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domingo, 11 de marzo de 2018

LO QUE TOCA



Hoy es para mí un día de concentración, reivindicación y protesta en lo personal y en lo colectivo. Barcelona, en la tarde de este domingo, va a vivir una nueva manifestación convocada por la ANC para exigir, entre otras cosas, la libertad de nuestros presos políticos catalanes. Voy a ir ataviado con mis armas de destrucción masiva: una camiseta en honor a Trapero, Mayor de los Mossos, el pañuelo amarillo, la chapita denunciando que tenemos presos políticos, el lacito amarillo de rigor, la estelada a modo de capa y una gorra con el escudo de Catalunya. Espero ver lleno a rebosar el espacio que se ha anunciado para la concentración.
                                                                                

Un ejercicio fácil, muy fácil, es ponerme a despotricar contra Rajoy y este gobierno fascistoide que ha tomado una deriva autoritaria. Y es fácil, entre otras cosas, porque ese avechucho te lo pone fácil entre sus innumerables pifias verbales, sus mentiras fácilmente destapadas, su ruindad moral y su ausencia total de ética y de empatía hacia la gente. Eso, repito, es lo fácil. Pero hacer autocritica sobre las pifiadas, algunas verdaderamente catedralicias, de los actores principales del independentismo en los que se han convertido los políticos por la propia naturaleza y la deriva que ha tomado el conflicto, es otro cantar. Pero esa autocritica no es solamente recomendable por la propia salud del proceso, sino que es un ejercicio inexcusable si queremos aspirar a hacer mejor las cosas corrigiendo los errores que se han cometido, corrección que pasa inevitablemente por el reconocimiento de esos errores. Porque no es que solamente se hayan cometido errores, es que uno ve que se siguen cometiendo errores de estrategia que dificultan la obtención del logro al que se aspira. Por ejemplo, el más reciente, oídos y leídos algunos expertos en la materia, ha sido recurrir tan precipitadamente al Tribunal de Derechos Humanos de Europa sin haber agotado todas las vías de recurso en las instancias judiciales del país, pidiéndole además una serie de medidas cautelares que el propio tribunal europeo jamás ha adoptado a menos que haya un peligro real para la vida de las personas, por ejemplo. Lo primero que nos va a decir el tribunal europeo es que, oigan ustedes, primero agoten todos los recursos en las instancias judiciales de su país, y luego ya si eso hablamos. Así que, de medidas cautelares, nada de nada. La demanda que se presenta a su vez contra el estado español es posible que sea aceptada pero su resolución puede demorarse perfectamente durante 5 o 6 años y se limitará a los hechos ocurridos hasta el día de la presentación de la demanda sobre los hechos denunciados, y no sobre lo que está aún por acontecer, como por ejemplo el juicio y posterior sentencia que solo puede ser recurrida, evidentemente, una vez anunciada. Por lo tanto, ver al portavoz de la ANC diciendo que tienen esperanzas en la toma de las medidas cautelares solicitadas al tribunal europeo, o bien denota un buenísmo rayano en la beatificación del portavoz de la ANC, o es que está desinformado o bien, sencillamente, es que miente para no desmotivar a la gente.
                                                                             

