A ti, desde luego, yo no lo sé; pero
a mi me da un palo morirme ahora mismo, que lo flipas. Sobre todo porque, como
hombre ya mayor que soy, con una edad y tal, se supone que tengo que hacer lo que
me toca: comprarme un Mercedes clase A, y fardar por ahí sacando esa maravilla
de la ingeniería a pasear. Tu saca al perro. Yo saco al Mercedes. Cuestión de
gustos ¿no? Chorradas aparte, porque no tengo dinero para un Mercedes y, en
cualquier caso, antes prefiero un Audi, ¿cómo están ustedes? que decían aquellos.
Jodidos, pero contentos ¿no? Todo al mismo tiempo en una barrecha de estilo hiperrealista
que aunque no sea pictórica, nos refleja a la mayoría de los españoles como
tal. Jodidos; pero nos vamos de feria; jodidos; pero nos ponemos hasta el sieso
de todo lo bueno que podamos pillar por el camino. Jodidos; pero felices por
irnos a la playa, a la montaña o a donde sea con tal de irnos a alguna parte. Jodidos;
pero a pesar de que nos joda el gobierno, ahora con las nuevas tecnologías podemos
desahogarnos y ponerlos a parir; y además que se entere todo el mundo, para después
de comer tiramos en el sofá a tomarnos el café, tan a gustito. Y tráete el orujo,
el coñac, el licor de albaricoque, la Ratafía o el Fray Angélico, que ahora en
veranito, con hielo, está que ni te cuento de rico. Y así, de esta guisa:
jodidos pero contentos, parece que llevemos siglos o que ese sea nuestro sino
irremediable, al que nos acomodamos con nuestra innata capacidad de adaptación.
No en vano somos cuerpos creados por células, por tanto adaptables y con una
maravillosa capacidad para incluso cambiar nuestro entorno si no podemos
adaptarnos a él. Lástima que aun no nos llega la sabiduría para cambiar la
idiosincrasia, por momentos verdaderamente patética y lamentable, de este país como
tal. Porque dicen que solo somos capaces, el genero humano, de usar el 10% de
nuestra capacidad cerebral; digo yo que eso será en el mejor de los casos,
porque está más que demostrado que muchos no deben llegar ni al 2% y uno sospecha,
así a titulo privado, que si hay alguien que supera ese 10%, es porque sin duda
debe pasarse el día partiéndose el pecho de risa, tras comprobar la cantidad y
la calidad de tanto y tanta gilipollas de los que se ve rodeado-a. Yo no espero
que me entienda todo el mundo cuando digo, por ejemplo, que el cáncer que se
empeña en matarme no me da miedo porque lo que me inspira es más rabia que otra
cosa; y la rabia es infinitamente más productiva que el miedo que te paraliza y
te autodestruye. Y me da rabia porque tengo muchísimas cosas que hacer, que
decir, que escribir, y tengo mucho amor aun que dar, casi tanto como el que espero
recibir. Esto es sin duda un error que refleja nuestra imperfección: esperar
recibir amor. Eso, en el fondo, mejor no esperarlo, sino simplemente
disfrutarlo cuando te sea dado porque, esperarlo, te crea unas expectativas ajenas
a tu control, una dependencia, y no te hace libre sino todo lo contrario. Por
lo tanto ama sin esperar ser amado; aunque en el fondo lo esperes no te sientes
a esperarlo como quien se sienta en el anden a esperar que llegue su tren.
Pero… ¿y los políticos, y la política?
Pues mira: aquí entre tú y yo: que les den a todos ellos por donde amargan los
pepinos. Mientras sigamos haciendo de ellos y ellas unos personajes a los que
creer y defender, en ocasiones más incluso que a nosotros mismos, nos estaremos
dando con un canto en los dientes. Por eso, para mí, una de las mayores
demostraciones de nuestra estulticia y necedad más absoluta, se pone de
manifiesto, una y otra vez, cada vez que vemos a tantas y tantas gentes
vitorearlos, aplaudirlos, defenderlos incluso más que a nuestros seres
queridos, elevándolos a la altura de cuasi que deidades de la post verdad más
absoluta. Antiguamente, en algunas sociedades, las personas que se hacían cargo
de la política lo hacían movidos por unos nobles y leales sentimientos de
utilidad pública, porque eran unas personas con una preparación y que tenían
unos valores morales que los distinguían y por los que sobresalían del resto. ¿Qué
preparación y qué valores morales vemos hoy en nuestra clase política? ¿Creéis
acaso que son dignos de ser destacables, siquiera que son dignos? Y ahí
estamos: continuamente enchufados a la defensa de sus estupideces, de sus
barrabasadas y decisiones que en muchos casos van en nuestro propio perjuicio. Porque
es evidente que nos sobra animalidad, instinto, y nos falta raciocinio, reflexión.
