Estábamos mi esposa y yo sentados en
la terraza de un bar a la hora del vermut, en un pueblecito de alta montaña del
pirineo catalán de lo más cuco, Camprodon, un domingo cualquiera, día de
mercado, junto a la plaza donde los agricultores llevan ese día sus tomates,
pimientos, melones, sandías, cebollas…yo iba con mi inseparable lacito amarillo,
bien visible en la camisa. A los pocos minutos llegó un matrimonio acompañado
de sus tres hijos, de entre 3 y unos 11/12 el mayor, que se sentaron en la mesa
contigua que acababa de ser desocupada. Españoles. El mayor de los hijos se
fijó en mi lacito y me sometió a una analítica completa. Por momentos parecía
como si estuviera viendo algún ser de otro planeta, que tuviera cuatro piernas
y dos cabezas, tan descarado, como serio y como comedido; porque intuía yo que
se moría por decirme algo, pero, al mismo tiempo, se cortaba, se reprimía. Y
yo, que me percate de su curiosidad al instante, para que no le faltara de nada
al chaval le hablaba a mi esposa en catalán y, acto seguido, me lo miraba
también a él, como invitándole a decirme lo que estuviera discurriendo por su
tierna sesera. Nada. Solo me miraba, miraba el lacito, todo serio, y volvía a
su naranjada. Me imagino que se pasaría el día, o el tiempo que estuviesen en
el pueblo, de flipe en flipe y tiro porque me toca: había lacitos amarillos
por, sobre todo, el centro del pueblo y los puentes de los dos ríos que
confluyen en el pueblo. El puente romano, símbolo por excelencia del pueblo,
estaba adornado por dos lazos gigantes, amén de las incontables pancartas
exigiendo la libertad de los presos políticos y de esteladas (de ERC) que
colgaban de ventanas y balcones por todo el pueblo. Nada nuevo, por otro lado,
que no hayamos visto en todo el trayecto desde Barcelona, pueblo a pueblo, por
la autovía, autopista, carretera comarcal, todo está adornado de amarillo
reivindicativo, de pancartas y pintadas exigiendo la libertad de los presos
políticos. Hemos estado unos días disfrutando del turismo de alta montaña,
pueblo a pueblo, aldea a aldea como quien dice, y el color predominante ha sido
el amarillo allá donde hayamos ido por buena parte del pirineo catalán. Y sí:
te anima. Sobre todo, porque siquiera por unos instantes te has olvidado de que
hay una cosa que se llama Arrimadas; perdón, no quería decir cosa: quería decir
animal bípedo por momentos ininteligible que vive en un bucle quejicoso,
lastimero y gemebundo que no aporta ni una partícula de solución al asunto del
que se pasa el día llorando. Porque sí: porque todo este asunto es mucho más
fácil: vamos a las urnas. Así de fácil. Oh; pero en mi santa e inocente bisoñez
me había creído por un nanosegundo que España era una democracia. Ya. Y las
orejas de mi señora son de mazapán, nos ha jodido el andoba este. ¡Urnas no,
por dios! ¿No ves que se empieza por poner unas urnas para eso de la
independencia, y te quieren seguir la broma con más urnas por aquello de si
república o monarquía en España, o que si aforados sí o aforados no? La que se
puede liar: le pillas la marchita a eso de las urnas y tenemos urnas cada día.
Yo había pensado, de hecho, proponer un referéndum sobre si queremos las
sandias con, o sin pepitas. Pero como ya digo se me había ido de la pinza,
cuando la realidad es que vivo en un país donde las urnas se ponen cuando lo
dicta la autoridad incompetente, y nada más.
No deja de hacerme cierta gracia
muchos comentarios que veo por ahí, muchos posts, memes y muchas quejas
relativas a los enchufes socialistas del momento, empezando por la propia
señora del presidente Sánchez y acabando por el último cargo público nombrado a
dedo por el gobierno de este P$OE. ¡Bienvenidos a España! ¿Habéis dormido bien?
