Tremendo. Lo que pasa en este país, España, es tremendo. Gente
que ha votado no a presuntos, sino a manifiestos delincuentes ergo cómplices de
esos delincuentes del PP, llamando delincuentes a los que han votado por una república
en Catalunya. Y todo ese show mediático, esperpéntico y vomitivo, tremendo, en
el que han convertido los medios de comunicación que se pasan el código deontológico
por el arco del triunfo con el caso del asesinato del niño Gabriel, me retrotrae
a épocas pretéritas en las que las personas que ya tenemos una edad
recordaremos aquel diario, El Caso, verdadero alimento para ese morbo insano
que gozaba la gente con los detalles más truculentos y escabrosos de un
asesinato, un secuestro, una violación. Porque una cosa es informar y otra, muy
distinta, regodearse y refocilarse con el asesinato de un niño para convertirlo
en un show televisivo con horas y más horas de especiales informativos para
mercadear con el dolor ajeno. Tremendo, dice mi hijo, es que yo no tenga, ni
quiera, una cuenta en Twitter. Un experto en redes sociales norteamericano dijo
una vez que Twitter es como un mega bar, con varios ambientes, llenos de
borrachos. ¿Y quién necesita participar de semejante disparate? Hay vida más
allá de Twitter, sin duda, y suele ser más sana que todo el odio, el rencor, la
frustración y la mala leche que destilan muchos personajes escondidos tras
perfiles falsos. Como tremendo parece que la gente se crea que la solución al
PP es el Rivera y compañía. Que no os pase nada. Bueno, en realidad lo que nos
pasará a todos es que seguiremos sometidos a los designios de eso que se ha
venido a denominar el Régimen del 78, herencia del franquismo que moldeó este país
para lavarle la cara sin que cambiara sustancialmente nada: seguimos bajo el
poder de los mismos de antes que, de la mano del Rivera, nos llevaran al neoliberalismo
más salvaje: privatizarlo todo, desde la sanidad a las pensiones, pasando por
todo cuanto se pueda vender a los amigotes de turno y que es patrimonio de
todos los españoles, por no hablar de las “magnificas y ventajosas” condiciones
de trabajo que ese Rivera les tiene reservadas a las clases trabajadoras. Os
vais a enterar de lo que vale un peine sin púas, porque os ponen delante una
cara bonita que diga cuatro cosas que estáis deseando escuchar, y como la autocritica
no es que sea precisamente deporte nacional, le votáis para pasar a padecerlo
posteriormente. En los últimos 10 años, justamente desde el estallido de ese
robo del siglo al que han llamado crisis, ¿cuántos derechos habéis perdido como
trabajadores, como usuarios del sistema sanitario, como pensionistas, autónomos,
discapacitados, alumnos, como ciudadanos con pleno derecho a su libertad de expresión?
Pero habéis premiado a los más corruptos del lugar volviéndolos a votar así que
¿de qué os quejáis? Os han metido en vena que los enemigos de la patria eran
los de Podemos antes y los catalanes ahora; y os habéis tragado el cuento con
patatas. Tremendo, sí, el trabajo del llamado cuarto poder que os han estado
inculcando a quien debéis odiar, quien es el enemigo para distraer las miradas
de los que están podridos hasta el tuétano. ¿Pujol? Pujol también, claro que
sí; con el añadido que, de lo de Pujol, estuvieron en todo momento al corriente
tanto González como Aznar y no hicieron absolutamente nada al respecto, porque
en su día el CNI le paso nota a González de una cuenta que Jordi Pujol tenía en
Andorra, información “de estado” podríamos decir, que descansó en un cajón y
que heredó Aznar manteniéndola oculta hasta que llegó el cisma entre Rajoy y
Artur Mas y el molusco pontevedrés la sacó del cajón, no ya solamente por eso
de la independencia, sino porque y sobre todo así distraía de sí mismo la atención
sobre la corrupción sistémica del PP, desde su fundación tras la disolución de
Alianza Popular. Tremendo porque ¿quién va a dejarse arrebatar semejante
gallina con semejantes huevos de oro? Ya nos dio una pista, definitiva,
Rubalcaba cuando afirmo que el estado pagaría el precio que tuviera que pagar
porque Catalunya no se independizara. Se refería, obviamente, no a que a los
independentistas les ingresarían en sus cuentas del banco 100 mil euros por
cabeza para que se callaran. Se refería a que se pasarían las leyes por el arco
del triunfo y todo el cuento ese del estado de derecho que tanto os gusta
creeros que disfrutáis. Lo que sea, con tal de salvar la unidad de la patria. Pero
en democracia no todo vale; y si aquí no tienen muy claro los fascistas que no
todo vale, para eso están los tribunales internacionales que, como ocurrió ayer
mismo, condenan a España por violar la libertad de expresión de un par de
chavales independentistas que quemaron una foto del rey emérito y su cornúpeta
esposa. La sentencia del TDHE (Tribunal de Derechos Humanos de Europa) no es
que diga que los chicos pueden quemar los retratos de quienes se les antoje,
sino que y basándose en nuestra propia legislación al respecto, la corona no es
un colectivo contemplado en la ley y protegido por esta como colectivo
susceptible de sufrir esos delitos de odio, sino que como jefe del estado está
sujeto a poder ser criticado y a que la gente muestre su desacuerdo, siempre
que no implique violencia hacia las personas sujetas a critica. Y este es el
recorrido que tendrán todas las posibles condenas por las denuncias que se
siguen contra quienes están acusados de delitos de odio contra la policía,
Guardia Civil, etc. que no son colectivos protegidos por la ley en ese sentido.
