Uno de los atractivos de estar vivo
es desconocer por completo qué es lo que va a pasar mañana. Lo llaman destino.
Y por muchos siglos y milenios que tenga como tiene la historia de la
humanidad, es algo que sigue escapándose a nuestro control; sigue tan imprevisible
como el primer día en que alguien le puso el nombre al destino. En ese sentido,
aventurarnos a día de hoy a vaticinar lo que ocurrirá el 1-0 en Catalunya, me
parece precipitado. Un tema que, a cada día que pasa, expande más y más su área
de influencia y afectación, hasta el punto y por ejemplo que, a día de hoy, los
únicos que quedamos y que no hemos sido aun amenazados por parte de Moncloa, somos
los propios ciudadanos, destinatarios primeros y últimos de la convocatoria a
la urnas. Y como quiera que fuera que este asunto se ha vuelto tan enrevesado
y, como digo, a cada día que pasa se enreda y complica más, se hace imposible
desde un post intentar abarcarlo en toda su amplitud y complejidad. No obstante,
hoy quiero detenerme sobre un punto en concreto, específico y políticamente
relevante, que tiene que ver con el posicionamiento ante este conflicto y
llegados al momento de hoy domingo 9 de septiembre, de una formación política de
la relevancia de Podem en Catalunya, y más concreta y decisivamente en
Barcelona. Porque a nadie se le escapa la transcendencia que tiene para unos y
otros, el ayuntamiento más importante de Catalunya, en todos los sentidos.
Si algo destaca a la formación de Ada
Colau ante la problemática creada con el tema del referéndum, es la propia indefinición
de esta formación, consecuencia por otro lado natural por la propia configuración
del partido, que recoge a un amplio espectro de sensibilidades diversas. Así,
los hay que de todas todas, se manifiestan abiertos al enfrentamiento con
Moncloa hasta sus últimas consecuencias; y los hay que su límite de actuación se
lo impone la ley, como también los hay abiertamente en contra de la idea
independentista. Pero para una formación que tenga aspiraciones de gobernar
desde la Generalitat de Catalunya y no solamente desde los ayuntamientos, les
guste más a Podem o les guste menos, la indefinición o incluso mostrarse
abiertamente en contra del referéndum, les marcaría negativa e
irremediablemente, imposibilitando cualquier aspiración que pudieran albergar de
gobernar desde la Generalitat. Hasta ahora han podido jugar a esa indefinición;
pero llega la hora de la verdad, cuando al ayuntamiento se le pide implicación efectiva
y real, y llegan las angustias. Amenazados como está el cuerpo de funcionarios,
la posición del ayuntamiento barcelonés a día de hoy y en lo tocante a
facilitar los espacios públicos para la celebración del referéndum, consiste en
pasarle la patata caliente a la Generalitat, pidiéndole a esta que a su vez
facilite los espacios públicos que depende competencialmente del gobierno autónomo,
e instando al Govern de Puigdemont a encontrar una salida al conflicto que
preserve los derechos de los funcionarios amenazados. Si bien es cierto que
tanto los partidos pro independentista como Podem, compartían la misma voluntad
política de celebrar ese referéndum, la hoja de ruta de Podem difería bastante
de los primeros y de hecho nunca ha ocultado su preferencia por un referéndum legal,
normalizado y por tanto con capacidad de incidencia real en la vida política y
social de Catalunya y resto del estado español.
