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miércoles, 9 de mayo de 2018

EL PACTO DE LAS RATAS (5ª Parte, Final)





Mayo del 2.018, estamos en España. Hace unos días escribía que hoy España es muy azul, más azul que nunca. Ayer el CIS nos ofrecía el resultado de su última encuesta, como es natural convenientemente “cocinado” para que siga ganando en las encuestas el PP, seguido, eso sí, muy de cerca por C´$, que suman en total algo más del 46% de los votos entre ambas formaciones... no hay nada que temer: está todo controlado y el facherío prevalece ante la incomparecencia de la izquierda, buena parte de ella diluida, como sabemos, en el seno de un P$OE que no remonta porque no tiene nada nuevo que ofrecer, sino el continuismo del mismo régimen político podrido del que es cómplice y participe. Con esa seguridad, la derecha española no tiene necesidad alguna de esconder sus tics fascistoides y el gobierno de Rajoy pretende nombrar General nada menos que a Diego Pérez de los Cobos, hermanísimo del ex presidente del TC Francisco Pérez de los Cobos, ese gay con una familia muy particular en la que destaca la figura del padre, candidato de Fuerza Nueva en las elecciones de 1977. Diego, el propuesto para General, en sus años mozos y junto a su hermano Francisco, por lo visto trabajaron y trabajaron mucho durante la campaña y el referéndum de la Constitución defendiendo el No a nuestra carta magna. La propuesta viene dada por lo satisfechos y agradecidos que están en el gobierno de su gestión durante, sobre todo, el 1-O, al ser el responsable del operativo represor del estado contra los votantes, como representante que era del ministerio del interior en la Junta de Seguridad de Catalunya. Del hermano, el juez, seguro que recordareis el chusco caso de su candidatura a juez del Tribunal de los Derechos Humanos de Estrasburgo, cuando mintió acerca de su dominio del inglés y, sin embargo, fue incapaz de responder en ese idioma ante la Comisión de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa el pasado 12 de enero a ni una sola de las preguntas. No obtuvo ni uno solo de los 10 votos de la Comisión.
                                                                              
Pero el meollo del asunto, el tuétano del hueso, la prueba del algodón o llámese como se quiera que va a poner en solfa nuestra democracia durante los próximos meses a nivel internacional, destapando nuestras vergüenzas, es sin duda el proceso abierto contra el Govern de la Generalitat y de todos aquellos que los jueces han querido inculpar como rebeldes, sediciosos, malversadores de caudales públicos, etc. Un nombre destaca sin duda con luz propia y este no es otro que el del juez Llarena, que ha visto hasta ahora como los jueces europeos le han tumbado la acusación de rebelión y, por lo que uno sabe, está igualmente a punto de caer la de malversación, porque parece ser que los jueces alemanes no ven nada claro que exista ese delito, máxime teniendo en cuenta las declaraciones de Montoro y del propio Rajoy con respecto a la financiación del 1-O por parte de la Generalitat. Algunos nos hemos dedicado, desde el minuto uno, a señalar las irregularidades, algunas de ellas cuasi esperpénticas, de esos procesamientos judiciales y, evidentemente, los autos de prisión decretados por el juez Llarena, que ha actuado en muchos casos y situaciones como un vulgar fiscal más del proceso. La construcción del relato que se hace desde la fiscalía y por parte del propio juez, son per se delirantes y fruto de unas fiebres por parte de unos cargos que actúan más por venganza que amparados en la ley y la justicia. No es de extrañar: siempre han actuado así en las instancias fascistas del sistema judicial español, que están dispuestos a lo que sea con tal de preservar la indisolubilidad de la patria. Recordemos, por ejemplo, las palabras de Rubalcaba en ese sentido cuando afirmó, convencido, que el estado pagaría el precio que tuviera que pagar por mantener la unidad territorial del estado español; imagino que aunque sea a costa de nuestra credibilidad exterior como país democrático, cosa que ya empiezan a hacer algunos. Es cierto que hasta ahora Rajoy ha conseguido el apoyo mayoritario de Europa en su defensa de la unidad territorial; pero Europa no puede ver con buenos ojos o mirar para otro lado si en esa defensa se violan los derechos de la ciudadanía y/o de sus cargos electos, si además ven, como pueden comprobar, que no hay la más mínima señal por parte del gobierno de Rajoy, de encontrar un marco para el dialogo, dialogo que hasta ahora Rajoy siempre ha evitado, judicializando un conflicto eminentemente político. También hay que destacar que el TS no es un tribunal creado con la finalidad de instruir sumarios y abrir causas penales, sino que es un tribunal operativamente creado para el recurso, de casación, al que se acude para recurrir las sentencias de otros tribunales, dándose el caso de que, por ejemplo, las acusaciones y la instrucción del sumario por el delito de malversación contra los miembros del Govern, se siguen tanto en el juzgado de instrucción nº 13 de Barcelona, como por parte del juez Llarena en el TS. Inaudito. Siempre he sostenido una cosa que es de Perogrullo: todo esto se terminará sustanciando en los tribunales europeos, y la sentencia definitiva y vinculante será, le guste al Llarena o no, la que dicte el TEDH de Estrasburgo, aquel al que aspiraba el embustero del Francisco Pérez de los Cobos, sin menoscabo de lo que decida también por su parte la ONU sobre este conflicto.
                                                                               

