Mayo del 2.018, estamos en España. Hace unos días escribía
que hoy España es muy azul, más azul que nunca. Ayer el CIS nos ofrecía el
resultado de su última encuesta, como es natural convenientemente “cocinado” para
que siga ganando en las encuestas el PP, seguido, eso sí, muy de cerca por C´$,
que suman en total algo más del 46% de los votos entre ambas formaciones... no
hay nada que temer: está todo controlado y el facherío prevalece ante la
incomparecencia de la izquierda, buena parte de ella diluida, como sabemos, en
el seno de un P$OE que no remonta porque no tiene nada nuevo que ofrecer, sino
el continuismo del mismo régimen político podrido del que es cómplice y
participe. Con esa seguridad, la derecha española no tiene necesidad alguna de
esconder sus tics fascistoides y el gobierno de Rajoy pretende nombrar General
nada menos que a Diego Pérez de los Cobos, hermanísimo del ex presidente del TC
Francisco Pérez de los Cobos, ese gay con una familia muy particular en la que
destaca la figura del padre, candidato de Fuerza Nueva en las elecciones de
1977. Diego, el propuesto para General, en sus años mozos y junto a su hermano
Francisco, por lo visto trabajaron y trabajaron mucho durante la campaña y el referéndum
de la Constitución defendiendo el No a nuestra carta magna. La propuesta viene
dada por lo satisfechos y agradecidos que están en el gobierno de su gestión durante,
sobre todo, el 1-O, al ser el responsable del operativo represor del estado
contra los votantes, como representante que era del ministerio del interior en
la Junta de Seguridad de Catalunya. Del hermano, el juez, seguro que
recordareis el chusco caso de su candidatura a juez del Tribunal de los
Derechos Humanos de Estrasburgo, cuando mintió acerca de su dominio del inglés
y, sin embargo, fue incapaz de responder en ese idioma ante la Comisión de la
Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa el pasado 12 de enero a ni una
sola de las preguntas. No obtuvo ni uno solo de los 10 votos de la Comisión.
Pero el meollo del asunto, el tuétano del hueso, la prueba
del algodón o llámese como se quiera que va a poner en solfa nuestra democracia
durante los próximos meses a nivel internacional, destapando nuestras vergüenzas,
es sin duda el proceso abierto contra el Govern de la Generalitat y de todos
aquellos que los jueces han querido inculpar como rebeldes, sediciosos,
malversadores de caudales públicos, etc. Un nombre destaca sin duda con luz
propia y este no es otro que el del juez Llarena, que ha visto hasta ahora como
los jueces europeos le han tumbado la acusación de rebelión y, por lo que uno
sabe, está igualmente a punto de caer la de malversación, porque parece ser que
los jueces alemanes no ven nada claro que exista ese delito, máxime teniendo en
cuenta las declaraciones de Montoro y del propio Rajoy con respecto a la financiación
del 1-O por parte de la Generalitat. Algunos nos hemos dedicado, desde el
minuto uno, a señalar las irregularidades, algunas de ellas cuasi esperpénticas,
de esos procesamientos judiciales y, evidentemente, los autos de prisión
decretados por el juez Llarena, que ha actuado en muchos casos y situaciones
como un vulgar fiscal más del proceso. La construcción del relato que se hace
desde la fiscalía y por parte del propio juez, son per se delirantes y fruto de
unas fiebres por parte de unos cargos que actúan más por venganza que amparados
en la ley y la justicia. No es de extrañar: siempre han actuado así en las
instancias fascistas del sistema judicial español, que están dispuestos a lo
que sea con tal de preservar la indisolubilidad de la patria. Recordemos, por
ejemplo, las palabras de Rubalcaba en ese sentido cuando afirmó, convencido,
que el estado pagaría el precio que tuviera que pagar por mantener la unidad
territorial del estado español; imagino que aunque sea a costa de nuestra credibilidad
exterior como país democrático, cosa que ya empiezan a hacer algunos. Es cierto
que hasta ahora Rajoy ha conseguido el apoyo mayoritario de Europa en su
defensa de la unidad territorial; pero Europa no puede ver con buenos ojos o
mirar para otro lado si en esa defensa se violan los derechos de la ciudadanía
y/o de sus cargos electos, si además ven, como pueden comprobar, que no hay la
más mínima señal por parte del gobierno de Rajoy, de encontrar un marco para el
dialogo, dialogo que hasta ahora Rajoy siempre ha evitado, judicializando un
conflicto eminentemente político. También hay que destacar que el TS no es un
tribunal creado con la finalidad de instruir sumarios y abrir causas penales,
sino que es un tribunal operativamente creado para el recurso, de casación, al
que se acude para recurrir las sentencias de otros tribunales, dándose el caso de
que, por ejemplo, las acusaciones y la instrucción del sumario por el delito de
malversación contra los miembros del Govern, se siguen tanto en el juzgado de instrucción
nº 13 de Barcelona, como por parte del juez Llarena en el TS. Inaudito. Siempre
he sostenido una cosa que es de Perogrullo: todo esto se terminará sustanciando
en los tribunales europeos, y la sentencia definitiva y vinculante será, le
guste al Llarena o no, la que dicte el TEDH de Estrasburgo, aquel al que
aspiraba el embustero del Francisco Pérez de los Cobos, sin menoscabo de lo que
decida también por su parte la ONU sobre este conflicto.
