En la vida hay cosas que no acostumbramos a llevarlas bien.
Ni meridianamente bien; he hecho, bastante mal.
A nadie, al menos a nadie que se tenga por persona sensata, le gusta
hacer el ridículo ni le gusta reconocer que, pues mira, hombre, es verdad: me
han tomado el pelo. En España llevan 40 años tomándole el pelo a la gente, a
todos nosotros, desde el primero hasta el último pasando, por supuestísimo, por
el que se crea más listo y asegura que no, que a él no. Aquí os dejo, por si os
gusta el chafardeo, la lista de Morosos de Hacienda 2.018 https://ep00.epimg.net/descargables/2018/06/28/af86baa9f3075d3bc7d1aac0d148e77c.pdf
Entre los personajes que “enamoran” a su público pero se escaquean de sus
obligaciones fiscales a través de las empresas que crean para tributar menos,
como el caso de Máxim Huerta, vemos a nombres como el de Miguel Bosé o Patricia
Conde. A estos dos personajes, por cierto, el vulgo no los tiene por ser unos
políticos corruptos, herederos de Paca la Culona, etc. como tampoco lo era el
ultimo ministro dimitido, al que habría que exponer en algún museo de rarezas,
de anomalías contraculturales o algo así. En fin: que a pesar de que el fisco
hace su trabajo la gente, esta gente, sigue a lo suyo: al escaqueo pensando,
probablemente, que ellos no van a ser pillados porque son más listos y, en todo
caso, seguro que encuentran alguna “excusa” en algún cajón de los desfatachados
estos. Oh, sí, claro, que cabeza la mía: también se puede interpretar como que,
en el fondo muy hondo, no dejan de ser unos revolucionarios que luchan contra
el sistema, que no quieren formar parte del rebaño, que a su manera batallan
contra el establishment, contra el status
quo, son los últimos libertarios y esas cosas, ¿verdad? no obstante tendemos a
ser malévolos y pensar lo peor, cuando muchas de esas personas y empresas que
aparecen en la lista de morosos, no lo son por voluntad propia, sino porque le
he ido mal en sus negocios, que es algo que le puede pasar a cualquiera, que
acaban en la misma lista de los listos a los que les van tan bien los negocios,
que aun quieren que les vaya mejor; a costa de los demás, claro, que para eso
dios inventó la palabra democracia.
Y como uno es un mindundi que no tiene ni nada que ganar que
me haga multimillonario ni nada que perder, me puedo permitir decir la verdad
de lo que pienso sin temor a nada que pudiera perder por ello, ni vergüenza me
queda, fíjate tú. En esa línea de transparencia tengo que haceros una
confesión: últimamente lucho contra el “monotema” para que no me atrape
irremediablemente y me vea escribiendo folios y más folios sobre el Procés y
todos los personajes que intervienen en la trama, digna de ser escrita por un
tal Orwell y dirigida en la gran pantalla por un tal Kubrick. Un imposible,
obviamente. Aquí, en todo caso, nos tendríamos que limitar a aspirar a un guión de un tal Azcona y la dirección de un tal Berlanga, todo lo más. Geniales
ambos, por cierto. Y no es porque no están pasando cosas, que pasan cada día y
muchas, sino porque y entre otras razones porque comprendo que os cansa y que a
mí se me ve mucho el plumero, cosa que tengo a gala, por cierto, porque si a
estas alturas de mi vida tengo que reprimirme el hecho de ser republicano,
apaga y vámonos, que se dice. No sé cómo ni qué le explicará esa madre a ese
niño de la foto que encabeza este párrafo, que justifique esas lagrimas y esa
cara de espanto de la criatura, que se ve rodeada de gigantes armados que se
quieren llevar a su madre, cuando hacía unos momentos, probablemente, ambos
disfrutaban de un día de paseo, tranquilos, inocentes y felices,
pacíficamente viviendo su libertad y su democracia. No sé cuantas cosas, ni el
profundo calado de estas, ha tenido que estar haciendo el Felipito Tacatúm este
durante todo este tiempo, cuatro años, que le ha impedido salir en la caja
tonta para decir que eso no se hace, que eso no quiere volver a ver que se
repita en un país donde prevalece el estado de derecho, la democracia, la
libertad de expresión y de ideología política, y todas esas cosas que se dicen
con toda pompa y boato para según que casos y cosas, país del que él es el jefe
del estado; pero para esta por lo visto, pues no, no le encuentra un momento. De hecho y como bien sabéis,
no ha tenido la criatura ocasión durante estos cuatro años para condenar esta y
otras muchas imágenes que se dieron en su gran día, con motivo de su
coronozación como rey sin corona, corona perdida que abandonó aquel amigo del
general golpista Primo de Rivera, un tal Alfonso XIII, cuando salió por pies de
España.
