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viernes, 24 de agosto de 2018

A TI, QUE LEES



A ti, desde luego, yo no lo sé; pero a mi me da un palo morirme ahora mismo, que lo flipas. Sobre todo porque, como hombre ya mayor que soy, con una edad y tal, se supone que tengo que hacer lo que me toca: comprarme un Mercedes clase A, y fardar por ahí sacando esa maravilla de la ingeniería a pasear. Tu saca al perro. Yo saco al Mercedes. Cuestión de gustos ¿no? Chorradas aparte, porque no tengo dinero para un Mercedes y, en cualquier caso, antes prefiero un Audi, ¿cómo están ustedes? que decían aquellos. Jodidos, pero contentos ¿no? Todo al mismo tiempo en una barrecha de estilo hiperrealista que aunque no sea pictórica, nos refleja a la mayoría de los españoles como tal. Jodidos; pero nos vamos de feria; jodidos; pero nos ponemos hasta el sieso de todo lo bueno que podamos pillar por el camino. Jodidos; pero felices por irnos a la playa, a la montaña o a donde sea con tal de irnos a alguna parte. Jodidos; pero a pesar de que nos joda el gobierno, ahora con las nuevas tecnologías podemos desahogarnos y ponerlos a parir; y además que se entere todo el mundo, para después de comer tiramos en el sofá a tomarnos el café, tan a gustito. Y tráete el orujo, el coñac, el licor de albaricoque, la Ratafía o el Fray Angélico, que ahora en veranito, con hielo, está que ni te cuento de rico. Y así, de esta guisa: jodidos pero contentos, parece que llevemos siglos o que ese sea nuestro sino irremediable, al que nos acomodamos con nuestra innata capacidad de adaptación. No en vano somos cuerpos creados por células, por tanto adaptables y con una maravillosa capacidad para incluso cambiar nuestro entorno si no podemos adaptarnos a él. Lástima que aun no nos llega la sabiduría para cambiar la idiosincrasia, por momentos verdaderamente patética y lamentable, de este país como tal. Porque dicen que solo somos capaces, el genero humano, de usar el 10% de nuestra capacidad cerebral; digo yo que eso será en el mejor de los casos, porque está más que demostrado que muchos no deben llegar ni al 2% y uno sospecha, así a titulo privado, que si hay alguien que supera ese 10%, es porque sin duda debe pasarse el día partiéndose el pecho de risa, tras comprobar la cantidad y la calidad de tanto y tanta gilipollas de los que se ve rodeado-a. Yo no espero que me entienda todo el mundo cuando digo, por ejemplo, que el cáncer que se empeña en matarme no me da miedo porque lo que me inspira es más rabia que otra cosa; y la rabia es infinitamente más productiva que el miedo que te paraliza y te autodestruye. Y me da rabia porque tengo muchísimas cosas que hacer, que decir, que escribir, y tengo mucho amor aun que dar, casi tanto como el que espero recibir. Esto es sin duda un error que refleja nuestra imperfección: esperar recibir amor. Eso, en el fondo, mejor no esperarlo, sino simplemente disfrutarlo cuando te sea dado porque, esperarlo, te crea unas expectativas ajenas a tu control, una dependencia, y no te hace libre sino todo lo contrario. Por lo tanto ama sin esperar ser amado; aunque en el fondo lo esperes no te sientes a esperarlo como quien se sienta en el anden a esperar que llegue su tren.
                                                                   

