Bueno, pues me queda una semana para
volver al tajo. Que se me acabó el chollo este de la baja, los días tirado en
la cama, retozando alegremente con mi partenaire, las fiestas hasta las tantas,
las drogas, la vida loca, que diría el otro, toca a su fin. Una semana. Y dice
mi santa esposa que la viva intensamente, que la disfrute, que haga lo que
quiera…como si no lo hiciera ya. Una reflexión, no obstante, quisiera dejarla
aquí plasmada como resultado de esta experiencia vital mía, así que ¡oído cocina!:
el cáncer está sobrevalorado. ¡Sí! Porque si no puede conmigo, es que es un
cagamandurrias, un papa frita, un harto sopa, un chulo piscinas. Voy a volver
al tajo y con cargo y despacho nuevecitos a estrenar. Solo de pensarlo ya me
estreso. Soy un caso paradójico, porque no conozco a mucha gente a la que premien
por una baja como la mía con un ascenso. De hecho no conozco a nadie que
asciendan tras una baja, más bien los premian con un despido por tiempo
indefinido, o sea: fijo, pero fijo que te vas a la puta calle.
En realidad lo que me tiene
preocupado estos últimos días es la salud de otras gentes. Concretamente la
salud y el equilibrio mental de aquellos que no saben respetar la libertad de
expresión de los demás, que la coartan, que la censuran en base…en realidad no
sé muy bien en base a qué, supongo que en base a que les molesta que se diga
según qué cosas de según quienes, no fuera que fuese verdad, porque a la
mentira no se debe temer, ni menos aun nos puede molestar. Los distinguirás
fácilmente porque son esos que se autodenominan “demócratas de toda la vida”, o
bien aquellos y aquellas que te empiezan diciendo que “yo no soy facha; pero…”
y cosas por el estilo. Acostumbran a tirar la piedra y esconder la mano, a no
dar la cara, a no tener lo que hay que tener para debatir como se debe debatir
y rebatir a alguien: con argumentos. A esos que se preocupan tanto de la ocupación
del espacio público por parte de aquellos que ponen lacitos amarillos, me gustaría
verlos tan preocupados por el espacio público cuando, ellos mismos, colocan sus
pancartas y sus cosas en reivindicación de sus asuntos. Porque me temo que lo
que molesta no es que se ocupe ese espacio público, sino que se ocupe con
lacitos amarillos, porque no dicen nada, por ejemplo, cuando se llena ese mismo
espacio público con pancartas de campañas publicitarias de todo tipo,
reivindicativas o incluso meramente comerciales, anunciando tal o cual espectáculo,
show o mitin en la ciudad. Si alguien no entiende la diferencia que hay entre
querer hacer una manifestación pública de algo, en un país que se presupone democrático
y donde se dice que hay libertad de expresión, e impedir que se haga esa manifestación,
tiene un serio problema de entendederas. Cadenas de televisión como Tele5, por
ejemplo, calla las múltiples agresiones físicas sufridas por gentes que
llevaban un lacito amarillo en la solapa, por parte de grupos fascistas que
salen en manada en busca de víctimas a las que “enseñar a ser español”, como
calla la cantidad de viviendas que han sido tiroteadas con armas de perdigones
por lucir un lazo, una estelada o una pancarta exigiendo la libertad de los
presos; pero si a alguien se le llama la atención porque, a la hora de quitar
esos lazos amarillos, en vez de tirarlos a las papeleras los tiran al suelo demostrando
con ello lo “preocupados” que están por el espacio público y su limpieza, y de
resultas de esa llamada de atención se monta un alboroto…ya tenemos a los
catalanes supremacistas lanzando bombas de destrucción masiva contra la población
españolista en Catalunya. A mí me repugnan los violentos, sean del color, del símbolo
que sean y defiendan lo que defiendan: nunca con violencia. Pero esa violencia
a veces es alimentada por informaciones de medios absolutamente tendenciosos y
partidistas, que no ofrecen una información, sino que ofrecen una visión interesada
y tendenciosa de un hecho informativo. No creo que venga yo a descubrirle a
nadie a estas alturas de que pie cojea cada cadena de televisión, y de que
forman un papel muy importante a la hora de manipular la opinión que se crea la
ciudadanía. Tampoco es comparable ni los medios, ni la cobertura ni la bilis
que destile TV3, en relación con las demás cadenas españolistas que cuentan con
muchísimos más medios y mayor cobertura a nivel estatal, porque si TV3 manipula
a la opinión publica catalana, La 1, Tele5, Antena3, 13TV, Cuatro y La Sexta
manipulan al resto de la ciudadanía del país. Es una guerra absolutamente desigual.
