distancias, siguen en su loca y desenfrenada
carrera hacia la pérdida total, por obtener un puñado de votos en Majadahonda,
en Murcia o en León, que les acerque al poder, única finalidad que contemplan
esos falsarios. ¿O es que realmente creéis que los españoles les importáis? Les
importáis, sí; por supuesto que les importáis: en la forma y medida en que sois
votos. Votos que les garanticen que sigue la fiesta, para ellos, y el
sacrificio, para vosotros y vuestras vidas. Votos que perpetúen este sistema
político podrido desde sus cimientos, una herencia fascista disfrazada de
democracia que, como reza el dicho, es la forma de dictadura perfecta. Uno de
los aspectos positivos que tiene todo este asunto de la independencia catalana,
no obstante, es que la banda de fascistas que capitanea el monarca ha cometido
errores de bulto, catedralicios, mayestáticos, que toda la opinión publica
internacional ha podido ver con sus propios ojos, y que hacen que se estén
cuestionando, ahora mismo, la calidad de esta llamada España democrática. El
sistema judicial español no solo ha mostrado sus vergüenzas en Europa, sino que
va a poder ser escudriñado y analizado con lupa en los próximos meses. Y no.
España no va a salir precisamente muy bien parada. Todo esto, como digo desde
hace prácticamente un año, acabará sustanciándose en una sentencia del TEDH de
Estrasburgo dentro de unos años; pero para entonces lo perdido ya será, sea
como sea, irrecuperable, porque hay mucha gente en Catalunya que, ahora mismo,
emocional y afectivamente, se han separado de España y el número de éstos no
hace más que crecer. De echo hasta yo, que mira que me encanta el castellano,
me estoy planteando seriamente dejar de escribir en ese idioma y hacerlo en
catalán o en inglés en otros foros. Y repito: me encanta el castellano y lo
considero un idioma bellísimo; pero hay vida más allá de él, amén de que hoy en
día la tecnología nos permite leer en nuestro idioma cualquier otro con solo
copiar y pegar, por ejemplo.
Si hubiesen accedido a que se
celebrara el referéndum, tengo la convicción de que por aquel entonces habría
ganado el no, y sobrado. Pero no. Aquí no sabemos de democracia, solo sabemos
de cojones. Si no nos dan a los catalanes la voz y el voto para decidir por
nosotros lo que queremos ¿qué creéis que os van a dar a vosotros?; ¿qué os han
dado hasta ahora, si no hacen más que quitaros, robaros, recortaros y
empobreceros? Ahí tenéis a aquel otro, proclamando que ni siquiera os merecéis
un salario mínimo de 900 euros porque eso hundirá a España en mil calamidades;
pero no dicen ni mu de los miles de millones perdidos cada año, durante los
últimos 40, a causa de la corrupción a gran escala que han estado practicando y
no piensan dejar de perpetrar. Por eso, lo inconcebible para esos rateros de
marca mayor que tanto defienden la monarquía y la unidad, es que haya un
trocito del pastel que quiera tener vida propia y separarse de la tarta, que
creían única y exclusivamente para ellos: toda esa caterva de rateros fascistas
que demuestran una infelicidad preocupante a cada segundo que destilan ese
atávico odio hacia el que difiere, discrepa y no les sigue la corriente. Yo soy
republicano. ¿Acaso me lo tengo que callar, lo tengo que ocultar, no puedo
querer una república? Pues al que no le guste, ajo y agua porque es lo que hay.
¿No soñabais con la democracia? Seguid soñándola y ya si eso, cuando la
encontréis, me dais un toque.
A más ver
Muy bueno José, como siempre una descripcción perfecta para toda esta banda de sinvergůenzas constitucionalitas de pacotilla.
ResponderEliminarMuy bueno José, como siempre una descripcción perfecta para toda esta banda de sinvergůenzas constitucionalitas de pacotilla.
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