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jueves, 21 de diciembre de 2017

DIMENSIONES



Me pasa pocas veces pero, cuando pasa, es una tortura. Sentarme, abrir el Word, ver el primer folio en blanco y tener la percepción de que estas tan en blanco, como el folio. O seco. O abúlico. Es el resultante de darle tantas y tantas vueltas a lo mismo, del derecho y del revés, y no verle salida al asunto. Al menos una salida que no sea traumática, que de estas sí que hay; y aunque todos dicen no quererla nadie, algunos han dejado traslucir su prurito de dictadorzuelo de salón y se han sentido muy a gusto en su nuevo papel de plenipotenciario del sacrosanto e indivisible estado español. El relato independentista sería tan mágico como idílico si no se hubiesen dado ese tiro en el pie en el Parlament que los colocó por un fugaz momento fuera de órbita. Y aun y comprendiendo la tesis puigdemoniana de haberse visto arrinconados, empujados a hacerlo para mantener la viabilidad del proyecto independentista, eso no ha evitado sus consecuencias a través del uso, descaradamente fraudulento, que ha hecho el gobierno del sistema judicial, para “liquidar” el independentismo y dejar a sus líderes fuera de circulación, y afrontando peticiones de condenas de 30 años de prisión, como perspectiva futura para estos. Una ruina, en toda regla, a nivel personal que es fruto, como presumía la Chuky a los postres, entre los suyos, por obra y gracia de eme punto…perdón: Rajoy y su maquiavelismo político barriobajero.  

Pero si el tema de los presos políticos acabará un día sustanciándose en una sentencia definitiva de los tribunales internacionales, como no puede ser de otro modo evidentemente, lo que no tiene visos de solucionarse es lo que han estado haciendo, siguen haciendo y continúan queriendo seguir en la misma línea in eternum, tanto PP como PSOE con España y sus muy y muchos españoles: mintiéndoles, robándoles, volviéndoles a robar y mentir, inventarse enemigos patrios y de la democracia, cometer crímenes de estado con toda impunidad, beneficiar a sus amigotes y no  faltar a las corridas de toros. Solo puede ser un iluso o un conchabado con el sistema el que afirme que aquí hay separación de poderes, no porque a veces el subconsciente de la gente le juegue malas pasadas y de vez en cuando les veamos el plumero; sino porque ese de vez en cuando es práctica diaria para quien quiera verlo; que no para el ciego que no quiera ver, obviamente. Para que la corrupción tenga realmente efectos y visos de legalidad, el corrupto debe contar con cierta anuencia de la judicatura; y esta es se ha manifestado harto evidente y profusamente al servicio del gobierno más corrupto de Europa. ¿O cuantas veces desde el gobierno se han avanzado lo que han sido a la postre resoluciones, diligencias y/o sentencias judiciales? Cuantas más veces se proclame desde los altavoces mediáticos y adoctrinadores al servicio del gobierno, que disfrutamos de un estado de derecho, más en duda está de que esa cosa sea real, siquiera por el viejo dicho del dime de qué presumes y te diré de qué careces; con el agravante de que, quien lo dice, se ha saltado, por arriba, por abajo, del derecho, del revés, a la comba y a la pata coja, el marco de la ley.

La realidad catalana solo es un síntoma de la grave enfermedad que padece la decadente sociedad española. Que, por ejemplo, tengamos un impuesto por el uso del sol, nos coloca como pertenecientes a una tribu que vive en otra dimensión ajena al mundo que nos rodea y que camina en otra dirección, los que precisamente disfrutamos de mas horas de sol por nuestra privilegiada situación geográfica. Esta es la práctica habitual de este gobierno podrido: hacer uso y beneficio de todo cuanto se le antoje, como se le antoje y decirnos, hoy, que es porque no llueve; y mañana porque llueve y hay que compensar a las eólicas y demás, pobrecitas ellas. ¿Qué clase de demócrata puede aceptar que la empresa encargada de un recuento electoral, sea una empresa implicada en un caso de corrupción que afecta, directamente, al gobierno que la contrata, acusada de posible financiación ilegal al partido del gobierno, y acusada en otros puntos del planeta por fraudes electorales? Con esos antecedentes ¿Por qué contrata este gobierno a esa empresa? ¿Por qué solo es presunta? ¿Y nosotros qué somos, solo presuntos listos o tontos confirmados como cum laude?
                                                                         