Además de lo precipitado que me parece la demanda, yo tampoco habría desconvocado el pleno de sesión de investidura para forzar al TC a emitir una sentencia que podríamos sumar a la posterior demanda. Como otra de las pifiadas que hay que denunciar es que, teniendo como tenemos a los presos como rehenes del estado, que van a usar lo que se haga y se diga en Catalunya contra ellos, para contentar a los la CUP tanto los del PDeCAT como los de Esquerra, le presentan un documento a los de la CUP comprometiéndose a volver a reincidir en los motivos que están usando los tribunales españoles para acusar a los presos: el proceso constituyente de la república, la elaboración de la constitución y un nuevo referéndum antes de acabar la legislatura. Se lo han puesto huevo al Llarena para decirle a Jordi Sánchez que se olvide de su investidura, porque parece obvio que puede volver a reincidir en los actos de sedición y rebelión que están ya judicializados. Todo un conjunto, en definitiva, de errores, que no nos benefician en nada sino que tienen la particularidad de dificultarnos más las cosas por no pensarlas dos y tres veces antes de hacerlas. Como se dice en el libro “El Arte de la Guerra”, si enseñas tu arma y no disparas, te acribillan. Y eso es lo que parece que nuestros políticos están haciendo, ergo estamos heridos. Y lo estamos porque dos meses después de las elecciones seguimos sin gobierno, con el 155, los políticos en la cárcel y la gente con la mosca detrás de la oreja. Todo es, afortunadamente, reconducible porque la gente tiene muchas ganas, verdaderas ganas, de lucha por su república. No en vano esto ha sido desde su inicio algo que empezó en la calle, que lo iniciamos los ciudadanos forzando a los políticos a sumarse al movimiento, porque era a través de la política que se había de articular y materializar el objetivo final. No podíamos hacerlo sin ellos, que eran los que en teoría deberían finalmente sentarse a negociar con el gobierno español. Esto, en un principio, le fue de perlas al Artur Mas que por aquel entonces estaba en caída libre en las encuestas por los recortes salvajes de su administración y salpicado por los casos de corrupción de la antigua CiU, y fue momentáneamente su tabla de salvación política; aunque posteriormente debido a la deriva autoritaria y antidemocrática del gobierno de Rajoy por un lado, la sentencia sobre el caso Palau por el otro y la CUP dándole la estocada final exigiendo su cabeza como contrapartida al apoyo de los anticapitalistas, terminaron por defenestrar de la política al Artur Mas, me creo que por tiempo indefinido.

Más allá de todo esto la gente va a salir hoy otra vez a la calle porque la gente cree en lo que demanda y lo demanda con la esperanza de ver un día su república como un hecho irreversible. Seremos lo que queramos ser, tardemos más o tardemos menos, pero si realmente lo queremos, lo seremos. Tenemos la tremenda mala pata de vérnoslas con un gobierno enfrente corrupto hasta el tuétano, con un estado fascista que, como dijo Rubalcaba y se está cumpliendo al dedillo, pagaría el precio que tuviese que pagar para que nunca fuésemos un país libre e independiente, aunque para ello el estado español deba saltarse todas las legalidades nacionales e internacionales. Y eso debe ser nuestro acicate porque nos llena de razones para separarnos de esos fascistas, nuestro primigenio incentivo. Que hemos cometido errores es una obviedad que acabo de reconocer y enumerar unos cuantos y de no poco peso. Pero seguimos siendo dueños de nuestro destino como país, con perseverancia, con ganas de la libertad que nos merecemos y a la que tenemos derecho, sin violencia, con una total y absoluta ausencia de violencia y toda la constancia de la que seamos capaces, lo conseguiremos. Y lo vamos a conseguir porque enfrente tenemos a toda una banda de mamelucos podridos de corrupción que no tienen capacidad política, que solo saben usar la fuerza y la represión violando incluso sus propias leyes, y eso más tarde o más temprano acabará siendo insostenible, por definición, en el marco de una comunidad europea que terminará por no poder aceptarlo. Y es que una cosa es que estas cosas pasen en Turquía, y otra muy distinta en España. Hay que ir primero hacia la solución del problema de la falta de autogobierno, y posteriormente hacia la confrontación con el estado español en todas las instancias internacionales posibles. No hay nada que esperar ni que negociar con Moncloa. No me cansare de decirlo porque, primero ha sido el PP, desde la época de Aznar, el que ha provocado este conflicto en su origen, y después llevan muchos años sin querer aportar ninguna solución porque para ellos la clave es que no haya solución. Pero esto merece otro capítulo aparte.
                                                                               

Hoy nos vamos de mani, que ya tocaba. Ah, ¿que no sabias que yo soy un puto indepe? ay, que lastima... si alguien se cree que me lo voy a callar para no herir susceptibilidades o no perder lectores, es que ni me conoce ni se entera de nada. 

A más ver

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