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martes, 3 de julio de 2018

HABLANDO DE HABLAR




Si hablamos de aplicaciones de leyes, hombre, a mí me gustaría aportar una pequeña reflexión. Porque podría darse el caso de que a uno le diera por pensar que, visto lo visto y que si la ley es ley y hay que aplicarla porque si no aplicamos la ley esto al final acaba siendo un desmadre y una anarquía, a uno le puede parecer muy bien que la detención y crucifixión de Jesús se llevara a cabo, según dictaban las leyes del lugar y de la época. Si eso era lo que dictaba la ley, en aquel momento y en aquel lugar, los acérrimos defensores de la legalidad deberían sentirse satisfechos. Lo que ocurre es que a veces, algunas veces, las leyes son manifiestamente injustas y es normal, conveniente y necesario, que la gente se rebele contra ellas con las armas de las que se disponga. Pacíficamente, se entiende; y hasta donde haya que llegar, si es necesario, porque es así y no de otra forma como se han conseguido revertir históricamente muchas situaciones injustas, creadas por la aplicación estricta y escrupulosa de esas leyes. El derecho a tener derechos implica el derecho a defenderlos frente a quienes violen nuestros derechos, sean delincuentes comunes o políticos, y no lo digo yo porque se me acabe de ocurrir, lo dicen prominentes juristas que argumentan el derecho de la gente a su libertad de expresión, de manifestación y participación directa en política a través de concentraciones, movilizaciones, etc. Viene a cuento por todos aquellos y aquellas, creadores de opinión profesionales, que critican el derecho de la gente a manifestarse, como en el caso de las movilizaciones por el caso de la manada de hienas que se creyeron lobos, porque tanta manifestación, argumentan, pueden llegar a influir y en todo caso menoscabar las decisiones que se adopten de acuerdo a la ley. Son la misma camarilla que se ponen como fieras por los lazos amarillos que llevamos algunos, como símbolo de una protesta, de una queja política por lo que entendemos una injusticia manifiesta, emanada de unas leyes indebidamente aplicadas. Poca tolerancia y poca democracia parecen demostrar, porque eso es lo que son en el fondo; poco tolerantes y poco demócratas, si les molesta un lacito amarillo. Y estos creadores de opinión son un peligro, en tanto que alimentan el odio de quienes después llegan a agredir a alguien por llevar ese lacito amarillo, como se ha dado en unos cuantos casos, y alimentan el odio de aquellos que arden en deseos de combatir a quienes han tomado la decisión de hacer una manifestación tan pacifica, como llevar un lacito, que ya me dirás tu a mí que daño hace eso a nadie. Al menos a nadie que tenga dos dedos de frente, dígome yo. Creadores de opinión, yo me pensaría dos veces algunas de las opiniones que creáis como fruto y manifestación de vuestra propia intolerancia, puesta de manifiesto por otro lado tantas y tantas veces en otros tantos temas.
                                                                                

Los catalanes tenemos muchos defectos, naturalmente, como todo el mundo, no somos ni más ni menos que nadie. Esto es de puro Perogrullo. Reconocerlo es una necesidad para con nosotros mismos y no reconocerlo, un error garrafal, porque así nunca podremos enmendarlos ni nos permitirá avanzar. Valga esto en política y en la vida en general. Pero también tenemos otras virtudes como contrapartida, exactamente igual que todo el mundo. Durante décadas no he dejado de escuchar las alabanzas españolistas acerca de nuestro carácter emprendedor, de acogida, de multiculturalidad, de tolerancia, de progreso y libertad, en definitiva. ¿Todo eso ha desaparecido de la noche a la mañana, y ahora somos, por arte de birlibirloque, lo peor de la especie humana, unos nazis criminales, terroristas y demás síntomas de las histerias ajenas? Porque yo no veo a la gente pelándose en el metro porque haya visto un indepe o a la inversa, ni veo que los turistas huyan de Catalunya porque seamos unos apestados; lo que veo es que la gente sigue a lo suyo, sigue con su vida y, si hay que manifestarse, se manifiesta uno, como en todos sitios. Lo que veo, y lo veo por los números, es que seguimos creciendo más que España, ya que el PIB previsto para este 2.018 refleja que tanto Catalunya como Madrid crecerán del orden del 2,9%, mientras el resto de comunidades andarán todas por debajo de ese nivel de crecimiento, situándose finalmente la media nacional en ese 2,9% que lideran Madrid y Catalunya. Y veo como vienen aquí a invertir gente tan loca y zumbada como los de Ferrari, Microsoft, Apple, que hay que ponerle coto a tantos mega cruceros, etc. Y veo también, por cierto, ya puestos, que todo eso lo venimos afrontando a pesar del boicot impuesto por el gobierno de Rajoy durante años a Catalunya, a la que se ha negado a aplicar los acuerdos firmados en múltiples materias, que padecemos un déficit galopante en materia de inversión en infraestructuras y su mantenimiento, con un corredor del Mediterráneo obstaculizado hasta la parálisis, gracias, entre otras cosas,  a que el señor Rajoy recibió unas subvenciones europeas para el corredor del Mediterráneo, pero al señor Rajoy le dio por recolocar esas subvenciones para otras redes ferroviarias del interior, cosa que puso en pie de guerra, por cierto, al sector empresarial valenciano, que se le atrevió a manifestar y afear al presidente tales desviaciones presupuestarias europeas a quien, por otro lado, la mayoría de ellos habrían votado, como es de imaginar y que ha llegado a mosquear, y no poco, a Bruselas. Y ya puestos en temas ferroviarios y la UE, en Europa recientemente se ha hecho público un estudio de las líneas AVE europeas, y quedamos tan mal paradas que se han acabado las subvenciones para las líneas deficitarias. De hecho, la única línea en España que no es deficitaria es la línea Madrid-Barcelona, del resto ninguna cumple con los estándares europeos de rentabilidad. Algunos de los problemas que causan ese déficit en nuestras líneas, según Europa, radica en el excesivo número de paradas que, por otro lado, dificultan que los trenes alcancen su velocidad idónea, paradas que por añadidura no tienen el número de clientes que compense y justifique la inversión. Y no sigo que después me acusáis de que os hago llorar, lo que nada está más lejos de mi intención, por supuesto.

Lo aguantamos todo; pero no puede ser que lo aguantemos todo, durante todo el tiempo. Alguien, créete tú quien ha sido en base a tus teorías, ha insuflado de tal modo y manera los ánimos que, guste más o guste menos, esto es una realidad incuestionable: ahora mismo España tiene a más de dos millones de catalanes cabreados con España, desvinculados de ella, que reclaman una república y no querer saber nada más de los gobierno españoles ni su monarquía. Eso es poco menos lo que le ha venido a decir a sus dirigentes los afiliados de Esquerra Republicana, que sea como sea lo que se tenga que negociar con España, si esta no les deja más opción para optar a la republicana catalana, que no descarten en ningún caso la declaración unilateral de independencia. Eso no es negociable para la militancia. Podemos negociar el cómo y el cuándo; pero nunca en ningún caso discutiremos la finalidad de todo esto, que no es otra cosa que la implementación de la república catalana. Ni esto es nuevo ni esperamos, obviamente, que el gobierno socialista nos ponga una alfombra roja. Pero piénsalo bien y dite: ¿te parece tan difícil, tan descabellado e irracional imaginar que nos hayamos cansado de aguantarlo todo, durante todo el tiempo?
                                                                                



A más ver

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