Igual de tremenda parece la badomía de quienes se creen que
insultando, vulnerando sus derechos legítimos y poniendo palos a las ruedas de
los independentistas, estos se van a españolear de la noche a la mañana y aquí
no ha pasado nada. Cuanto antes os enteréis de que tenéis en Catalunya a más de
dos millones de personas que no van a dar un paso atrás en su reivindicación de
una república, mejor. Porque lo que no va a ocurrir es que cejen en su empeño
ni, como parece obvio, les vais a convencer de las magnificencias de ser
español a través de la fuerza. No deberíais salir a la calle a gritar contra
los catalanes; lo que deberíais hacer es salir a la calle a gritar contra
vuestro gobierno que han llevado a los catalanes a esta situación, porque estos
se han pasado unos cuantos años advirtiendo y avisando cada 11-S y el gobierno
se lo ha tomado a chirigota. Claro que, para entender el trasfondo de este
caso, deberíamos remontarnos a la época de Aznar, cuando alguien debió soplarle
al oído al milhombres ese que el PP en Catalunya no se come históricamente ni
un “torrao”, por lo que parecía evidente que el PP sin Catalunya podía gobernar
España; no así como el PSOE, que históricamente había tenido en Catalunya uno
de sus bastiones electorales por lo que, si conseguían atomizar al PSC y
dividirlo desde el interior, el PP se garantizaba años y más años de gobierno y
esplendor. ¿Y cómo conseguir que el PSC se hiciera añicos él solito?: atacando
al Estatut provocando lo que ellos esperaban como un auge controlado del
movimiento independentista, que obligaría al PSC a posicionarse. Y Pere
Navarro, entonces secretario general del PSC, les hizo la tarea con sus purgas
echando del partido al sector catalanista y conservando al españolista,
sectores que habían sobrevivido unidos en armonía en la base del respeto mutuo porque
eso es lo que les hacia fuertes. En esa línea, Rajoy cogió el testigo de Aznar y
se puso junto a Soraya a recoger firmas contra el Estatut, para posteriormente
recurrirlo al TC, donde sus amigos del tribunal tumbarían buena parte del
articulado del Estatut, algunos de esos artículos por cierto contemplados,
copia literal, en otros estatus autonómicos como el andaluz y el valenciano que,
sin embargo, jamás fueron recurridos. ¿Y os creéis que los catalanes son tan
tontos que no se iban a dar cuenta de esos ataques y de esos agravios y de que pasarían
de todo? ¿Qué nos daría igual? Se les ha ido de las manos por la respuesta
popular traducida en más de dos millones que estamos hasta el gorro de tanto facherío
y tanta podredumbre, propia y ajena, y queremos un cambio de modelo para
construir una república desde y para el pueblo. No exagero si digo que hace
como unos 30 años leí a un sociólogo estadounidense afirmar que el verdadero
peligro independentista en España no era el vasco sino el catalán, porque el día
que estos se levantaran y se pusieran en marcha, no iban a volverse atrás en su
reivindicación de independencia y el estado español difícilmente iba a poder
contenerlo y reconducirlo, acostumbrado como estaba el estado español a imponer
la razón de la fuerza antes que la fuerza de la razón. ¿Sabéis de alguna
propuesta de Moncloa para camelar a los independentistas? No. Ni la habrá
porque nunca lo han pretendido.
Que os vaya bonito
A más ver
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