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martes, 9 de octubre de 2018

AUTOCRITICA


  

Los situacionistas llamarían a estos hechos, deriva. La deriva política que se traduce en las luchas cainitas entre PDeCAT y Esquerra Republicana está crispando al electorado independentista, mientras aquellos se autodenominan legitimistas y los de ER, pragmáticos. ¿Te pierdes?: pues esto es solo el precalentamiento. Vayamos por el principio: ya dije, en el año 2.010, después de la primera mega manifestación reclamando la independencia, que si alguien podía cargarse el movimiento que acababa de florecer en la sociedad catalana, ese alguien no era otro que nuestra propia clase política, a la que, sin embargo, necesitábamos para llevar a cabo el proyecto que deviniera en la proclamación de la República Catalana. Después de todo lo llovido, y nevado y unas cuantas olas de calor padecidas, el balance es cuando menos…tenebroso: líderes políticos en prisión, sin olvidarnos de los Jordis, otros en el exilio, casi mil personas procesadas por diversas causas relativas al Procés, a cortes de carretera, huelgas, desobediencias y/o la celebración del referéndum del 1-O, políticos que un día te dicen que las personas no son importantes sino el Procés, y hay que aceptar el martirio en pro de la causa, pero que, a la hora de la verdad, les puede el yuyu, que se pelean por mantener la nómina publica, que piensan en Junqueras y en clave Junqueras y no asumen riesgos, y que están jugando a darse de dentelladas entre ellos poniendo en peligro la propia gobernabilidad de la Generalitat, arriesgándose, arriesgándonos a todos, a una debacle electoral que lleve a la derecha española a gobernar en Catalunya. Un asco, vamos. Yo, personalmente, José Varela, como tal y como republicano y socio de Ómnium, no puedo estar más en desacuerdo con la línea marcada por Ómnium de distanciarse y no apoyar el ultimátum de la ANC al Govern, que expira el 21-D. No tengo ningún dato objetivo que me lleve a pensar que el Govern esté elaborando unos presupuestos que no sean los puramente autonómicos, ni tampoco veo que Quim Torra ejerza más de presidente que de activista al servicio de Puigdemont. Ya soy lo suficientemente mayorcito como para asimilar que el movimiento independentista es absolutamente transversal, pero una cosa es eso, y otra que Puigdemont no le haya enviado ni una sola nota a Junqueras tras casi un año de prisión, que ni se haya puesto en contacto con su familia, que las relaciones entre ambos estén tan deterioradas que ahora mismo son irreconcialiables, que la ultima jugada del PDeCAT parezca destinada a hacer caer al President del Parlament, Roger Torrent, obligándolo a desobedecer la orden del Llarena en el Parlament porque es la figura visible con más fuerza de Esquerra Republicana, junto al vicepresidente Pere Aragonés. Según el auto dictado por Llarena, que suspendía de sus funciones a los diputados independentistas, estos podrían ser sustituidos por otros miembros electos; aunque no sustituidos a meros efectos de votación, por ejemplo, sino en todas sus funciones, derechos y sueldos. Esquerra ha sustituido a Junqueras y Romeva, pero el PDeCAT se niega a la sustitución y quiere que el President del Parlament acepte como válida la delegación de voto, y no la sustitución de los diputados. Los letrados del Parlament advierten al PDeCAT que los 4 votos “delegados” pueden ser considerados nulos, con lo cual el independentismo perdería la mayoría en la cámara y, a partir de aquí, Telma y Louise ante aquel precipicio del Colorado. 


Me revuelven las tripas. Tirios y Troyanos, ambos dos. Esquerra Republicana parece instalada en un estadio de pusilanimidad política amorfa, que alega que su pragmatismo es mejor que volver a las andadas y provocar más mártires de la causa; mientras del otro bando, parece oírse, en la lejanía, la voz, desde Waterloo, pidiendo ¡más madera! ¡esto es la guerra! ¡más madera…! Si te ha sonado a la escena de Groucho en el tren, es que era la escena de Groucho en el tren. Ya puede salir la niña bonita del PDeCAT a decirnos que todos tranquilos, que esto no rompe nada porque ellos quieren seguir gobernando, y no tiene nada que cambiar el partido con relación a sus diputados suspendidos, porque hasta ha mostrado una carta escrita a mano del Jordi Sánchez y resto de presos, que no quieren ser sustituidos sino delegar su voto como hasta antes de la suspensión por parte del Llarena, o sea que no hay tu tía, que sostenella y no enmendalla, que se dice. ¿Vamos bien?: no, no vamos nada bien, porque seguimos en el marasmo de gobierno. ¿Cómo lleva el señor Torra lo de la Ley de Dependencia?; ¿y lo de la Ley de Pobreza Energética?; ¿ya sabe que hay lista de espera para acogerse a esta última?; ¿para cuándo la actualización de los salarios de los funcionarios? ¿Ya se acuerda de gobernar el país? Porque más allá del cainismo político, hay vida, hay vidas, muchas vidas de otras tantas personas que necesitan atenciones y que se cubran sus necesidades más básicas; y no: no todas quieren ser independentistas, señor Torra, ni por ello debe dejárselas de lado, hasta mejor ocasión. Ser presidente de todos los catalanes queda muy bonito como frase paradigmática del discurso de turno; luego hay que ejercer de tal, gestionar el día a día, ganarse el sueldo, no limitarse a representar el papel de primer activista, que activistas somos muchos pero presidente solo tenemos uno.

Y luego está lo del titular del juzgado de instrucción número 13 de Barcelona, que después de un año y medio de instrucción del sumario, a partir del cual ordenó una serie de detenciones, registros, escuchas, etc. que llevó a investigar a una serie de personas (unas 40), por los posibles delitos de malversación, sedición y rebelión, se destapó ayer, un año y medio después, diciendo que él no veía indicios de rebelión ni sedición, ni tampoco era competente para instruir una causa de ese tipo. Sus investigaciones y la instrucción del sumario, sin embargo, sirvieron de base para la posterior acusación de Llarena por rebelión, sedición y malversación al Govern de Puigdemont. Tamara Carrasco, aquella chica de 34 años acusada de terrorismo por decirles a los CDR que pusieran unos neumáticos en la carretera y los incendiaran, cosa que hemos visto en infinidad de ocasiones en múltiples cortes de carretera, aquí y en todos lados, sigue confinada en su pueblo, sin poder moverse y sin saber, a día de hoy, de qué se le acusa exactamente, de qué hechos concretos, porque la acusación de terrorismo es muy genérica. Y seguimos para bingo…

¿No queríais autocrítica? 
                                                           

A más ver                                                

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