Hay días para todo y casi todo suele
tener su día, su momento. También hay días en los que es posible que te
levantes y recibas un impacto brutal de tu consciencia, que te lleve a pensar
que todo cuanto haces: levantarte temprano para ir a trabajar, arreglarte,
desayunar y salir pitando para mezclarte entre la marabunta de gente que llenan
los vagones del metro en hora punta, trabajar, esforzarte, soportar tal o cual
cosa o a tal o cual sujeto, llegar a casa cansado, dedicarle lo poco que te
queda del día a tu familia, como si fueran las ultimas migajas que te guardas
al cabo del día para los tuyos…puede haber días, momentos en que todo eso que
configura buena parte de tu vida, te parezca inútil y sin mucho sentido. Días
para la duda; y también días para la más absoluta y pluscuamperfecta de las
certezas. Como hay días en los que quiero ponerme a escribir sobre algo
concreto, pero la realidad de las cosas se impone y tengo que posponer lo que quería
decir, para centrarme en lo inmediato.
Veo a mi alrededor mucha gente
verdaderamente inconsciente, perdida, que cree saber donde vive pero nada más
lejos de que sepa algo más allá de que es un ser vivo enchufado a un
dispositivo tecnológico de última generación. No te das ni cuenta de cómo, eso
de estar todo el día móvil o la tableta en mano y tus ojos clavados en la
pantalla, te roba la vida y encima le pagas por ello. Y creo que es una obra o consecuencia,
más o menos programada de forma más o menos premeditada, de la gran ingeniaría social
que nos ha llevado, por de pronto y entre otras cosas, a tener la generación que
sí, que es posible que sea la mejor preparada para según qué cosas; pero es la generación
con menos conciencia social que se recuerda en siglos, idiotizada y reconducida
como está hacia la mansedumbre por la vía del egoísmo inyectado en vena. ¿Y cómo
se inyecta ese egoísmo?: a través del miedo. Del miedo a un futuro que ya no es
tan cierto como el que vivimos otras generaciones que teníamos más o menos
claro que, trabajando, podías tirar adelante tu proyecto de vida: buscarte una
pareja, formar un hogar, tener hijos, vivir, en definitiva. Hoy eso está más
caro que nunca, convertido en cuasi un artículo de lujo más, expuesto en el
escaparate de la vida solo al alcance de unos pocos afortunados. Convivimos con
muchas mentiras disfrazadas de verdades, de la misma manera que hay quien hace
de la mentira su sistema de vida.
Observemos un fenómeno social en el que
se suele reparar poco o más bien nada: la reinserción social de nuestros
reclusos. Dicen los interesados en que nos lo creamos, que tenemos un sistema
de reintegración social ejemplar. Mentira. Solo es parcheo y dar ocupación a
unos cuantos funcionarios. Si de entre la población reclusa excluimos aquellos
que tienen formación académica, nos encontraremos con que la mayoría de los
delincuentes comunes de poca monta, que son el grueso de esa población, ni
siquiera tiene la ESO y, después de cumplir sus condenas, salen y lo hacen tal
y como entraron: sin formación. Desde la entrada en vigor en España de la LOGSE
en 1.990, la educación OBLIGATORIA en España se dividía en dos etapas: la Educación
Primaria y la Educación Secundaria (ESO). Si a nuestros hijos les imponemos esa
obligatoriedad como parte ineludible de su formación ¿por qué no a los
reclusos? Las penas privativas de libertad deberían ir acompañadas, según los casos
en que se careciera de ella, por la obligatoriedad de cumplir con la formación estudiantil
por parte del penado, de modo y manera que no haya un recluso que salga de
nuestras prisiones sin al menos la ESO. La mayoría de los delincuentes comunes
de poca monta, lo son porque por su problemática social no han tenido acceso a
esa formación y se encuentran en desigualdad para integrarse en el mercado
laboral. Y la solución para esas personas a su marginalidad social, pasa
ineludiblemente por la cultura, porque tengan al menos las mínimas herramientas
que les obligamos a tener a nuestros hijos. Esta muy bien que nuestros reclusos
tengan la posibilidad de cursar los estudios que ellos quieran y de licenciarse
y salir de la cárcel convertidos en abogados, profesores, ingenieros…pero que
