Vivir lleva su tiempo, que decía
Albert Camus, el mismo que dijo que, los de su generación fue, precisamente en
España, donde aprendieron que uno puede tener razón y ser derrotado, que la
fuerza puede destruir el alma y que, a veces, el coraje no tiene recompensa. Pero
indudablemente eran otros tiempos y otras las circunstancias. Hoy este país no
demuestra ni esa misma fuerza ni ese mismo coraje porque la sociedad española
actual dista mucha de semejarse a aquella que llevó a Camus a afirmar tal cosa
sobre la derrota de la razón a manos de la fuerza, y el coraje sin recompensa.
Lo que no dijo el escritor argelino nacionalizado francés, es que nada hay más
digno que luchar por esa razón con ese arrojo, porque la última de las
libertades del ser humano, no es otra cosa que poder elegir, y hubo quien luchó
dando su vida por su razón con todo su coraje. A eso se le llama, como digo,
dignidad. La nuestra, la dignidad de esta sociedad española actual, o bien está
directamente en la sala de espera o tiene su aparición con cuenta gotas. Por
eso no somos merecedores de esa libertad que tanto exigimos: porque no nos la
hemos ganado debido a que la gente se cree que eso de la libertad y la
democracia viene en el paquete de galletas o la caja de bombones, y no se dan
cuenta de que son cosas que hay que lucharlas y conquistarlas cada día. El
estado gangrenoso de este país se pone de manifiesto cuando tenemos que
asistir, por ejemplo, al relato y la sentencia de casos como el de la chica esta,
Juana Rivas, en la que un juez impone su tesis patriarcal y casi que misógina
del caso a la hora de dictar sentencia, como réplica a una actuación de una
mujer desesperada ante la injusticia de los hombres. Pero este caso no va solo
de una injusticia manifiesta sufrida por una madre desesperada, va también de
la justicia que se aplica a los pobres, absolutamente diferenciada de la que se
aplica a los ricos, ya que si Juana no fuese pobre dudo mucho que la sentencia
hubiera sido la misma. No olvido, ni debéis olvidar vosotros tampoco a la hora
de enjuiciar a los jueces, que hay muchos de ellos que hacen las cosas como es
debido: con imparcialidad y equidad, que es lo que se espera de un juez.
Muchos. Como pasa también, por ejemplo, que hay muchos jueces, la mayoría, que
saben tramitar una euro orden de detención contra alguien y que es
adecuadamente atendida fuera de nuestras fronteras como es debido: porque las
cosas se han hecho apropiadamente desde el juzgado español.
Si los políticos renuncian a hacer
política y dejan que sean determinados jueces los que interfieran en la vida
política, es cuando realmente hemos perdido el norte de las cosas. Porque además
esos jueces no son unos jueces elegidos al azar. Son elegidos en base a un
sistema que propicia la injerencia de la política en la justicia, violando de
esa forma el precepto constitucional de la separación de poderes y son, además,
elegidos por y para defender las posturas políticas de determinados partidos,
más que para hacer justicia. Ya sé que soy un tostón de tío que no para de
criticar la justicia de este país; pero es que tengo la sensación de que la
mayoría de españoles no es plenamente consciente de la gravedad del asunto, de
la amenaza que significa tener y mantener un sistema judicial como el nuestro https://elpais.com/politica/2017/06/07/actualidad/1496827709_980747.html
catalogado por el Consejo de Europa como el peor del continente en lo relativo
precisamente a algo tan fundamental como la lucha por la imparcialidad de su
justicia. Así, por ende, es imposible que la democracia de ese país goce de
buena salud, todo lo contrario: necesita con premura de una visita a Urgencias
para intervenir de forma inmediata contra ese cáncer y extirparlo de ipso facto.
No me hagáis mucho caso. Quizá sea mi
coco que está continuamente distorsionando la realidad y me quejo de puro
vicio. Quizá mi sesera me traicione y mi visión de las cosas que pasan en este
país adolezca de un exceso de catastrofismo y no me permite ver lo bien que
vamos en el tema Champions y Europa League, en los que somos unos fieras por lo
visto y que poco lo valoro, como no valoro los tropecientos mil millones de
puestos de trabajo que se han creado gracias a las magníficas magnificencias de
la majestuosa reforma laboral de ese padre de la patria que, recientemente, en
un gesto de humildad que le honra, ha dejado la política para trabajar como un
currante cualquiera sometido a su propia reforma laboral, nuestro amado líder M.
