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lunes, 23 de julio de 2018

INVOLUCIÓN

                                                                           


¿Qué hace uno, sino solo disparar palabras? ¿Tanto miedo os dan? Jamás, que uno recuerde, y mira que fueron años y más años de un conflicto sangriento, despiadado e injusto, años en los que terminábamos las semanas, una tras otra, con decenas de muertos, hombres, mujeres y niños inocentes asesinados, volados por los aires o el canalla y cobarde tiro por la espalda; pero jamás, repito: jamás, el estado español intervino la Ertzaintza. En Catalunya, sin embargo, han bastado unas palabras y unas urnas, y el estado se ha puesto a temblar, como diría mi vecino Amancio, como una maricona, interviniendo los Mossos y todo ese jaleo guerra civilista que no lleva a ninguna parte, tan solo a enfrentarnos entre nosotros por los intereses bastardos y la cobardía de unos pocos que, ya lo veis: ahora se han evaporado, dejando ahí el problema para otros, sin pagar por el daño causado. Por favor: si yo buscara tu aprobación en todo lo que digo o escribo, mejor me dedico a idiotizarme jugando al Tetris ese. Quizá te pasas el día putead@ en el trabajo, seguramente mal pagado@, llegas a casa después de tomarte un par de cervezas en el bar con los amigos con los que discutes de cosas sin mucho conocimiento de causa, cenas, coges el portátil y descargas toda tu frustración contra el primero que se ponga a tiro, sueltas toda esa mierda que llevas acumulando dentro creyéndote, quizá, que eso tenga alguna afectación que vaya más allá de ti; pero no, no la tiene y lo sabes: solo crees, a lo sumo, que te desahogas, y ahí se acaba todo. Mañana será lo mismo. La misma rutina, la misma frustrante usanza de cada día, con tu alienación en constante avance hacia la cerrazón definitiva. ¿Dónde olvidaste, o perdiste, o se te estropeó o te robaron la idea de que la democracia es la tolerancia y el respeto a la diversidad? La tolerancia y el respeto a la diversidad. Algunos deberían copiar la frase mil veces. ¿Te suena de algo? Puedes culpar, en última instancia, a la cultura que recibiste, al entorno, a elementos ajenos a ti incontrolables…puedes justificarte como quieras; pero nadie más que tú es responsable de lo que haces y dices. A veces partimos de la base errónea de que todos somos iguales. En absoluto. No hay una cosa más disparatada que esa. Cada un@ de nosotros somos un universo diferente y perfectamente diferenciado, que puede tener nexos comunes pero, al final, cada cual tiene sus recursos, sus limitaciones, sus virtudes, defectos, aptitudes y actitudes personales y exclusivas. Solo faltaría ¿verdad? ¿Cómo vas a ser tu tan tonto como tu cuñado?; por dios… la cosa es que cuando se habla de que, por ejemplo, hemos sufrido en los últimos tiempos una involución democrática, esta no ha sido posible sin la aportación de nuestra propia involución como personas que configuramos la población del país. Sí: de ahí el famoso “A por ellos”, entre otras cosas, solo hay un paso.   

