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martes, 5 de septiembre de 2017

RESILIENCIA






Hay días para todo y casi todo suele tener su día, su momento. También hay días en los que es posible que te levantes y recibas un impacto brutal de tu consciencia, que te lleve a pensar que todo cuanto haces: levantarte temprano para ir a trabajar, arreglarte, desayunar y salir pitando para mezclarte entre la marabunta de gente que llenan los vagones del metro en hora punta, trabajar, esforzarte, soportar tal o cual cosa o a tal o cual sujeto, llegar a casa cansado, dedicarle lo poco que te queda del día a tu familia, como si fueran las ultimas migajas que te guardas al cabo del día para los tuyos…puede haber días, momentos en que todo eso que configura buena parte de tu vida, te parezca inútil y sin mucho sentido. Días para la duda; y también días para la más absoluta y pluscuamperfecta de las certezas. Como hay días en los que quiero ponerme a escribir sobre algo concreto, pero la realidad de las cosas se impone y tengo que posponer lo que quería decir, para centrarme en lo inmediato.

Veo a mi alrededor mucha gente verdaderamente inconsciente, perdida, que cree saber donde vive pero nada más lejos de que sepa algo más allá de que es un ser vivo enchufado a un dispositivo tecnológico de última generación. No te das ni cuenta de cómo, eso de estar todo el día móvil o la tableta en mano y tus ojos clavados en la pantalla, te roba la vida y encima le pagas por ello. Y creo que es una obra o consecuencia, más o menos programada de forma más o menos premeditada, de la gran ingeniaría social que nos ha llevado, por de pronto y entre otras cosas, a tener la generación que sí, que es posible que sea la mejor preparada para según qué cosas; pero es la generación con menos conciencia social que se recuerda en siglos, idiotizada y reconducida como está hacia la mansedumbre por la vía del egoísmo inyectado en vena. ¿Y cómo se inyecta ese egoísmo?: a través del miedo. Del miedo a un futuro que ya no es tan cierto como el que vivimos otras generaciones que teníamos más o menos claro que, trabajando, podías tirar adelante tu proyecto de vida: buscarte una pareja, formar un hogar, tener hijos, vivir, en definitiva. Hoy eso está más caro que nunca, convertido en cuasi un artículo de lujo más, expuesto en el escaparate de la vida solo al alcance de unos pocos afortunados. Convivimos con muchas mentiras disfrazadas de verdades, de la misma manera que hay quien hace de la mentira su sistema de vida.

