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domingo, 31 de diciembre de 2017

FELIZ ANO NUEVO...SERA AÑO ¿NO? 2.016!




Peaso año que vivimos er 2.017, quillo. A ver: ya sé que va por barrios y que cada piel es única no por la piel en sí, sino por lo que habita dentro de ella: entes únicos e irrepetibles. Bueno, tampoco te me pongas ahora metafísico, que no toca. Para uno, qué duda cabe, tómale las medidas a ver si cabe, calla, gilipollas, este 2.017 lo marcaría en rojo en mi calendario de los años vividos, sin duda alguna, no solo por los acontecimientos que todos tenemos en mente sobre lo acontecido en Catalunya, que también, sino y sobre todo en lo personal. Año para recordar por el caudal de experiencias que, se supone, deben habernos enseñado infinidad de cosas; no solo sobre la fauna que nos rodea, con sus cosas y casos mejores y/o peores, sino sobre todo sobre nosotros mismos. Y no es que uno se sorprenda ni poco ni mucho de la clase de individuos que configuran la elite política de este país, seres absolutamente amorales, sin más ética que la de salvar sus culos mientras se llenan los bolsillos, genuino compendio de los diversos grados o niveles de psicopatía alcanzados por esa casta aborrecible, que ha llevado a este país a estos niveles de miseria, de empobrecimiento de las clases medianas y de enfrentamiento. Pero, como diría aquel, al cabrón más o menos lo ves venir y ya sabes cómo reaccionar; el peligroso es el idiota. No el idiota rollo Lev Nikoláievich Myshkin, de Dostoievski, un personaje creado por el escritor ruso que era un amor; sino el idiota que se refocila en su idiotez presumiendo de su estúpida ignorancia desde el momento en que abre la boca, sin ni saber y ni siquiera pensar en lo que dice. 
                                                                             
 Y a este rupestre del verbo le siguen una legión de fieles adoradores de la estulticia, sin más oficio ni beneficio que la pretensión de vivir bajo el abrigo y la pertenencia de esa anomalía denominada España. Y son peligrosos en la medida en que sus votos valen exactamente igual que el de las gentes más doctas e instruidas; aunque evidentemente estas son menos susceptibles de ser manipuladas, inducidas, engañadas con falsas proclamas patrioteras de mercadillo de quita y pon, de todos aquellos que deben ser como reptiles de tantas pieles como dicen dejarse, siempre en aras de la felicidad de todos los españoles. Solo es entendible que la cuarta potencia económica europea soporte estos niveles de desempleo, esta bolsa de pobreza, de explotación y esclavismo laboral, de malnutrición infantil, de injerencias descaradas en la judicatura, de ataques a la libertad de expresión, de represión y persecución política, etc. desde la indolencia de las masas, desde su abotargamiento, usado para inducirlas con toda suerte de insensateces por quienes controlan los medios y se dedican al “noble arte” de crear opiniones. Porque si le preguntásemos, por ejemplo, a ese tal Marhuenda si le parece colaborar con la justicia formatear 35 veces un disco duro y rallarlo o liarse a martillazos con él, nos hablara de los campos de concentración de Stalin, los Gulags y de los muchos cientos de miles de millones y trillones de muertos del comunismo, al que nos quiere llevar Podemos. Y a este otro idiota no le faltan idiotas que le compren la salida por la tangente y se envuelvan, cómo no, de rojigualda porque estos, al contrario que los independentistas catalanes por ejemplo, no son nacionalistas. Lo repito por si la cafeína aun no te ha surtido efecto: envueltos en la rojigualda claman contra el nacionalismo catalán desde su NO nacionalismo español. De museo de arte moderno, chiquillo.  
                                                                               


Y como es el último post del año no quiero dejaros un mal sabor de boca, así que si tuviera que elegir un sonido que definiera, para mí, lo más transcendental del año, sin duda es el sonido del “A por ellos”, jaleado desde la España profunda, repetido por el primitivo Albiol en campaña y vuelto a repetir, ayer mismo, en las islas Baleares, debido a que durante el transcurso de una manifestación a favor de la libertad de los presos políticos, se congregó otra de españolistas que volvieron a repetir el cantico que, para mí, mejor simboliza el crack, la ruptura definitiva. Porque a esos españolistas hay que dejarles bien claro que es posible que España haya conservado, a la fuerza y de momento, Catalunya; pero ha perdido irremediablemente a más de dos millones de catalanes, esos que algún que otro “demócrata” pretende “desinfectar” y que no, no se van a ir ni con agua caliente, como se dice vulgarmente, como no se van a callar ni debajo del agua, como diría mi abuela. La catalanofobia es un hecho, una triste realidad fomentada, alentada y alimentada desde los medios de comunicación de la caverna mediática carpetovetónica que, por ejemplo, pusieron el grito en el cielo porque el Mayor de los Mossos, Trapero, contestaba a las preguntas en catalán cuando le preguntaban en catalán; llegando a considerarlo un insulto para los medios españolistas que no lo entendían; esos mismos medios que, ante Feijóo, por ejemplo, que responde en galego la mayoría de veces, aunque le pegunten en castellano, no se quejan ni se sienten ofendidos ni ninguneados ante el dirigente del PP gallego. Hay una voluntad del percebe pontevedrés de, todo lo que no pueda controlar a su gusto políticamente de Catalunya, judicializarlo y/o criminalizarlo, mientras se lleva a cabo en estos momentos otra campaña de recogida de firmas por toda España contra Catalunya y su sistema de educación, como si ahora un señor de Chinchilla pudiera decidir sobre el sistema educativo en Catalunya, por la misma ley por la que yo puedo decidir, desde aquí, Catalunya, sobre el sistema educativo en Murcia, en Toledo o en Badajoz; a ver cuando me preguntan también a mi sobre esos sistemas educativos patrios.

Pero bueno; superado ya este 2.017, vamos a por otro. Se diga lo que se diga para mí ha sido un buen año: conservo a los míos en perfecto estado, conservo mi trabajo y una salud aceptable a tenor de las circunstancias, he ganado amigos y si alguno falta es porque debió cumplir su etapa como tal; me ha cargado las pilas a nivel político-ideológico, disfrutando por unos segundos de la república más breve de la historia y que, espero, sea la antesala de la que tiene que llegar, para quedarse, más tarde o más temprano. Y como no os puedo desear que se cumplan todos vuestros sueños y deseos, porque evidentemente muchos son contradictorios entre sí, sí que os deseo a todos un buen año, con equilibrio, palabreja que hay que intentar practicar más a menudo a todos los niveles, salud física, mental y amor. El resto nunca debería ser tan transcendente y recordad que, el hombre que no llora, no es hombre. Nos lo contaron al revés, como tantas y tantas cosas…

Bon any, salut y força al ca…cállate, desgenerao, sátrapa, cuñao…hostia, lo que madicho: ¿cuñao, yo? Eso sí que no. Que no. Que no porque te pongas gallumbos rojos vas a triunfar esta noche, pero si no los llevas quizá puedas perder lo que creías poder tener 😉 La vida, si hijo sí, es muy complicada. Yo que tú me los ponía; nunca se sabe… porque ya sabemos que no; pero… ¿y si sí?
                                                                          


Feliz 2.016! más Rajoy no, pol favó…2.018!!! <(*-*)>


A más ver

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