Resulta especialmente penoso darte un garbeo por la red y comprobar el nivel de algunos…no en este asunto en concreto del contencioso político, que también, sino en muchos otros. Algunos y algunas, todo sea dicho. Antes se decía, por ejemplo, que le dieses un cargo a uno y sabrías quien era; ahora basta con que le des un ordenador y wifi, y le sale todo casi que solito. Me revuelve las tripas, por ejemplo, ese machismo desatado que veo por ahí, a veces incluso alimentado por alguna fémina tan desquiciada como el autor masculino. Y sí: para bien o para mal tienen el mismo derecho que tú a expresarse como les plazca, aunque estos para llegar a su estadio de complacencia nos haga vomitar al resto. Probablemente lo mamaron desde pequeñitos en casa y tuvo su aportación vitamínica en la iglesia, centro principal de la desnaturalización de las personas en este país, una institución de lo más misógina, con una estructura vertical en la que ellas están relegadas a la condición de siervas. Aunque si solo fuera por eso, yo también tuve un padre de lo más machista y estúpido, con el que a los 6 añitos ya me enfrenté a él, recibiendo por ello el correspondiente correctivo que, si algo tuvo, no fue precisamente la virtud de corregirme, sino de alimentar mi rebeldía ante sus injusticias. A pesar de que vivimos las mismas modernidades de nuestros vecinos, nuestra sociedad sufre de un retraso notorio, especialmente remarcado en este punto. Y no, me temo que eso no se soluciona con un simple Decreto Ley. Asistí, por ejemplo, a bastantes reuniones de la asociación de madres y padres de la escuela de mi hijo donde discutíamos, a veces acaloradamente, sobre este y otros asuntos, y era salir de la reunión y ver a madres y padres volver a reincidir en esos pequeños tics de siempre, en esos detalles clasistas, en esas actitudes, por parte de los padres y madres, que no hacían otra cosa que retroalimentar la misoginia de sus hijos. No es por presumir de nada, pero recuerdo que cuando mi hijo, junto a sus coetáneos adolescentes, descubrió la sexualidad, uno de los primeros comentarios que me hizo mi hijo al respecto, era lo sorprendidos que estaban sus colegas por los conocimientos sobre el sexo que ya tenía mi hijo y el respeto que, desde entonces, ha demostrado mi hijo ante sus compañeras de instituto y, posteriormente, ante sus ligues ulteriores. Pero claro, por mucho que yo le explicara, si después yo mismo no lo aplicaba en mi vida conyugal, de poco servía; al contrario: alimentaria un conflicto interno en él de consecuencias imprevisibles. Creo haber sido más que buen padre, un buen educador en ese sentido con mi hijo y me siento orgulloso de él por ello, porque también fue un buen alumno en la materia. Pero, naturalmente, llega un momento en que tu responsabilidad como padre se extingue, tiene su fin, cuando el ya ha madurado lo suficiente, pasado el periodo del conflicto generacional con los padres, y es dueño exclusivo de sus propios actos. Tomemos por ejemplo el caso de la manada esa de hienas: por muy bien o mal que lo hicieran sus padres, no podemos hacerles responsables de lo que hacen sus hijos a determinadas edades, cuando se juntan por ejemplo en grupo y el deseo, el ansia y/o la necesidad de pertenencia a ese grupo, lo supera todo. No los justifico, naturalmente, porque violar a una mujer no tiene justificación alguna y hay que apartar de entre nosotros a esa chusma repulsiva y peligrosa. Pero es obvio que, como padres, somos los responsables de la primera educación que reciben nuestros hijos, y la primera educación la reciben en sus casas. Naturalmente que en casi 25 años que lleva aguantándome la “petarda” esta, hemos discutido muchas veces, ha habido malos rollos y momentos de mucha tensión; pero nunca nos hemos faltado al respeto. A veces se llega a un punto en el que es mejor meter el asunto en la nevera y, cuando se enfríe, al día siguiente, volver a tratarlo con más calma, con otra perspectiva, con otro ánimo, hasta llegar al entente. Sea como fuere yo creo que los de mi generación no hemos sido, globalmente, tan mal educados en ese aspecto como las generaciones presentes. No es porque necesariamente nosotros como padres lo hayamos hecho mal, porque la verdad es que son otros tiempos, otra época con otros modismos, con otras influencias ajenas distintas, que esta es una generación de jóvenes en muchos casos frustrada, maniatada, sin las perspectivas de futuro que podríamos tener nosotros, una juventud, en definitiva, con una más compleja sino imposible capacidad de evolucionar, entre otras cosas porque poco hay por ahí que ayude a la peña a la reflexión, todo es inmediatez, premura y urgencia y esto o lo otro lo quiero para ayer. Y naturalmente que sí: que los tengamos apalancados en casa pasados los 20 años, no habla de otra cosa que el fracaso de esta sociedad que, por chinchar un poco, no es lo que se dice precisamente comunista. Ahora que no se me tome por comunista, que tampoco lo soy. Todo lo más: un impío librepensador con el cerebro aun medio inerme a las 6.30 de la madrugada. Nada que no solucione un buen café…

Y perdón por el tostón…hoy no estaba para politiqueos baratos de este país de ferias. Ferias dispares que van de lo absurdo a lo cómico y de lo cómico a lo trágico sin más. ¿Y si fuera que los catalanes amamos tanto España, que la queremos libre de nosotros, que siga su rumbo y su destino, liberada de nosotros? Ya sé que no pero…¿y si sí? Sonríe, coño, que te van a pagar lo mismo…

A más ver               

2 comentarios:

  1. ¡Oye! ¿Porque no negocian Catalanes y Aragoneses y nos independizamos juntos? ¡No, solo era una idea!

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