Hoy es para mí un día de concentración, reivindicación y
protesta en lo personal y en lo colectivo. Barcelona, en la tarde de este
domingo, va a vivir una nueva manifestación convocada por la ANC para exigir,
entre otras cosas, la libertad de nuestros presos políticos catalanes. Voy a ir
ataviado con mis armas de destrucción masiva: una camiseta en honor a Trapero,
Mayor de los Mossos, el pañuelo amarillo, la chapita denunciando que tenemos
presos políticos, el lacito amarillo de rigor, la estelada a modo de capa y una
gorra con el escudo de Catalunya. Espero ver lleno a rebosar el espacio que se
ha anunciado para la concentración.
Un ejercicio fácil, muy fácil, es ponerme a despotricar
contra Rajoy y este gobierno fascistoide que ha tomado una deriva autoritaria.
Y es fácil, entre otras cosas, porque ese avechucho te lo pone fácil entre sus
innumerables pifias verbales, sus mentiras fácilmente destapadas, su ruindad
moral y su ausencia total de ética y de empatía hacia la gente. Eso, repito, es
lo fácil. Pero hacer autocritica sobre las pifiadas, algunas verdaderamente
catedralicias, de los actores principales del independentismo en los que se han
convertido los políticos por la propia naturaleza y la deriva que ha tomado el
conflicto, es otro cantar. Pero esa autocritica no es solamente recomendable
por la propia salud del proceso, sino que es un ejercicio inexcusable si
queremos aspirar a hacer mejor las cosas corrigiendo los errores que se han
cometido, corrección que pasa inevitablemente por el reconocimiento de esos
errores. Porque no es que solamente se hayan cometido errores, es que uno ve
que se siguen cometiendo errores de estrategia que dificultan la obtención del
logro al que se aspira. Por ejemplo, el más reciente, oídos y leídos algunos
expertos en la materia, ha sido recurrir tan precipitadamente al Tribunal de
Derechos Humanos de Europa sin haber agotado todas las vías de recurso en las
instancias judiciales del país, pidiéndole además una serie de medidas
cautelares que el propio tribunal europeo jamás ha adoptado a menos que haya un
peligro real para la vida de las personas, por ejemplo. Lo primero que nos va a
decir el tribunal europeo es que, oigan ustedes, primero agoten todos los
recursos en las instancias judiciales de su país, y luego ya si eso hablamos.
Así que, de medidas cautelares, nada de nada. La demanda que se presenta a su
vez contra el estado español es posible que sea aceptada pero su resolución puede
demorarse perfectamente durante 5 o 6 años y se limitará a los hechos ocurridos
hasta el día de la presentación de la demanda sobre los hechos denunciados, y
no sobre lo que está aún por acontecer, como por ejemplo el juicio y posterior
sentencia que solo puede ser recurrida, evidentemente, una vez anunciada. Por
lo tanto, ver al portavoz de la ANC diciendo que tienen esperanzas en la toma
de las medidas cautelares solicitadas al tribunal europeo, o bien denota un buenísmo
rayano en la beatificación del portavoz de la ANC, o es que está desinformado o
bien, sencillamente, es que miente para no desmotivar a la gente.