Pero… ¿y los políticos, y la política? Pues mira: aquí entre tú y yo: que les den a todos ellos por donde amargan los pepinos. Mientras sigamos haciendo de ellos y ellas unos personajes a los que creer y defender, en ocasiones más incluso que a nosotros mismos, nos estaremos dando con un canto en los dientes. Por eso, para mí, una de las mayores demostraciones de nuestra estulticia y necedad más absoluta, se pone de manifiesto, una y otra vez, cada vez que vemos a tantas y tantas gentes vitorearlos, aplaudirlos, defenderlos incluso más que a nuestros seres queridos, elevándolos a la altura de cuasi que deidades de la post verdad más absoluta. Antiguamente, en algunas sociedades, las personas que se hacían cargo de la política lo hacían movidos por unos nobles y leales sentimientos de utilidad pública, porque eran unas personas con una preparación y que tenían unos valores morales que los distinguían y por los que sobresalían del resto. ¿Qué preparación y qué valores morales vemos hoy en nuestra clase política? ¿Creéis acaso que son dignos de ser destacables, siquiera que son dignos? Y ahí estamos: continuamente enchufados a la defensa de sus estupideces, de sus barrabasadas y decisiones que en muchos casos van en nuestro propio perjuicio. Porque es evidente que nos sobra animalidad, instinto, y nos falta raciocinio, reflexión. En esa línea es normal que veamos como incluso algunos de ellos quieren suprimir algo tan elemental en la formación de nuestras juventudes como es la filosofía: porque no quieren gente que sepa pensar, que sepa activar sus mecanismos de reflexión, no les interesa gente que se cuestione las cosas, que se haga preguntas, que no se conforme con la versión oficial de las cosas porque eso, lo que provoca, es que más tarde o más temprano la critica les salpique a ellos y sean cuestionados como líderes. Os daré un simple ejemplo de una individua que últimamente anda de un filosófico político subido a unas cotas inimaginables para el ser humano corriente: dijo el otro día la Inesita Arrimadas que afirmar, por parte del independentismo catalán, que el Procés es un movimiento pacifista, es supremacista. Y se quedó tan ancha. No voy a entrar a valorar la estupidez de la oración; pero es incuestionable que muchos y muchas la aplaudirán e incluso defenderán sin saber muy bien la tontería que acaba de decir, porque muchos de esos y esas personas dispuestas a partirse el cobre por esa gentuza, ni valoran tanto lo que dicen como el hecho de que diga algo, por muy absurdo que resulte en el fondo o por muy mentira que sea, por ejemplo los que aplaudieron y defienden, hoy día incluso, a la Cospedal al afirmar, sentencia de la Gurtel en la mano, que el PP no había sido condenado por corrupción, que de hecho ni había sido condenado el partido como tal. Es un movimiento sociológico curioso, tanto como peligroso, porque viene a instaurar eso que se está viniendo a llamar el movimiento de la post verdad, uno de cuyos máximos exponentes lo tenemos en el ejemplo de Donald Trump, a quien no le ha importado ni poco ni mucho atreverse a decirle a la sociedad norteamericana aquello tan fascista, tan esto si supremacista, del o yo, o el caos: si me echáis por unos líos con unas prostitutas de lujo y unos devaneos informáticos con los rusos, la economía se viene abajo y el país se hunde. ¡Y millones y millones de norteamericanos se lo creen a pies juntillas como la palabra de dios padre!
                                                                  
El 10% de nuestra capacidad cerebral… ¡y una leche migá con sopas gordas! Aquí muchos no llegan ni al 3% Sí: Pujol ya sé que llegaba al 3%, pero no es ese 3% del que hablo. Porque esto es otra: hable uno de lo que hable; da igual: siempre aparece alguien mentándome al Pujol, el 3%, etc. como si aquí el populacho hubiera disfrutado de tener a esa banda de chorizos corruptos en el gobierno, y todos fuésemos poco menos que cómplices, aunque ideológicamente estemos en las antípodas, nunca los hayamos votados y llevemos años denunciándolo. Eso sí: no reparan tampoco en quien y como ha acabado con la vida política del descendiente directo de todo aquello, el señor Artur Mas. Dijo una vez el señor Pérez Reverte, Arturo, que personalmente me gusta mas cuando escribe que cuando habla; pero eso es una opinión personal, una cosa en la que, sin embargo, estoy completamente de acuerdo con él: que uno de nuestros males, como españoles, es que no estamos dispuestos a reconocer en nuestros rivales ideológicos o políticos ninguna virtud, absolutamente ninguna. Así es indudable que la convivencia política se hace prácticamente insufrible. Yo lo he dicho muchas veces; aunque, con otras palabras: que aquí no estilamos convencer, sino vencer y si es posible humillar y regodearnos en la humillación ajena.  
                                                               

Catalunya es un problema, claro que sí. Y es un problema irresoluble para el estado español porque es que lo que pasa en Catalunya es que ha habido un movimiento de abajo arriba: de buena parte de la ciudadanía que le ha dictado a su clase política lo que hay que hacer, y no al revés. No lo entendéis porque en España no contáis con asociaciones como la ANC u Ómnium Cultural, capaces de asociar y aglutinar a cientos de miles de personas, de llevar a cabo procesos democráticos y transparentes, asamblearios, en los que la gente expone sus opiniones libremente, se hacen propuestas, se votan, se toman decisiones de acción conjunta, se moviliza a la gente…todo al margen de los partidos políticos que, en cualquier caso, van a remolque de ese movimiento popular. Quien quiera verlo de otra forma, es muy libre; pero no ha entendido nada. Yo puedo decirlo como socio que soy de Ómnium, y sé perfectamente lo que han visto mis ojos, han escuchado mis oídos y ha dicho mi boca en esas asambleas. Somos la manifestación de la hartura que tenemos de esta monarquía y esta democracia podridas de corrupción, y lo que hemos manifestado es lo que queremos: cambiar de paradigma político, instaurar una república y empezar de cero. Con o sin los españoles. Si fueseis inteligentes sabríais muy bien cual es vuestro bando; pero me temo que dan mucho Sálvame y mucho fútbol por la tele…

A más ver                         


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