sean los menos, y que descuides a la inmensa mayoría que no sabe ni lo que es
un cartabón, dice mucho y poco bueno de nuestro sistema de reintegración social,
porque los ponemos en la calle y les damos una navaja para que se busquen la
vida otra vez, los vuelvan a coger otra vez y se vuelva a completar el circulo
vicioso. ¿Y todo eso, porque?: porque tú imagínate qué pasaría si de pronto
nuestros choricillos tuvieran estudios, se dedicaran a trabajar, gracias a políticas reinsertivas que dieran ocupación
mediante incentivos fiscales a los empresarios, tal y como hacemos con otros
colectivos sociales de difícil integración en el mercado laboral, y nuestras
cárceles se despoblaran de forma significativa. ¿Qué haríamos entonces con
tantos jueces, abogados, fiscales, policías, funcionarios de prisiones,
empresas suministradoras…? Interesa al sistema tener un remanente de población reclusa
que de ocupación a la gente que vive de las prisiones. Y no es poca, si
reparamos en ello. Comprendo que muchos de vosotros os quedáis con el slogan: ¡si
tienen hasta piscina, coño! Las instalaciones deportivas en nuestros centros penitenciarios
son vitales para descargar tensiones y canalizarla de forma beneficiosa, tanto
para el recluso como para la tranquilidad general de la prisión. Las reformas
emprendidas en nuestras prisiones a nivel de infraestructura han dado como
resultado una población reclusa más apaciguada, más tranquila, y han desaparecido
los motines, violaciones y reyertas que se daban antaño. Pero la inmensa mayoría
de la población reclusa sigue siendo reincidente o multireincidente porque al
salir salen como entraron: mas cachas si, más sanos también, pero igual de
desprovistos de lo que podría serviles para no volver: unos estudios mínimos. Naturalmente
que esto no funcionaria con todos y que no hay nada perfecto; pero era solo un
ejemplo más de cómo siempre son, incluso en nuestras prisiones, las clases más
desfavorecidas, las más ignoradas. Claro que tienen TV de plasma y una serie de
servicios que hacen la estancia en prisión más llevadera; pero una TV en una
celda no evita que la celda siga siendo celda. El problema es que la mayoría de
nuestra población reclusa lo es por ser pobre y por padecer unas carencias
formativas esenciales; y si no se atacan las raíces del problema, podremos
ponerle TV de plasma que seguiremos parcheando la cuestión, limitándonos a
disfrazarlo de colores que queda más chulo para la tele y nos hace sentir más
modernos.
Siento si no te ha gustado porque no
he hablado de Rajoy, Catalunya, los corruptos, Venezuela, etc. Hay vida más
allá de esos nombres propios; de hecho la vida está más allá de esos nombres
propios que se nos presentan como herramientas para jugar y entretenernos, para
así no ocuparnos de lo esencial: ¿A dónde coño vamos viviendo de esta manera? Hacen
que focalicemos, por ejemplo, nuestra atención en la inmigración que pone en
peligro nuestro acceso al trabajo, cuando el verdadero problema radica en buena
medida en la robotización de muchos trabajos que ya no van a volver a ser ocupados
por personas, y el empresario se hace más rico condenando al trabajador a ser
pobre, desocupado y desubicado, ergo temeroso y dispuesto a trabajar para
sobrevivir soportando cualquier condición de esclavismo y explotación, que en muchos casos no da ni para pagar las
facturas.
Pero tranquilos, que la culpa de todo
es del comunismo. Así lo certificó uno de esos tertulianos que igual se cree un
modelo de ciudadano a seguir y cuyo nombre me voy a reservar para evitarme la
vomitera, cuando afirmó, todo convencido, que los comunistas dieron un golpe de
estado en España en 1.936 Después de decir eso, pasó por caja a cobrar por su intervención
en el programa de debate cosa que, siendo grave, no lo es tanto como el que
haya quien le ha comprado el mensaje y se lo ha creído. Hay algunas misteriosas
cajas de cerillas, nísperos, bujías y manetas de puerta, que tienen un
coeficiente intelectual superior a algunas personas. ¿Qué le vamos a hacer…?
"Aquí
yace media España, murió de la otra media".
Mariano José de
Larra
A más ver
Muy bueno como siempre,cp, saludos
ResponderEliminarGracias :)
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