¿Dónde puñetas creíais que estabais? Según algunos sociólogos, tanto la
percepción como la permisividad del españolito medio en lo tocante a la
corrupción, ha variado desde el estallido de eso que algunos han venido a
llamar crisis y otros denominamos de otras formas, hasta el día de hoy. Ya
parece ser que no somos tan permisivos, tan pasotas, que de hecho dicen que,
según las encuestas, la corrupción ocupa el tercer lugar en el ranking de
preocupaciones de la población, tras el paro y el terrorismo. Pero me temo que
eso el día de las elecciones no se traduce en lo que se debería traducir, que
la madurez política del españolito medio brilla por su ausencia y que, a la
hora de votar, se deja llevar por otros criterios diferentes al del castigo al
corrupto. Eso lo aprovechan bien, por supuesto mucho mejor la derecha que la
izquierda, sacando las banderas y apelando a la unidad de la patria, por encima
de cualquier otra consideración. Que estos del P$OE nombren a quienes quieran
para ocupar esos cargos públicos, es lo mismo que hizo Rajoy en su momento y lo
mismo que hizo anteriormente Zapatero, y así se ha hecho desde que se concibió
este podrido Régimen del 78. Hoy el periódico El País se calla ominosamente;
pero aquí os dejo un enlace de como trataba en su momento los enchufes de
Rajoy: https://elpais.com/diario/1997/02/17/espana/856134011_850215.html
Ha hecho millonarios a 32 parientes y amigos gallegos. No es un problema de
siglas, de partidos, de derechas ni de izquierdas: es sistémico y afecta a
todas las áreas de la administración del estado. Y, a todo esto, se nos vienen
quejando periódica y sistemáticamente la clase política de los bajos sueldos
que perciben, que impiden, dicen, que los buenos profesionales se dediquen a la
política porque ganan mucho más como gestores de lo privado. Y es cierto que,
comparativamente hablando, los políticos españoles tienen unos sueldos de los
más bajos; pero eso mismo ocurre con los sueldos de los transportistas
españoles en relación a los europeos, o con los médicos, bomberos,
dependientas, cocineras, administrativas, comerciales y sus homólogos europeos,
etc. Y hombre, visto el fruto de su trabajo, también cabría la pregunta de que
si, en algunos casos, incluso cobran demasiado para lo que resulta de sus
quehaceres como políticos, porque lo que parece claro es que muchos de nuestros
políticos, si gestionasen lo privado como lo hacen con lo público, no pasarían
ni los primeros quince días de prueba en una empresa privada.
Podríamos expresarnos por los mismos
derroteros tratando el tema de la justicia en España, cosa que ya hemos hecho
desde aquí, personalmente, en incontables ocasiones. Y es que mientras no se
acabe con la mafia del CGPJ, no se acabará con la podredumbre en la cúpula del
sistema judicial. Continua con la historia del despropósito interminable del
juez Llarena, que ha sido denunciado por la defensa de los exiliados catalanes
por sus incontables muestras de prevaricación en el transcurso del sumario que
se sigue contra el anterior Govern de la Generalitat, denuncia que ha provocado
un nuevo y no menos sonoro ridículo judicial internacional, al pretender, desde
el CGPJ, que Llarena goce de inmunidad para actuar contra aquellos, con
independencia de si sus acciones son legales o no, porque denunciarlo ataca la
soberanía del poder judicial español, dicen. Para que lo entendamos todos con
claridad: según el CGPJ español, ningún tribunal extranjero puede juzgar las
actuaciones de un juez español en el transcurso de un sumario que ha requerido
de unas euro órdenes de detención internacional mal elaboradas, sumario en el
que el citado juez se declara abiertamente juez y parte afectada de la causa
que se sigue, y que ha vulnerado abiertamente el derecho de defensa de los
encausados, al producirse una animadversión personal y manifiesta por parte del
juez hacia estos. Y, es más: el CGPJ insta al gobierno español a través de sus
ministerios de Justicia y de Asuntos Exteriores, a que intervenga en la defensa
del juez ante el reino de Bélgica, como digo con independencia de si este juez
ha obrado legal o ilegalmente, a lo que el gobierno de Pedro Sánchez ha
respondido diciendo que estudiará la contratación de un abogado belga, que
defienda a Llarena ante los tribunales belgas. Este sociópata de los derechos
políticos individuales y colectivos no se va a escapar de rositas, si es que se
cree por un asomo que Europa va a premiar sus irregularidades procedimentales.
Y una muestra más del placer de país
en el que vivimos: cansado ya de que me bloqueen constantemente en el Facebook,
he decidido pasar definitivamente de esa red social, que tiene por norma,
primero cortarte las alas; y luego disculparse si se molestan en comprobar que
no había motivos objetivos para el bloqueo. Basta que a cualquier papa frita le
moleste lo que escribes, para que te bloqueen y luego ya si eso usted perdone y
tal. Esa es la clase de libertad de expresión que se usa en el Facebook, así
que para que más: bye bye, Facebook.
A más ver
No lograran callarnos con este tipo de bloqueos, lo que demuestra que ni siquiera son inteligentes.
ResponderEliminarEn twitter y Google no hay problemas.
EliminarAnima también coincidir en la apreciación sobre el ambiente en pequeños municipios catalanes. Da la casualidad que también me he ido unos días al Pirineo, concretamente a la Val d'Aran. Nos fuimos por una ruta y volvimos por otra; podría decir que el 80% de los pueblos están sembrados de amarillo y esteladas. Muchos de ellos incluso con apoyo del Ayuntamiento. La única excepción es precisamente el valle mencionado, desde Les hasta el Port de la Bonaigua, pasando por Vielha y por supuesto Baqueira. Deduzco que, desde hace muchos años toda la zona es un reducto muy monárquico, ya con leer un poco sobre la historia del túnel de Viella encuentra uno claros indicios. El resto creo que es de dominio público.
ResponderEliminarVaya, quería añadir que me fui con mi esposa. eL caso es que estuvimos igualmente sentados en terrazas, captando el ambiente y demás. Si se hiciera un referéndum con garantías, seguro que la diferencia entre indepes y unionistas sería bastante mayor a favor de los primeros. El problema es que esas garantías no las veo, y es ahí donde acabo pensando que existe fraude electoral. No puedo acusar sin pruebas, pero en este caso expreso mi derecho a pensar que hay tongo. Indicios hay muchos.
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