Lo que han hecho en este proceso es lo que han hecho, como decía, toda la vida, la rama fascista judicial en cuanto han podido meterle mano a alguien que pudiera poner en peligro sus intereses, o lo que ellos interpretan como los supremos intereses del estado: tomar represalias y quitar de la circulación, en este caso, a los rebeldes catalanes que han osado pretender hacer un referéndum. Una sociedad como la española, débil en su perfil democrático por la propia falsedad y escasa, por no decir nula, consolidación de esa democracia, es hasta cierto punto normal que, en un acto reflejo, tienda a pretender auto protegerse apoyando, en este caso, a quien garantice el status quo, que nadie se va a desmadrar y vamos a permanecer juntos, cosa que ha sabido aprovechar muy bien la ultra derecha, acusando de debilidad a un gobierno hecho polvo por su propia corrupción y los desatinos continuos de un presidente en pleno proceso decadente. Si yo fuera uno de esos españoles que defienden la rojigualda, cosa que me parece muy bien, me preocuparía, y bastante, por el hecho de que la juventud de este país, en estos momentos, se decante por esa ultra derecha, que es un dato de los que se desprenden de la última encuesta del CIS. Rajoy aun espera que el 21% de indecisos que señala esa encuesta, le salve de la quema; pero dejando de lado los intereses personales de este individuo de mala calaña, o mucho nos han engañado los de CIS, o este país, decididamente, no aprende, no avanza sino que retrocede en derechos, en calidad de vida y en bienestar y parece importarle bien poco, porque se decanta por más de lo mismo disfrazado de naranja. Naturalmente que los medios de comunicación controlados por la mafia que nos gobierna y por sus satélites fácticos, han jugado y juegan un papel transcendental en todo este proceso degenerativo creando corrientes de opinión repitiendo, machaconamente, que Puigdemont es el demonio, sin ir más allá porque verían que la realidad no es que el problema sea Puigdemont, un solo hombre, sino los más de dos millones de catalanes que han dicho basta y a quienes no se les da ninguna solución. El propio Instituto Elcano, el principal think tank y referente del gobierno de Rajoy, le advierte de cuestionamiento que va a sufrir la democracia española por esta causa a nivel internacional, y la imperiosa necesidad que se le va a plantear al gobierno español de que se medie en el conflicto.

España ha tenido malos, malísimos, pésimos presidentes del país, sobre todo últimamente con la instauración de la democracia; pero no recuerdo de ninguno que haya puesto en peligro la unidad del país como la ha puesto Rajoy por un puñado de votos, hasta el punto de que la situación parezca, a día de hoy, sin marcha atrás, sin posibilidad alguna de enmienda. Rajoy hoy es víctima de su propia estrategia, porque ahora mismo quisiera ver libres a los Jordis, Junqueras y compañía; pero está en manos y a expensas de las decisiones de un juez tan demostradamente parcial como el tal Llarena, que ha convertido esta causa en la causa de su vida y va a hacer todo lo que esté en su mano y lo que no este también, para impedir un gobierno independentista democráticamente elegido en las urnas, como de hecho ya ha hecho imposibilitando las investiduras de Puigdemont, Jordi Sánchez o Jordi Turull, no porque legalmente procediera actuar como lo ha hecho Llarena, sino porque y como él mismo ha confesado en un auto judicial, el movimiento independentista le afecta a él personalmente y, si pudiera, estoy seguro de que lo ilegalizaría y encerraría a media Catalunya.
                                                                                


Y ahora preparémonos para lo que viene: el próximo Govern de la Generalitat que, si todo transcurre como debiera, será nombrado el nuevo President de la Generalitat, todo lo más, el próximo día 16 de este mes, con la venia de su señoría, la fachosidad andante togada.

¿Que uno debe creer en la democracia y en el estado de derecho de España? Me resulta mucho más fácil creer en la benevolencia de los reptiles, sinceramente.
                                                                                    
A más ver         

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