Además de lo precipitado que me parece la demanda, yo
tampoco habría desconvocado el pleno de sesión de investidura para forzar al TC
a emitir una sentencia que podríamos sumar a la posterior demanda. Como otra de
las pifiadas que hay que denunciar es que, teniendo como tenemos a los presos
como rehenes del estado, que van a usar lo que se haga y se diga en Catalunya contra
ellos, para contentar a los la CUP tanto los del PDeCAT como los de Esquerra,
le presentan un documento a los de la CUP comprometiéndose a volver a reincidir
en los motivos que están usando los tribunales españoles para acusar a los
presos: el proceso constituyente de la república, la elaboración de la constitución
y un nuevo referéndum antes de acabar la legislatura. Se lo han puesto huevo al
Llarena para decirle a Jordi Sánchez que se olvide de su investidura, porque
parece obvio que puede volver a reincidir en los actos de sedición y rebelión
que están ya judicializados. Todo un conjunto, en definitiva, de errores, que
no nos benefician en nada sino que tienen la particularidad de dificultarnos
más las cosas por no pensarlas dos y tres veces antes de hacerlas. Como se dice
en el libro “El Arte de la Guerra”, si enseñas tu arma y no disparas, te
acribillan. Y eso es lo que parece que nuestros políticos están haciendo, ergo
estamos heridos. Y lo estamos porque dos meses después de las elecciones
seguimos sin gobierno, con el 155, los políticos en la cárcel y la gente con la
mosca detrás de la oreja. Todo es, afortunadamente, reconducible porque la
gente tiene muchas ganas, verdaderas ganas, de lucha por su república. No en
vano esto ha sido desde su inicio algo que empezó en la calle, que lo iniciamos
los ciudadanos forzando a los políticos a sumarse al movimiento, porque era a través
de la política que se había de articular y materializar el objetivo final. No podíamos
hacerlo sin ellos, que eran los que en teoría deberían finalmente sentarse a
negociar con el gobierno español. Esto, en un principio, le fue de perlas al
Artur Mas que por aquel entonces estaba en caída libre en las encuestas por los
recortes salvajes de su administración y salpicado por los casos de corrupción de
la antigua CiU, y fue momentáneamente su tabla de salvación política; aunque
posteriormente debido a la deriva autoritaria y antidemocrática del gobierno de
Rajoy por un lado, la sentencia sobre el caso Palau por el otro y la CUP dándole
la estocada final exigiendo su cabeza como contrapartida al apoyo de los
anticapitalistas, terminaron por defenestrar de la política al Artur Mas, me
creo que por tiempo indefinido.
Más allá de todo esto la gente va
a salir hoy otra vez a la calle porque la gente cree en lo que demanda y lo
demanda con la esperanza de ver un día su república como un hecho irreversible.
Seremos lo que queramos ser, tardemos más o tardemos menos, pero si realmente
lo queremos, lo seremos. Tenemos la tremenda mala pata de vérnoslas con un
gobierno enfrente corrupto hasta el tuétano, con un estado fascista que, como
dijo Rubalcaba y se está cumpliendo al dedillo, pagaría el precio que tuviese
que pagar para que nunca fuésemos un país libre e independiente, aunque para
ello el estado español deba saltarse todas las legalidades nacionales e
internacionales. Y eso debe ser nuestro acicate porque nos llena de razones para
separarnos de esos fascistas, nuestro primigenio incentivo. Que hemos cometido
errores es una obviedad que acabo de reconocer y enumerar unos cuantos y de no
poco peso. Pero seguimos siendo dueños de nuestro destino como país, con
perseverancia, con ganas de la libertad que nos merecemos y a la que tenemos
derecho, sin violencia, con una total y absoluta ausencia de violencia y toda
la constancia de la que seamos capaces, lo conseguiremos. Y lo vamos a
conseguir porque enfrente tenemos a toda una banda de mamelucos podridos de corrupción
que no tienen capacidad política, que solo saben usar la fuerza y la represión
violando incluso sus propias leyes, y eso más tarde o más temprano acabará
siendo insostenible, por definición, en el marco de una comunidad europea que
terminará por no poder aceptarlo. Y es que una cosa es que estas cosas pasen en
Turquía, y otra muy distinta en España. Hay que ir primero hacia la solución del
problema de la falta de autogobierno, y posteriormente hacia la confrontación con
el estado español en todas las instancias internacionales posibles. No hay nada
que esperar ni que negociar con Moncloa. No me cansare de decirlo porque,
primero ha sido el PP, desde la época de Aznar, el que ha provocado este conflicto
en su origen, y después llevan muchos años sin querer aportar ninguna solución porque
para ellos la clave es que no haya solución. Pero esto merece otro capítulo
aparte.
Hoy nos vamos de mani, que ya tocaba. Ah, ¿que no sabias que yo soy un puto indepe? ay, que lastima... si alguien se cree que me lo voy a callar para no herir susceptibilidades o no perder lectores, es que ni me conoce ni se entera de nada.
A más ver
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