Decidme que soy cortito de entendederas, quizá no me llega
para más, todos tenemos nuestras limitaciones y por tanto no entiendo, ya no
digamos que comprendo, a todo ese coro de españolitos de bien que agitan su
banderita española, aplauden y vitorean al monarca este con motivo de algún
acto público en el que se deja ver un momentito. No sé qué les da, porque a mí
no me llega, no me da. Más bien me sale muy caro, y encima me insulta. Me
insulta a mí como ciudadano de unos de sus terrenos conquistados, e insulta a mi
pobre y escasa inteligencia. A ver si lo vamos pillando: no es el mejor camino
para ganarse mi respeto; ni mi respeto ni un mal puto y triste vaso de agua. El
único rey que reconozco haber tenido como debilidad, ahora tiene 20 años, es un
gigante que me pasa más de una cabeza, hace Presing Cacht, tiene el pelo largo que casi le llega
hasta el culo para vacilar con su grupo de música y ligar con su más que pulido
inglés, por el que daría mi vida, sin duda. Pero solo ese rey. No tengo ni he
tenido más, entre otras cosas porque es que tampoco me han preguntado si lo
quiero tener. Llámame tonto pero por lo tanto ¿cómo lo voy a reconocer? Por la
misma ley por la que no reconozco como tal esa supuesta democracia que vivimos
y que repiten machaconamente que lo es, a ver si nos lo acabamos de creer a
base de picar y picar. Pero si hay una cosa que me maravilla del idioma
castellano, idioma que me encanta por cierto, que admiro y trato de respetar
como escribidor enganchado, es su refranero. Que maravilla, por dios. Y cuánta sabiduría hay en ellos. A mí hay uno que no por repetido deja de enamorarme: Obras
son amores y no buenas razones. Es…redondo, pluscuamperfecto, no en su definición
gramatical como pretérito, obviamente, sino en su definición como sinónimo de perfección.
Es per se un axioma irrefutable que tiene, entre otras virtudes, la de
desenmascarar al tunante, al listillo, al mentiroso, al cobarde y hasta de espabilar al tímido. Y por
decirlo de algún modo políticamente correcto, las últimas actuaciones de este
personaje real, acompañado de su inefable Letizia que cuentan ambos, entre sus
amistades (¿pero tú que tienes que decir de los amigos de nadie, hombre? que la
gente es muy libre…) nada más y nada menos con la de su “compi-yogui (miss
you!!)” del tal López Madrid, implicado en el tema de las tarjetas black, en un
feo asunto de acoso a una dermatóloga, en la financiación del PP y en el pago de comisiones a Ignacio González, las últimas actuaciones decía, que es que hay
cosas que se me disparan solas y me voy, con relación a Catalunya, no le hacen
precisamente merecedor de mi invitación a venir a cenar en nochebuena a casa. El
día que este mercachifle charanguero respete, no solo verbalmente sino con
hechos concretos, que en una democracia con 47 millones de habitantes haya una,
cincuenta y una y millones más una, de personas que se sienten y son
republicanas, quizá empecemos a vivir en la misma democracia. En Catalunya tiene
millones en contra porque él solito se lo ha buscado, a no ser que alguien le
pusiera una pistola en la cabeza para comportarse como se comportó el 3-O,
libremente decidió hacer algo que la ley le prohíbe hacer: dejar de ser árbitro para tomar partido por un bando en un conflicto político, y hacerlo ofendiendo además
a una parte de la población catalana que dos días antes había sido apaleada
ante los ojos del mundo, por el simple hecho de querer votar. Que era ilegal,
sí porque así lo declaró un tribunal de nuestro peculiar sistema judicial; pero
precisamente por ilegal la violencia policial estaba injustificada, ya que no
iba a tener una consecuencia real, práctica ni material alguna. Cuando un árbitro
pita fuera de juego, por mucho que el jugador vaya a su bola y termine por
marcar el gol, naturalmente que este no sube al marcador, pero no se ensaña el árbitro
con él y lo expulsa por ello porque desde que hizo sonar su silbato, todo lo
que pase no sirve de nada, queda automáticamente anulado. Aquella presencia y actuación
policial, no era otra cosa sino que el sinónimo de la bajada de pantalones de Rajoy
ante las presiones de las fuerzas colonialistas castellanas, que como poder fáctico
hizo sumarse al rey a la lucha contra los sediciosos que querían poner en
peligro el imperio y con ello, claro, las alcancías ladroneras reales. Aquello no
podía ser, no se podía tolerar de ninguna de las maneras. Y así se llega a ese
punto en el que aquellos que se autoproclaman como estado, justifica que a
veces ese estado tenga que olvidarse de la ley para imponer la ley. El oxímoron
perfecto, la cuadratura del círculo, sencillamente mágica. Luego, todo es cuestión del relato, que siempre hay quien te
lo compra y hace su bandera de él.
A más ver