Por no hablar de las emisoras de radio o de los periódicos. Me suena un poco a
ese absurdo miedo que les tienen los españolistas, que tienen un idioma como el
castellano que lo hablan más de 500 millones de personas, ante otro idioma como
el catalán, que lo hablan apenas 4 millones, siendo generoso, y se lanzan a
proclamar a los 4 vientos que el catalán pretende acabar con el castellano en Catalunya
y otras sandeces por el estilo, cuando el catalán lo único que puede pretender
es ocupar su espacio en su propia tierra y sobrevivir ante el mastodóntico castellano.
No veo que se quejen los castellanos parlantes de la poca televisión que pueden
ver en castellano en Catalunya, ni de las menos emisoras de radio que se
escuchan en su idioma, ni de los cines que apenas ponen películas en castellano
ni de la prensa, etc. Pero basta con que aparezca un Riverita o una Arrimadas
para quejarse del modelo lingüístico en las escuelas, modelo del que se quejan
apenas 4 familias, para que se calle y se oculte que todas las asociaciones de
profesores, de alumnos y de padres y madres de alumnos de todo tipo y condición,
estén a favor de ese mismo modelo educativo, porque lo que interesa es crear
controversia y discusión, por muy ficticio y fantasioso que sea el problema creado
ad hoc para facilitarles la campaña y la propaganda política a los interesados
en rascar cuatro votos más, sin ocuparse ni preocuparse estos últimos del
problema de convivencia que crean.
Pero bueno, que como decía al
principio, me quedan dos telediarios antes de volver al tajo y quiero hacerlo
relajadito. Sí, porque la que se me viene encima es tremenda. Llevo más de un
mes sin quimio, como, como si mañana no fuera ya a poder comer nunca más, pero de
momento no hay manera de recuperar peso; aunque me está volviendo a salir el
pelo y ya he recuperado el de las pestañas y cejas, que no sabéis la de
problemas que nos evitan hasta que no los tenemos ahí. Paso de los parches de
Fentanilo todo lo que puedo, porque yo crecí con la cultura de que el dolor te
recuerda que estas vivo, lo que conllevaba acostumbrarte a soportarlo y hasta
cierto punto controlarlo, y porque estoy hasta más allá del gorro de drogas y química.
Y eso que el Fentanilo, que me lo suministran mediante unos parches transdérmicos
que me coloco en el pecho, de 0,25 miligramos cada uno y que me duran 3 días, es
lo mejor que hay contra el dolor hoy día, más potente incluso que la morfina,
que es además mano de santo, como se suele decir, porque se te pasa todo. El equipo
de oncología del hospital aun no sabe a estas alturas que he pedido el alta, y
para la visita que tengo programada el próximo día 21 de septiembre, me gustará
verles la cara que ponen cuando les diga que llevo ya 3 semanas trabajando para
entonces. Días antes tengo que ir a hacerme un TAC y el día 20 una Analítica
General, de manera que el día 21, con los resultados de esas pruebas ya en mi
expediente, veremos cómo está la cosa y qué es lo que haremos. Paso de más
quimio, como no sea una cosa que tenga que hacerla sí o sí porque la cosa se
este poniendo mal de verdad. Por lo menos paso, hasta que no haya cumplido con
un proyecto profesional que tengo entre manos, cosa que me puede durar unos
meses hasta tenerlo finalizado. Después, una vez haya hecho ese trabajo y haya alcanzado
mi objetivo profesional, que sea lo que tenga que ser. Como si debo coger la
baja hasta que me den una patada en el culo y me echen del sistema, pierda el
trabajo y me vea cobrando el paro, sometido periódicamente a la quimio y, así,
hasta donde llegue. Así mismo se lo diré, tanto si lo entienden como si no,
porque yo lo que quiero es vivir y, con la quimio, no se vive: se sobrevive,
que es muy distinto. Al menos con las dosis que me meten a mí, que te dejan
inservible. Ese es todo mi afán a día de hoy: acabar ese proyecto profesional y
dejar mi nombre y mi reputación en la empresa, en su lugar. Quizá mi problema
es que tengo un concepto sobrevalorado de lo que es ser un profesional; pero en
cualquier caso es mi concepto y no me ha ido mal con él, porque al menos me permite
dormir muy tranquilo.
Y nada más por hoy. Voy a colgar esto
en el Face por ver si también me lo eliminan nuevamente, como han vuelto a
hacer con todos, absolutamente todos los posts que he publicado desde hace años,
porque alguien se ha sentido ofendido por lo que escribo y me ha denunciado por
spam. Si queréis compartirlo en los grupos vosotros, sois muy libres; yo no
puedo.
A más ver
Estas demostrando una dignidad fuera de toda duda,tanto a nivel profesional como personal,gracias por contar las cosas como tienen que ser,altas y claras
ResponderEliminarGracias amigo. Uno solo intenta ser honesto consigo mismo cuando llega, y cuando no llega también. Un abrazo.
EliminarTu publicación la comparti y me la vetaron también hasta hoy, por favor no dejes de escribir nunca me encanta ver otras miras y ver que el mundo no son los cuatro mafiosos del gobierno y que por cuatro votos y un sobre calientan a las masas para regocijo de ellos.
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