A menudo las cosas realmente
transcendentes en nuestras vidas son las que menos ruidos hacen. Otras, todo lo
contrario: sobra ruido. Cuando pienso en las primeras, por ejemplo, pienso en
el impagable esfuerzo, dedicación y sacrificio que hacen las personas que
componen la sanidad publica de este país, desde doctores a auxiliares de
enfermería, enfermeras y enfermeros, personal de limpieza, de mantenimiento, de seguridad…me dirás: cobran
por ello. Y es cierto, solo faltaría que lo hicieran gratis. Pero no cobran las
horas extras que se pasan trabajando, muchas de esas personas, para que tú
recibas una atención integral de calidad y sufren, muchas veces en silencio,
las humillaciones, ingratitud e incluso agresiones de pacientes descontrolados,
o de familiares que no asumen la realidad de algunas situaciones. Yo por eso
cuando acudo al hospital a hacerme alguna prueba o pasar la visita con mi oncóloga
preferida, miro de ser, primero, paciente, de paciencia, compresivo, coopero y
no dificulto las cosas, me trago mis nervios y miro de ser breve, constructivo
y transmitir buenas vibras, que diría mi hijo. Y en navidad, incluso les llevo
una botella de cava al equipo de oncología.
Otra de las cosas, absolutamente
transcendentales, que pasan en nuestra vida sin apenas percatarnos o percatándonos,
desgraciadamente, cuando ya es demasiado tarde, es una cosa tan así, tan “pueril”,
como el adoctrinamiento que hemos sufrido en las escuelas los alumnos que
padecimos el viejo régimen de la fascista Paca la Culona, como llamaba al Paquito
su acolito Queipo de Llano, que tampoco es que fuera el Georges Clooney del ejército
español. Y así como en esta vida hay gente servil y otra que se sirve del los
serviles, infinidad de esos alumnos jamás se rebelaron, ni cuestionaron ni se
cuestionaron nunca nada; solo temían al castigo y por eso callaban y tragaban,
o eran como yo: un precoz antisistema que se fugó de casa la primera vez con 6
años, a la que le siguieron infinidad de fugas hasta que conseguí la
definitiva, con 13 años. Y no me estoy poniendo como ejemplo ni tampoco estoy
diciendo que lo que yo hiciera es lo que los demás tuvieron que hacer, cada cual
es cada cual y sus circunstancias. A mi me tocó espabilarme pronto, enfrentarme
al canalla machista, borrachuzo y amargado de mi cornudo padre, a esos cuervos
ensotanados de los curas y empezar a trabajar para ganarme el pan, con 13 años.
A mi manera, ya era un antisistema que renegaba de aquella educación a base de
reglazos, capones y castigos. Pero la inmensa mayoría se conformaba, se
adaptaba, no protestaba, preferían ser corderitos mansos y sumisos, y así
crecieron y así han vivido prácticamente todas sus vidas. A algunos de esos seres
mansos y serviles, con motivo de la “festividad” del día de la Hispanidad, que
viene a ser el día que festejamos aquí en España que un día fuimos a descubrir
las indias pero lo que descubrimos fue otra cosa; de todos modos allá que
llegamos, saqueamos, asesinamos y masacramos a hombres, mujeres y niños para robarles
sus tesoros, acabar con su cultura e imponerle la nuestra a base de torturas y
crimen tras crimen hasta conseguirlo, eso festejamos, hete aquí que Grande, la
Una y Libre; a algunos, decía, con motivo del pasado ya 12-O les he escuchado
decir gilipolleces como que estaban manifestándose para defender la bandera
española, que hay que defenderla hasta la muerte. ¿Un cacho trapo vas a
defender? ¿En serio? Valiente mamarracho. ¿Dónde estabas tú y tu defensa hasta
la muerte de la bandera de España, cuando a esta los políticos la han saqueado
y esquilmado a conciencia; dónde, cuando desahuciaban, y siguen haciéndolo hoy
día, a niños y a personas mayores; dónde cuando aquel criminal nos metió en una
guerra que nos convirtió a posteriori en objetivo prioritario del terrorismo islámico;
dónde estaban esos de la banderita española, cuando han visto partir a nuestros
hijos al extranjero porque aquí no tienen futuro; dónde se escondían cuando privatizaban
la sanidad pública, que era uno de nuestros pocos orgullos como españoles; dónde
cuando la banca nos ha robado en nuestras narices con premeditación, alevosía y
ensañamiento; dónde se han escondido cuando delante de ellos han maltratado a
una mujer por el hecho de ser mujer? Ah, calla: que es que la mayoría de ellos
fueron los que votaron a esos políticos que nos han robado a conciencia, los
que votaron a ese criminal de guerra que sigue libre y dándonos lecciones de
todo, los mismos que han practicado a lo largo de sus vidas el machismo más
repulsivo en sus hogares y con sus esposas he hijas, a las que han educado para
servir al macho. Macho; pero español y mucho español, eso sí.
Así que lo siento pero yo el 12-O
como español, tengo más motivos para avergonzarme que para enorgullecerme como
tal. Si a ti te han vendido otra cosa con la que te sientes más cómodo, es cosa
de cada un@. No voy a ser yo quien te impida celebrar los crímenes de lesa humanidad
que cometió este…reino, para convertirse en un Imperio venido a mucho menos a día
de hoy, porque cómo seremos de guays, que todos aquellos territorios
conquistados, hoy ya no nos pertenecen porque, como digo, vamos tan de guays
por la vida, que después del trauma de la conquista vino el trauma de la pérdida
por no saber gestionarlo como gestionaron, por ejemplo, Gran Bretaña sus territorios
conquistados, que ha día de hoy siguen respetando y pagando a la corona británica,
como miembros de la Commonwealth.
No busco un cuento con final feliz,
sino ser feliz; sin tanto cuento. No es mía la frase, pero define bastante bien
lo que pretendo. Y ahora, me voy a preparar el segundo desayuno, que con uno no
tengo bastante: marchando otras torraditas con mantequilla y mermelada de frambuesas
y un café con leche! Eso me ha tomado nada más levantarme a las 7.30; y repito
a las 9. A vuestra salud…
Feliz día de la post hispanidad 😉
A más ver
No hay comentarios:
Publicar un comentario