Observemos un fenómeno social en el que se suele reparar poco o más bien nada: la reinserción social de nuestros reclusos. Dicen los interesados en que nos lo creamos, que tenemos un sistema de reintegración social ejemplar. Mentira. Solo es parcheo y dar ocupación a unos cuantos funcionarios. Si de entre la población reclusa excluimos aquellos que tienen formación académica, nos encontraremos con que la mayoría de los delincuentes comunes de poca monta, que son el grueso de esa población, ni siquiera tiene la ESO y, después de cumplir sus condenas, salen y lo hacen tal y como entraron: sin formación. Desde la entrada en vigor en España de la LOGSE en 1.990, la educación OBLIGATORIA en España se dividía en dos etapas: la Educación Primaria y la Educación Secundaria (ESO). Si a nuestros hijos les imponemos esa obligatoriedad como parte ineludible de su formación ¿por qué no a los reclusos? Las penas privativas de libertad deberían ir acompañadas, según los casos en que se careciera de ella, por la obligatoriedad de cumplir con la formación estudiantil por parte del penado, de modo y manera que no haya un recluso que salga de nuestras prisiones sin al menos la ESO. La mayoría de los delincuentes comunes de poca monta, lo son porque por su problemática social no han tenido acceso a esa formación y se encuentran en desigualdad para integrarse en el mercado laboral. Y la solución para esas personas a su marginalidad social, pasa ineludiblemente por la cultura, porque tengan al menos las mínimas herramientas que les obligamos a tener a nuestros hijos. Esta muy bien que nuestros reclusos tengan la posibilidad de cursar los estudios que ellos quieran y de licenciarse y salir de la cárcel convertidos en abogados, profesores, ingenieros…pero que sean los menos, y que descuides a la inmensa mayoría que no sabe ni lo que es un cartabón, dice mucho y poco bueno de nuestro sistema de reintegración social, porque los ponemos en la calle y les damos una navaja para que se busquen la vida otra vez, los vuelvan a coger otra vez y se vuelva a completar el circulo vicioso. ¿Y todo eso, porque?: porque tú imagínate qué pasaría si de pronto nuestros choricillos tuvieran estudios, se dedicaran a trabajar,  gracias a políticas reinsertivas que dieran ocupación mediante incentivos fiscales a los empresarios, tal y como hacemos con otros colectivos sociales de difícil integración en el mercado laboral, y nuestras cárceles se despoblaran de forma significativa. ¿Qué haríamos entonces con tantos jueces, abogados, fiscales, policías, funcionarios de prisiones, empresas suministradoras…? Interesa al sistema tener un remanente de población reclusa que de ocupación a la gente que vive de las prisiones. Y no es poca, si reparamos en ello. Comprendo que muchos de vosotros os quedáis con el slogan: ¡si tienen hasta piscina, coño! Las instalaciones deportivas en nuestros centros penitenciarios son vitales para descargar tensiones y canalizarla de forma beneficiosa, tanto para el recluso como para la tranquilidad general de la prisión. Las reformas emprendidas en nuestras prisiones a nivel de infraestructura han dado como resultado una población reclusa más apaciguada, más tranquila, y han desaparecido los motines, violaciones y reyertas que se daban antaño. Pero la inmensa mayoría de la población reclusa sigue siendo reincidente o multireincidente porque al salir salen como entraron: mas cachas si, más sanos también, pero igual de desprovistos de lo que podría serviles para no volver: unos estudios mínimos. Naturalmente que esto no funcionaria con todos y que no hay nada perfecto; pero era solo un ejemplo más de cómo siempre son, incluso en nuestras prisiones, las clases más desfavorecidas, las más ignoradas. Claro que tienen TV de plasma y una serie de servicios que hacen la estancia en prisión más llevadera; pero una TV en una celda no evita que la celda siga siendo celda. El problema es que la mayoría de nuestra población reclusa lo es por ser pobre y por padecer unas carencias formativas esenciales; y si no se atacan las raíces del problema, podremos ponerle TV de plasma que seguiremos parcheando la cuestión, limitándonos a disfrazarlo de colores que queda más chulo para la tele y nos hace sentir más modernos.  

Siento si no te ha gustado porque no he hablado de Rajoy, Catalunya, los corruptos, Venezuela, etc. Hay vida más allá de esos nombres propios; de hecho la vida está más allá de esos nombres propios que se nos presentan como herramientas para jugar y entretenernos, para así no ocuparnos de lo esencial: ¿A dónde coño vamos viviendo de esta manera? Hacen que focalicemos, por ejemplo, nuestra atención en la inmigración que pone en peligro nuestro acceso al trabajo, cuando el verdadero problema radica en buena medida en la robotización de muchos trabajos que ya no van a volver a ser ocupados por personas, y el empresario se hace más rico condenando al trabajador a ser pobre, desocupado y desubicado, ergo temeroso y dispuesto a trabajar para sobrevivir soportando cualquier condición de esclavismo y explotación,  que en muchos casos no da ni para pagar las facturas.

Pero tranquilos, que la culpa de todo es del comunismo. Así lo certificó uno de esos tertulianos que igual se cree un modelo de ciudadano a seguir y cuyo nombre me voy a reservar para evitarme la vomitera, cuando afirmó, todo convencido, que los comunistas dieron un golpe de estado en España en 1.936 Después de decir eso, pasó por caja a cobrar por su intervención en el programa de debate cosa que, siendo grave, no lo es tanto como el que haya quien le ha comprado el mensaje y se lo ha creído. Hay algunas misteriosas cajas de cerillas, nísperos, bujías y manetas de puerta, que tienen un coeficiente intelectual superior a algunas personas. ¿Qué le vamos a hacer…?

 "Aquí yace media España, murió de la otra media". 
                                  Mariano José de Larra

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