Ahora que la vorágine política independentista
lo absorbe todo para su causa, reclama espacios al ayuntamiento barcelonés, sabiendo
como saben que dependiendo de la postura que adopten los de Podem, puede ser su
postergación política en el camino hacia la Generalitat porque, llegado el
caso, el reproche por su traición a La Causa, está servido y sería una losa de
proporciones bíblicas para los Ada Colau. Hay muchas cosas que van a depender,
no obstante, de lo que ocurra pasado mañana con la Diada. Si esta es capaz de
aglutinara un número similar de personas, en una nueva muestra de fuerza del
movimiento independentista, y volvemos a ver las arterias principales del
centro de la ciudad atestadas de gente con senyeras, esteladas y reclamaciones
de referéndum e independencia, la ambigüedad de Podem no tendrá mucho espacio
para la supervivencia y la factura a pagar sería muy cara para Podem. Y un
pequeño dato más al margen: no existen precedentes en Europa de una manifestación
popular reivindicativa, que aglutine a tanta gente durante un espacio tan
prolongado en el tiempo, año tras año y así, hasta el presente, llegados al séptimo
año de reivindicación.
Y una última reflexión: ¿Cómo nos
vamos a quedar, después de todo esto; cómo vamos a salir los unos y los otros
de este monumental entuerto? Me hacía esta misma pregunta mi jefa, instantes
antes de despedirnos el viernes antes de salir del trabajo, y mi respuesta fue
tan espontánea como lapidaria: escaldats (escaldados). Los dos bandos. La
fractura social que esto ha provocado es un hecho tan incuestionable, como
incuestionable es que hay a día de hoy, nos guste o no es la cifra que más se
aproxima a la realidad, más de 2 millones de catalanes se han desconectado
afectivamente de España y sin revisión de causa, por no contar con la generación
de jóvenes y adolescentes que están creciendo en medio de este ambiente de confrontación
descarnada con el estado español, que tendrá la virtud de sumar más adeptos al independentismo
el día de mañana. PP, C´S y PSC jamás gobernaran en Catalunya ni tan siquiera
en coalición. Si antes era muy difícil, ahora es ya materialmente imposible,
por lo que el nacionalismo español puede dar por perdido este territorio, no
solo a nivel político sino también afectivo.
12 de octubre de 1.936 en el Paraninfo
de la Universidad de Salamanca. Varios oradores allí reunidos ese día se
distinguieron con discursos panfletarios sobre el “Día de la raza”. Asistieron,
entre otros, José María Pemán, la esposa de Franco y Millán Astray, flanqueado
por un grupo de legionarios armados hasta los dientes. En un momento dado, en
el fragor de la discusión, Miguel de Unamuno se levanta y se hace oír para
decir lo que reproduzco a continuación, literalmente:
“Estáis esperando mis palabras. Me
conocéis bien, y sabéis que soy incapaz de permanecer en silencio. A veces,
quedarse callado equivale a mentir, porque el silencio puede ser interpretado
como aquiescencia. Quiero hacer algunos comentarios al discurso —por llamarlo
de algún modo— del profesor Maldonado, que se encuentra entre nosotros. Se
ha hablado aquí de guerra internacional en defensa de la civilización
cristiana; yo mismo lo hice otras veces. Pero no, la nuestra es sólo una guerra
incivil.
Vencer no es convencer, y hay que
convencer, sobre todo, y no puede convencer el odio, que no deja lugar para la
compasión. Dejaré de lado la ofensa personal que supone su repentina explosión
contra vascos y catalanes llamándolos anti-España; pues bien, con la misma
razón pueden ellos decir lo mismo. El señor obispo lo quiera o no lo quiera, es
catalán, nacido en Barcelona, y aquí está para enseñar la doctrina cristiana
que no queréis conocer. Yo mismo, como sabéis, nací en Bilbao y llevo toda mi
vida enseñando la lengua española, que no sabéis…”
El ambiente se caldeó a tal extremo
que, a gritos, se hizo oír Millán Astray:
“¡Cataluña y el País Vasco, el País
Vasco y Cataluña, son dos cánceres en el cuerpo de la nación! ¡El fascismo,
remedio de España, viene a exterminarlos, cortando en la carne viva y sana como
un frío bisturí!”.
Y hoy, 9 de
septiembre del año 2.017, realmente tampoco parece que hayamos avanzado tanto.
¡¡¡ Ultimísima hora!!! 🐾
A más ver 👀
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