En esa línea es normal que veamos como incluso algunos de ellos quieren
suprimir algo tan elemental en la formación de nuestras juventudes como es la filosofía:
porque no quieren gente que sepa pensar, que sepa activar sus mecanismos de reflexión,
no les interesa gente que se cuestione las cosas, que se haga preguntas, que no
se conforme con la versión oficial de las cosas porque eso, lo que provoca, es
que más tarde o más temprano la critica les salpique a ellos y sean
cuestionados como líderes. Os daré un simple ejemplo de una individua que últimamente
anda de un filosófico político subido a unas cotas inimaginables para el ser
humano corriente: dijo el otro día la Inesita Arrimadas que afirmar, por parte
del independentismo catalán, que el Procés es un movimiento pacifista, es
supremacista. Y se quedó tan ancha. No voy a entrar a valorar la estupidez de
la oración; pero es incuestionable que muchos y muchas la aplaudirán e incluso defenderán
sin saber muy bien la tontería que acaba de decir, porque muchos de esos y esas
personas dispuestas a partirse el cobre por esa gentuza, ni valoran tanto lo que
dicen como el hecho de que diga algo, por muy absurdo que resulte en el fondo o
por muy mentira que sea, por ejemplo los que aplaudieron y defienden, hoy día
incluso, a la Cospedal al afirmar, sentencia de la Gurtel en la mano, que el PP
no había sido condenado por corrupción, que de hecho ni había sido condenado el
partido como tal. Es un movimiento sociológico curioso, tanto como peligroso,
porque viene a instaurar eso que se está viniendo a llamar el movimiento de la
post verdad, uno de cuyos máximos exponentes lo tenemos en el ejemplo de Donald
Trump, a quien no le ha importado ni poco ni mucho atreverse a decirle a la
sociedad norteamericana aquello tan fascista, tan esto si supremacista, del o
yo, o el caos: si me echáis por unos líos con unas prostitutas de lujo y unos
devaneos informáticos con los rusos, la economía se viene abajo y el país se
hunde. ¡Y millones y millones de norteamericanos se lo creen a pies juntillas
como la palabra de dios padre!
El 10% de nuestra capacidad cerebral…
¡y una leche migá con sopas gordas! Aquí muchos no llegan ni al 3% Sí: Pujol ya
sé que llegaba al 3%, pero no es ese 3% del que hablo. Porque esto es otra:
hable uno de lo que hable; da igual: siempre aparece alguien mentándome al
Pujol, el 3%, etc. como si aquí el populacho hubiera disfrutado de tener a esa banda
de chorizos corruptos en el gobierno, y todos fuésemos poco menos que cómplices,
aunque ideológicamente estemos en las antípodas, nunca los hayamos votados y
llevemos años denunciándolo. Eso sí: no reparan tampoco en quien y como ha
acabado con la vida política del descendiente directo de todo aquello, el señor
Artur Mas. Dijo una vez el señor Pérez Reverte, Arturo, que personalmente me
gusta mas cuando escribe que cuando habla; pero eso es una opinión personal,
una cosa en la que, sin embargo, estoy completamente de acuerdo con él: que uno
de nuestros males, como españoles, es que no estamos dispuestos a reconocer en
nuestros rivales ideológicos o políticos ninguna virtud, absolutamente ninguna.
Así es indudable que la convivencia política se hace prácticamente insufrible. Yo
lo he dicho muchas veces; aunque, con otras palabras: que aquí no estilamos
convencer, sino vencer y si es posible humillar y regodearnos en la humillación
ajena.
Catalunya es un problema, claro que
sí. Y es un problema irresoluble para el estado español porque es que lo que
pasa en Catalunya es que ha habido un movimiento de abajo arriba: de buena
parte de la ciudadanía que le ha dictado a su clase política lo que hay que
hacer, y no al revés. No lo entendéis porque en España no contáis con asociaciones
como la ANC u Ómnium Cultural, capaces de asociar y aglutinar a cientos de
miles de personas, de llevar a cabo procesos democráticos y transparentes,
asamblearios, en los que la gente expone sus opiniones libremente, se hacen
propuestas, se votan, se toman decisiones de acción conjunta, se moviliza a la
gente…todo al margen de los partidos políticos que, en cualquier caso, van a
remolque de ese movimiento popular. Quien quiera verlo de otra forma, es muy
libre; pero no ha entendido nada. Yo puedo decirlo como socio que soy de Ómnium,
y sé perfectamente lo que han visto mis ojos, han escuchado mis oídos y ha dicho mi
boca en esas asambleas. Somos la manifestación de la hartura que tenemos de
esta monarquía y esta democracia podridas de corrupción, y lo que hemos
manifestado es lo que queremos: cambiar de paradigma político, instaurar una
república y empezar de cero. Con o sin los españoles. Si fueseis inteligentes sabríais
muy bien cual es vuestro bando; pero me temo que dan mucho Sálvame y mucho fútbol por la tele…
A más ver