Lo que han hecho en este proceso es lo que han hecho, como decía,
toda la vida, la rama fascista judicial en cuanto han podido meterle mano a
alguien que pudiera poner en peligro sus intereses, o lo que ellos interpretan
como los supremos intereses del estado: tomar represalias y quitar de la circulación,
en este caso, a los rebeldes catalanes que han osado pretender hacer un referéndum.
Una sociedad como la española, débil en su perfil democrático por la propia
falsedad y escasa, por no decir nula, consolidación de esa democracia, es hasta
cierto punto normal que, en un acto reflejo, tienda a pretender auto protegerse
apoyando, en este caso, a quien garantice el status quo, que nadie se va a
desmadrar y vamos a permanecer juntos, cosa que ha sabido aprovechar muy bien
la ultra derecha, acusando de debilidad a un gobierno hecho polvo por su propia
corrupción y los desatinos continuos de un presidente en pleno proceso decadente.
Si yo fuera uno de esos españoles que defienden la rojigualda, cosa que me
parece muy bien, me preocuparía, y bastante, por el hecho de que la juventud de
este país, en estos momentos, se decante por esa ultra derecha, que es un dato
de los que se desprenden de la última encuesta del CIS. Rajoy aun espera que el
21% de indecisos que señala esa encuesta, le salve de la quema; pero dejando de
lado los intereses personales de este individuo de mala calaña, o mucho nos han
engañado los de CIS, o este país, decididamente, no aprende, no avanza sino que
retrocede en derechos, en calidad de vida y en bienestar y parece importarle
bien poco, porque se decanta por más de lo mismo disfrazado de naranja. Naturalmente
que los medios de comunicación controlados por la mafia que nos gobierna y por
sus satélites fácticos, han jugado y juegan un papel transcendental en todo
este proceso degenerativo creando corrientes de opinión repitiendo,
machaconamente, que Puigdemont es el demonio, sin ir más allá porque verían que
la realidad no es que el problema sea Puigdemont, un solo hombre, sino los más
de dos millones de catalanes que han dicho basta y a quienes no se les da
ninguna solución. El propio Instituto Elcano, el principal think tank y
referente del gobierno de Rajoy, le advierte de cuestionamiento que va a sufrir
la democracia española por esta causa a nivel internacional, y la imperiosa
necesidad que se le va a plantear al gobierno español de que se medie en el
conflicto.
España ha tenido malos, malísimos, pésimos presidentes del país,
sobre todo últimamente con la instauración de la democracia; pero no recuerdo
de ninguno que haya puesto en peligro la unidad del país como la ha puesto Rajoy
por un puñado de votos, hasta el punto de que la situación parezca, a día de
hoy, sin marcha atrás, sin posibilidad alguna de enmienda. Rajoy hoy es víctima
de su propia estrategia, porque ahora mismo quisiera ver libres a los Jordis,
Junqueras y compañía; pero está en manos y a expensas de las decisiones de un
juez tan demostradamente parcial como el tal Llarena, que ha convertido esta
causa en la causa de su vida y va a hacer todo lo que esté en su mano y lo que
no este también, para impedir un gobierno independentista democráticamente
elegido en las urnas, como de hecho ya ha hecho imposibilitando las
investiduras de Puigdemont, Jordi Sánchez o Jordi Turull, no porque legalmente
procediera actuar como lo ha hecho Llarena, sino porque y como él mismo ha
confesado en un auto judicial, el movimiento independentista le afecta a él
personalmente y, si pudiera, estoy seguro de que lo ilegalizaría y encerraría a
media Catalunya.
Y ahora preparémonos para lo que viene: el próximo Govern de
la Generalitat que, si todo
transcurre como debiera, será nombrado el nuevo President de la Generalitat,
todo lo más, el próximo día 16 de este mes, con la venia de su señoría, la
fachosidad andante togada.
¿Que uno debe creer en la democracia y en el estado de
derecho de España? Me resulta mucho más fácil creer en la benevolencia de los
reptiles, sinceramente.
A más ver
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