Rajoy. Y eso, quizá, sea debido a que me tienen sorbido el seso los de la pérfida
TV3 de los catalanes mentirosos, vagos y golpistas, que se pasan el día
reclamando una república como quien reclama en la barra del bar una cerveza y
unos boquerones; o quizá sea eso, más el añadido del calor este pegajoso y húmedo
de Barcelona que te deja en estado catatónico, que para qué viviré yo en
Barcelona pudiendo vivir en Helsinki, Finlandia, que estaría más fresquito y donde
podría asistir a misa en la llamada Iglesia de Piedra, que han sustituido los
coros y el órgano por una banda de Heavy Metal y puedo pasarme, además, oliendo
todo el día a salmón, comiendo salmón y dándome masajes con aceite de salmón. ¡Viva
el salmón! ¿Qué yo no voy nunca a misa? Porque quizá he estado ciego y sordo a
la llamada del señor y porque los CDR independentistas me han dado una paliza y
me han violado, para que no haga ese tipo de cosas tan típicamente españolas y
por eso no iba a misa. Porque si voy me pegan los independentistas y me hacen
cosas malas. ¡Yo qué sé! ¿Es que acaso tengo que saber algo, con lo feliz que
se vive sin saber nada? Vivir así es angustioso: creyéndote que sabes algo cuando
en realidad no sabes siquiera que no sabes nada, sino que vives creyéndote que
lo sabes. Es como esos que se quejan de los políticos que tenemos: ¡Pero si los
habéis votado vosotros! No, ya sé que tú no, ni el otro ni el de la moto; pero
el proyecto de tortilla ha devenido en unos huevos revueltos por culpa de la
sartén, que estaba juguetona, probablemente. Y encima no me puedo tirar de los
pelos porque como estoy calvo… ¡argoderse! Que no, que argoderse es un palabro
que se inventan en una peli, Argo, que qué angustia de película por dios y la virgen
santísima de entre todas las vírgenes, tropecientas mil veinticuatro, según el
ultimo censo de vírgenes con papeles. A las sin papeles dice el Casado que no
las quiere ver por aquí porque no tenemos tanto papel y como ahora ya no se
estila aprovechar el papel por las dos caras…se jodan en alta mar y se ahoguen
¿o no? Pues es culpa también de los catalanes, porque si en España no tenemos
papel es porque en Catalunya los catalanes solo aprovechan el 25% de su masa
forestal, unas 500.000 hectáreas, para madera y de esa madera, entre otras
cosas, hacer papel como se ha hecho toda la vida. Solo el 25%, ¿serán rácanos? Ez
que tenemoz que tener un ziztema zoztenible, dicen. Nene, que hablan raro ya se
sabe, ¿pero, con la zeta? Bueno, no se nota mucho y así se me entiende también,
tú calla. La cuestión es que tienen la culpa de todo; y si no, mira la que están
liando con los Taxis, que van a poner en pie de guerra todos los taxistas de España
y eso ¿dónde se ha visto? Y ya veremos lo próximo que se les ocurre, porque
como dijo aquel los catalanes hacen cosas, y nunca se sabe con esta gente qué
cosas hacen, son imprescriptibles, imprescindibles, impresionables,
impresionantes, ¡imprevisibles! …es que no me salía el palabro. Y como ahora además
están con eso de la batalla de Waterloo 2, están insoportables con tanto
reclamar la república y la independencia, si hasta el Felipito uve palito Tacatúm
ahora está de buen rollo y quiere tomarse unas cervezas y fumarse unos petas
con los de la CUP. ¿Pues no han montado en Bélgica un sitio que lo llaman la
Casa de la República en la misma Waterloo, donde reside el puixdemoño ese y
desde donde dicen que van a liar la Mundial? Si es mundial, yo no me lo pierdo.
¡Niño! ¡Las palomitas!
A más ver
No hay comentarios:
Publicar un comentario