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domingo, 24 de junio de 2018

DESPERTARES




Veo, leo, escucho, intento entender y comprender a los habitantes de este país llamado España y…caigo en un sopor, en un aburrimiento, en un estadio de atolondramiento tal, que amenaza con desactivarme y convertirme en otro elemento más decorativo, inerte e insustancial, sin vida, llamado español. Aquello de la furia española no era más que propaganda, hombre o, en su defecto, solo aplicable al fútbol, porque después el españolito medio y el de abajo, nada de nada, ni chicha ni limoná, que se dice o como definieron perfectamente Jarcha en aquella canción sobre la libertad sin ira:”…pero yo solo he visto gente/ muy obediente/ hasta en la cama…” con el añadido de la excusa perfecta de que, a estas aturas del año, la peña ya anda más ocupada y preocupada de sus sacrosantas vacaciones y no está por mucho más. Y si no ya se encargan los informativos de enseñarnos a todas horas sobre a donde debe ir el rebaño, para rellenar gozosa y alegremente hasta atestar las playas de nuestro paraíso imperial vacacional. Si yo os pregunto sobre Tehodore Kaczynski , también conocido como Unabomber, me pregunto cuántos o cuantas de vosotros sabéis algo de él. Yo hay veces cuando estoy parado con el coche en un semáforo en rojo, por ejemplo, sobre todo en carreteras comarcales donde ves que no se acerca ni un coche en kilómetros, lo que tu sentido interpreta y te impele a saltártelo y seguir tu camino, me acuerdo de él. Esa simple escena que habéis podido visualizar a través de mis letras, es un ejemplo paradigmático de hasta dónde llega nuestro proceso de esclavitud y sumisión social como rebaño: un paraje semidesértico, una carretera comarcal, tú y tu coche, solos y parados ante ese semáforo, sin coches en lontananza que den sentido a tu parada. Y te paras y ahí permaneces parado hasta que el semáforo te dice que te puedes mover. ¿En cuántos y cuantos trabajos lo que se le dice a la gente es poco menos que tu siéntate ahí, haz lo que te digo y como te lo digo; y no se te ocurra hacerlo de otra manera, porque te lo digo yo y punto? Y lo haces. Y a hacer puñetas tu creatividad, tus posibilidades de enmendar o poder mejorar algo, porque tienes que hacer lo que te han dicho, y eso es lo que haces. Al final lo que te delata como victima de ese sistema es aquello del: ¿y para que me voy a comer el coco? Cojamos, por ejemplo, el primer párrafo del llamado Manifiesto Unabomber, que reza así:

“La Revolución Industrial y sus consecuencias han sido un desastre para la raza humana. Ha aumentado enormemente la expectativa de vida de aquellos de nosotros que vivimos en países “avanzados”, pero ha desestabilizado la sociedad, ha hecho la vida imposible, ha sometido a los seres humanos a indignidades, ha conducido a extender el sufrimiento psicológico (en el tercer mundo también el sufrimiento físico) y ha infligido un daño severo en el mundo natural. El continuo desarrollo de la tecnología empeorará la situación. Ciertamente someterá a los seres humanos a grandes indignidades e infligirá gran daño en el mundo natural, probablemente conducirá a un gran colapso social y al sufrimiento psicológico, y puede que conduzca al incremento del sufrimiento físico incluso en países “avanzados”. 

Y ciertamente es difícil no estar de acuerdo en el fondo que subyace del enunciado: aquellos avances que propiciaron la revolución industrial y que nos dieron la sensación de libertad y de bienestar, como contrapartida nos ha convertido en esclavos de esos bienes de consumo y, por consiguiente, nuestro sufrimiento radica en no poder disponer de ellos sin un trabajo que nos lo pueda proporcionar, ergo nos hemos convertido en esclavos del lado perverso de ese sistema, que nos obliga a tener un trabajo, cualquier trabajo; aunque este comporte un sinfín de indignidades, con tal de poder permanecer disfrutando de esos bienes de consumo que nos hacen aparentemente libres y felices, con tal de poder permanecer siendo un tornillo, una tuerca, una pieza mecánica más del conjunto y no ser unos asociales. Podemos decir y de hecho decimos después que la felicidad radica en disfrutar de los pequeños placeres de la vida. Sí. Es posible porque yo también lo he probado. Pero tú como individuo te cuestionas si llevas una vida plena sin ese poder desarrollar toda tu capacidad evolutiva como ser pensante y racional, porque esta sociedad no te pide que hagas eso a cambio de proporcionarte esos bienes materiales, sino que te sientes y hagas lo que se te dice, y punto. ¿Cómo no va a ser aparentemente sencillo para los medios de comunicación, que han devenido en un elemento crucial para el atontamiento de las masas, conducir al rebaño hacia el lado conveniente cuando conviene, determinando que es lo que se lleva ahora, que mal está el trabajo, lo que aguanta la gente por una nomina indigna a fin de mes (¿cómo no vas a aguantar tú también, sin ponerte en peligro?) si llegas al mes, y/o quienes son los enemigos que pueden poner en peligro tu esplendido sistema de vida? Y claro: te paras ante ese semáforo en rojo, como te tragas la última moda en móviles, en pantalones rotos, en coches que van solos, y te tragas quiénes son tus amigos y quienes tus enemigos, porque es indudable que, para que haya un lado, el de los buenos, debe haber el de los malos, que te harán odiar contándote de ellos toda suerte de atrocidades, aunque haya que inventarlas, porque lo que hay que fortalecer es tu deseo de pertenencia al lado que te dicen que es el de los buenos, el tuyo, como ocurre a la inversa con el enemigo, que también pueden creerse el de los buenos y resultar, por lo tanto, que tú estás en el de los malos para ellos. ¿Y si no hubiera un lado de buenos y otro de malos, sino solo uno: el de los corderos? Todos podemos armarnos de poderosas razones para fortalecer nuestra convicción de que nuestro lado es el de los buenos, claro que sí. ¿Sino cómo íbamos a soportarnos a nosotros mismos? No podemos pasarnos la vida cuestionándonoslo todo, como no podemos acabar como el señor Tehodore Kaczynski, con ocho cadenas perpetuas por cumplir en la cárcel de ADX Florence, prisión de máxima seguridad del estado de Colorado, en régimen de aislamiento total. Con tanto neoludismo se le fue algo la olla, pero nos dejó algunas reflexiones interesantes sobre las que discernir un poco, como otras en las que uno no puede estar de acuerdo por principios. Para ahorraros la visita al buscador, el neoludismo es una corriente filosófica que se opone al desarrollo tecnológico. Porque el señor Ted Kaczynski era un filosofo, además un matemático brillante que presento una tesis que tuvo mucho éxito en ciertos ambientes, siendo presentada como la mejor tesis de la universidad de Michigan de aquel año. Su tesis doctoral se titulaba "Boundary Functions" (Funciones en la Frontera) y con ésta resolvía, en menos de un año, un problema matemático que uno de sus profesores en Michigan no fue capaz de resolver jamás, George Piranian, quien más tarde realizó unos comentarios sobre Kaczynski en los que decía que, "No es suficiente decir que era listo”. Una mente brillante. Lástima que, como digo, se le fue la olla, le diagnosticaron una esquizofrenia paranoide y acabó convirtiéndose en un terrorista que enviaba cartas y paquetes bombas a determinadas personas, universidades y líneas aéreas para, según él, “despertarlos”.  
                                                                             

Y tú, ¿necesitas “despertar”?

A más ver           



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