He salido esta mañana temprano para votar, y a las 9.15 ya había una cola que me hizo volverme para atrás. Me tocara votar a la tarde. Es normal: muchos han pensado votar antes de ir a trabajar y, por eso, la afluencia a primera hora se ha disparado probablemente por encima de lo normal, como la presencia policial, otro tanto de lo mismo. Sea cual sea el resultado quien se crea que el otro bando está liquidado, que le gusta mucho a la Chuky el término, no puede ser más iluso o más estúpido. Los planes de los constitucionalistas son evidentes: españolear, todo lo rollo Luís Lucena posible, con toda su caspa y sus telarañas; pero psicodélicas y más propias del siglo XXI en una suerte de continuación de la gran tragicomedia española de toda la vida. Cada 50 años había que bombardear Barcelona, que dijo el Espartero. Y en ello estamos, aun que a lomos de otra época, con bombardeos distintos que no por ello menos destructores porque, la finalidad, sigue siendo lo que ha sido en todo momento: el sometimiento. Y los planes de quien deben ser los ganadores de las elecciones en condiciones “normales”, los republicanos de Oriol, parecen decantarse más por hacer república política; esto es: actuar políticamente como una república pero sin pronunciamiento oficial. Veremos si lo primero se cumple y como se pretende implementar lo segundo, porque lo segundo y como no puede ser de otro modo, pasa por unas políticas sociales efectivas, protección del bien común, etc. Lo que me preocupa a estas horas no es otra cosa que el maldito recuento en manos de esa gente de Indra. Más concretamente el programa que implementa el sistema d’Hondt, a través del cual pueden alterar el resultado. No hacen falta hacker rusos: el gobierno tiene los suyos a sueldo. Indra: esa empresa privada que tiene como presidente al heredero de aquel ministro de economía de Adolfo Suárez, Abril Martorell, Fernando los dos que de lo que se come se cría, parece, preside Indra después de pasar sus cuitas económicas como consejero delegado de Credit-Suisse, Telefónica y el Grupo Prisa. Fue elegido como presidente en enero del 2015 a iniciativa, lo que ha sido recomendación de toda la vida, de la SEPI. Y tú dirás: ¿Y eso qué es, la sociedad española puteada indefinidamente? No hombre, no: Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, organismo dependiente, vaya usted por dios, del Ministerio de Economía y Hacienda. Si todo queda en casa, mejor que mejor. No en vano la SEPI es la accionista mayoritaria, con el 21,1% de participación sobre Indra. Como gobiernas creyéndote que eres el Estado, la formula más eficaz de controlar los resultados y pasar olímpicamente de la convocatoria de concursos públicos para adjudicar los recuentos, es tener tu propia empresa que ofrezca un presupuesto inasumible para las otras empresas. Tan simple, tan legal, tan elegante como corrupto, porque es una puerta abierta a la corrupción y el fraude electoral de quienes viven pensando que, por salvar sus culos, o lo que ellos llaman defender España ante un micro, lo que sea. Podemos lo sufrió en sus carnes en las últimas generales, que aun andan buscando el millón volatilizado mágicamente destrozando todas las encuestas. Y hoy ya veremos que sorpresa nos deparan los kínder sorpresa de los de la Chuky con los de la Cuky (la Arrimadas). La Chuky y la Cuky…no, si cuando yo digo que hay días que estoy mejor acostado y durmiendo…nos vemos en la siguiente dimensión.
                                                                                   

A más ver 

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