Paseando por el espacio un tarde de
domingo cualquiera, padeciendo los rigores de este verano, me topo con la
siguiente oración, digna de estudio y de análisis: “Andalucía necesita que España tenga un gobierno de cambio y progresista
y que la gente vuelva a confiar mayoritariamente en el PSOE, porque con
gobiernos socialistas a Andalucía siempre le ha ido bien". Fin de la cita.
No: si reparas en el encabezamiento
he hablado de que estamos en verano, no nos queda cerca el 28 de diciembre. Si
vemos las cifras a día de hoy, después de casi 40 años de gobierno
exclusivamente socialista y/o de izquierdas en Andalucía… si vemos las cifras,
repito, tienes que o partirte la caja, o reprimirte las ganas de partir alguna
cara. No te puedes quedar indiferente cuando quien dice esa barrabasada obvia
la realidad de que Andalucía está lamentablemente en el vagón de cola, no solo
ya de España, sino de Europa en muchas materias; entre otras muchas y variadas boutades
porque y justamente, bajo el gobierno de esos que se dicen progresistas y
socialistas, ha volado la pasta que daba gusto y se han desviado fondos para la
gente a otras gentes aprovechadas. Pero hete aquí que, si reparas no ya en lo
que ha dicho, que mira que es grave o, como diría mi abuela, esa roja pecadora
y hereje de Osuna: “Desde luego que hay que tener poca verguensa, la cara papa
esa, con las tonterías y chuminás que dise por esa boca…”sino en quien lo ha
dicho, todo te cuadra, todo se explica y encajan las piezas del rompecabezas
que ilustra la Andalucía actual: la Susana, la sultana, la delfina del Felipe y
sus adláteres. Y esto se lo ha soltado al Pedro en los morros, después de
decirle que nunca le haga escoger entre el PSOE o Andalucía, porque ella es la
presidenta de todos los andaluces. Lo es, ciertamente. Pero lo es, no porque a
su lado se siente gente de izquierdas que la apoyen y de los que dependa
gracias a la mayoría simple del PSOE-A; sino que es la derecha la que la avala
en la Junta y la que le impone unas condiciones en materia económica con las
que el PSOE, es una realidad fuera de discusión, no se siente del todo
incomodo, al menos hasta ahora y que tienen menos de progresista, que lo que
cuenta la susodicha en sus milongas. ¿Por qué? ¿Volvemos a los números? Los
números de parados, de niños malnutridos, de analfabetos, de familias enteras
sin ingresos, de pobreza estructural y miseria… ¿los miramos? También podemos
comparar la autonomía andaluza compuesta por ocho provincias con otra, se me
ocurre así como para tocar un poco los cojines, que tenga la mitad como
Catalunya, cuatro provincias y solo un
millón escaso menos de habitantes que la extensa Andalucía, con el doble de
provincias. Podemos mirar la renta per cápita de ambas y compararla. Podemos
mirar en qué consiste la riqueza natural de ambas, sus recursos naturales y
como son explotadas para explicarnos el nivel de progreso de cada una. Podemos
hacer eso, sí; es perfectamente posible. Y cuando hayamos hecho todas esas
comparaciones, cuando tengamos claro, como sé que tenemos, el porqué de las
cosas, entonces no me vengan ustedes con que la culpa de los males andaluces,
gobernados durante 40 años por fuerzas autoproclamadas progresistas de
izquierdas, es de aquellos o de los de más allá; pero siempre ajenos a los que
han estado mandando.
Otro de los misterios de esta vida va
a ser ver reflotar al PSOE con toda la nutrida camarilla de derechosos
disfrazados que alberga en su seno, fruto de la degeneración inherente al poder
que los aburguesa y convierte en seres serviles al sistema. Paradigma de este
caso es el presidente de Extremadura, el Fernández Vara, que tiene mucha barra
(jeta, tener mucha cara en catalán). Detestado por la amplia mayoría de
pedristas que no se fían de él, tienen razones más que justificadas para andar
con la mosca detrás de la oreja, porque a la primera ocasión que ha tenido, después
de haber sido ratificado como hombre fuerte del PSOE en Extremadura por Pedro Sánchez
y haberlo nombrado, encima, presidente del Consejo de Política Federal del PSOE;
a la primera que ha tenido, decía, desobedeció a su secretario general y se abstuvo en la votación del Consejo de Política Fiscal y Financiera en el que,
el resto de comunidades gobernadas por el PSOE, votaron que no a la oferta de déficit
presentada por Montoro. O dicho de otra manera: al señor Fernández Vara ya le
parece bien una política económica de derechas para su comunidad. Lo de este
individuo es…que me lo tengo que pensar el adjetivo de tantos como se me
agolpan. Personalmente creo que es una pifiada de Pedro, que debía haberse
limitado a pedirle una cosa que falta mucho en política: coherencia. Yo no voto
PSOE pero, si lo votara ¿qué debería pensar sobre el caso particular de este individuo?
Este, a diferencia de otros como Ximo Puig que en un primer momento pedía
sensatez al partido, se decantó abiertamente por Susana y se manifestó
abiertamente como antipodemita. “No hay que acercarse a Podemos sino a sus
votantes”, llegó a manifestar. Una frase, sin duda, con su guasa. No entiendo
el empeño de algunos políticos en tomar por idiotas a los votantes de Podemos,
sabiendo como saben el cómo y el porqué de ese movimiento ciudadano que derivó
en la elección de un líder…en algunos aspectos mejorable, si se quiere, pero
como el PP no es Rajoy ni el PSOE Pedro, Podemos tampoco es Iglesias, eso es
una lectura bastante simplista. Sabe Fernández Vara, que tonto no es, que buena
parte del electorado morado antes lo era socialista; y debería saber que si
ahora son morados, es por culpa, entre otras cosas, de personajes como él que
se llevan, tan maravillosamente bien con la derecha, que hasta les copian las políticas,
sobre todo económicas, madres de las demás políticas. No es que sea un
personaje camaleónico; es un jeta de mucho cuidado, de esos acostumbrados a arrimarse
al sol que más calienta y que hoy es tu amigo, tu buen amigo que te va a
invitar a jamoncito del rico, pero míralo de cara y no le des la espalda.
Y ahora mi descanso. Creo que me lo
he ganado. Andaré por aquí, pero de aquella manera. Pero andaré por aquí… ;)
Cuídenseme, no se me ofusquen por tonterías,
amen mucho lo que hagan y recuerden: lo más importante de la ida siempre es la
vuelta.
A más ver