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martes, 22 de enero de 2019

LA ESPAÑA EN BLANCO Y NEGRO




Disculpad mi retraso en la entrega de este post, pero es que soy vístima de acoso sibersesuá por parte de una afroamericana del cuerpo de Marines de los USA, una peazo elemento de 190 cm de altura y paro de contar medidas, que me mareo. Me entretiene la criaturita con…mejor vamos a dejarlo estar, que aluego pasa lo que pasa: envidiosos. Que aquí en este país hay mucha endivia … no, perdón, (nene, las endivias con roquefort es para paladares finos…), quisir adivine…no, tampoco, jolines (pronúnciese jolines con voz de falsete, y algo pijotera) …esto…envidia. Yo tengo endivias para cenar…otra vez, no. Tengo envidia, ahora en serio, de quien ha sintetizado en una palabra muy conocida, de una cosa muy chunga, mala de verdad, eso del trifachito que dicen en Andalucía: el PVC. ¿Quién no sabe lo que es el PVC y lo malo que es eso para la salud?: ¡es plástico! Pues eso mismo: PVC vendrían a ser PP, Vox y C´$. Para que luego se diga que en España no hay arte. Y tranquilos, milenials, que esta ola de frío es lo que los antiguos conocemos como invierno. Es que lo tenía que decir porque ciertos titulares pueden dar lugar a engaño, como aquel de la refundación del PP, que más que refundación, es una reasociación para delinquir como antaño. Esto ya de por sí es grave; pero aún lo es más si consideramos que, para volver a gozar de las prebendas y momios del poder, vuelven a mentir porque el embuste es el eje troncal del discurso de los partidos del régimen del 78, presentando a todos los españoles un proyecto político basado en su esencia en el enfrentamiento con Catalunya, en la represión, la falsedad y la continua provocación que tiene como derivada la radicalización del conflicto que, en esa línea, no va a solucionar nada sino a agravar el problema. Y es que la represión la llevan en los genes, acostumbrados como están después de 80 años de fascismo en España, las únicas negociaciones que les priva a esta gentuza son las que puedan procurarles pingues beneficios económicos a ellos, a sus amigotes reales y a sus amigotes del Ibex35, por quienes se desviven por preservar sus intereses crematísticos y/o económicos. 12 de los 14 ministros que tuvo el Ánsar han acabado o bien en prisión o encausados por delitos de corrupción, y aún hay gente tan…descocada, tan majadera y tan ciega de odio, que están dispuestos a volver a darles las llaves de su casa a los chorizos, para que se la vuelvan a desvalijar. Otra vez, sí. Porque lo primero es España. Para hartarse de reír, o de llorar…

Vuelta sí, a la España aquella en blanco y negro, a aquella España en la que debías andar con cuidado sobre lo que decías, cómo lo decías, por y para qué lo decías, daba igual si lo cantabas, lo pintabas o lo escribías. Había unos personajes que estaban ojo avizor durante la etapa franquista de este régimen fascistoide, para captar cualquier clase de manifestación que hicieras contraria al régimen, haciendo que cayera sobre ti todo el peso de la ley. Quien no quiera ver lo significativo que es el hecho incuestionable de que, después de 1 año de gobierno socialista, sigue plenamente vigente la ley mordaza, es como aquello de que no hay más ciego que el que no quiere ver. Por lo tanto, toda esa verborrea que derrocha el Pedrito sobre libertades, democracia y no sé cuantas chuminadas más que dice para tener en una perpetua ensoñación a los pusilánimes, a los apalancados, crédulos, cándidos y analfabetos políticos, no son más que cantos de sirena, que la estrategia del engañabobos que tantos y tan buenos réditos les ha dado a nuestra casta política en un país que, si se significa por algo, es por su falta de crítica política por parte de una sociedad cobarde, crecida y formada con y en el temor a dios, acomplejada y dolorosamente iracunda e irascible cuando le tocan el fútbol, los toros, las procesiones de semana santa o ese machismo congénito fruto de una educación clerical basada en la innata misoginia de la iglesia.
                                                           

Y ahora damos el bochornoso espectáculo que damos con el conflicto de los taxistas, porque el problema nace de lo ineptos que llegan a ser algunos cuando gestionan lo público, que tiene como consecuencia no solo la creación de un problema de órdago, sino que la mayoría de la gente responsabiliza de esos problemas a quienes se han encontrado con él, no a sus creadores originarios. Las licencias de los taxistas las concedían la administración central, no los gobiernos autónomos ni mucho menos los ayuntamientos. Cuando vislumbraron que los taxistas, más temprano que tarde, dejarían de tener el monopolio de ese tipo de transporte publico y apareció la competencia, legislaron para proteger al sector del taxi y limitar las nuevas licencias en una proporción de 30 a 1. O lo que es lo mismo: Una licencia para, digamos, Cabify, por cada treinta de taxis. La famosa ley, famosa para los taxistas obviamente, denominada del 30/1 que tanto reivindican los taxistas, pero que sin embargo Zapatero derogó cargándose esa proporcionalidad y dando nuevas licencias, y a precio de saldo en comparación a lo que les cuesta a los taxistas la suya, a troche y moche. Y como son tan buenos y se dejan tanto la piel por la gente, en la Moncloa decidieron pasarle la patata caliente a los gobiernos autónomos para que estos legislaran y pusieran orden en un sector que el Zapatero desmontó y dejó hecho unos zorros. Los gobiernos autónomos, a su vez, amparándose en que el transporte publico es competencia en parte de los ayuntamientos, le pasaron la patata calentita a los ayuntamientos, haciendo que la gente fuera de puerta en puerta reclamando soluciones que, obviamente, no llegaban porque ni eran competencia de los ayuntamientos, ni estos disponían de los recursos económicos para afrontar las cuantiosas indemnizaciones que tendrían que hacer frente, si optaban como solución recortar y limitar las licencias a los taxistas para nivelar la desproporción entre estos y los VTC, o pagar igualmente las cuantiosas indemnizaciones a estos, para limitar su presencia en nuestras calles y así contentar al sector del taxi. Así que no, lo que pasa con este asunto y que se ha puesto de manifiesto con toda su crudeza estos días tanto en Madrid como Barcelona, ni es culpa de la Carmena, ni de la Colau, ni tan solo de los gobiernos autónomos correspondientes, sino de un tipo que va por ahí dando lecciones de aquello que se le pida dar lecciones, como de democracia, de derechos sociales, de igualdad, etc. algo, por otra parte, que parece muy nuestro eso de encumbrar al inepto y enterrar en vida al válido porque, como dijo alguien sabio, aquí sabemos enterrar muy bien a los muertos.

A más ver        

    

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