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viernes, 21 de julio de 2017

QUE BUEN ROLLITO, ¿NO?


Si el alma es un ente etéreo, allá en la dimensión donde more la de Salvador Dalí, debe estar partiéndose la caja. Otra vez es noticia. Otra vez todo el mundo de la cultura y del arte pendientes de él, que se cuentan por décadas los años de su muerte. Casi tres décadas ya. Para un ser tan histriónico y peculiar, para un genio, es sencillamente divino y, aquellos que admiramos su arte, estos días debe emocionarnos tantas muestras de interés por el genio catalán que ya es eterno, como su obra.

Pero dejemos lo divino, que está muy bien en su momento y circunstancia, y centrémonos en lo humano. ¿Qué más humano hay que llegar a casa, disponerte a entrar en la ducha para asearte y relajarte un poco y, cuando ya estas con un pie dentro como quien dice, oyes la caja tonta diciéndole a mi suegra el señor presidente del gobierno español, no sé qué sobre la empatía suya creí entender, o de su gobierno, o del resto del conjunto de la ciudadanía española, hacia Catalunya? ¿Empatía de ese tío, hacia Catalunya? Salí de la ducha tal cual iba y me plante en el salón para verle la cara, acordarme de su inocente e inconsciente progenitor y dejar a mi suegra con una cara que ni te cuento. Debo estar últimamente muy susceptible ante la expectativa de las vacaciones y la sobrecarga de trabajo. Pero esa palabra, de su boca, es un insulto dirigida hacia Catalunya y la inmensa mayoría de catalanes, es un insulto en tanto que pitorreo. 36 de 135. Ese es el resultado del nivel real que les da a los españolistas, eso de la empatía de la derecha española hacia Catalunya: 36 diputados en el Parlament, de 135. Así que, de empáticos, nada, monada. Más bien suelen caer antipáticos, desubicados, desfasados, caducos, o como una nota desafinada, chirriante, que hiere la sensibilidad del oyente.

Blesa. Suicidado. Eso dicen. No puedo alegrarme de su muerte, naturalmente; entre otras cosas porque se ha ido sin pagar la consumición. Pero supongamos que ha muerto porque eso es lo que nos han dicho, que puede haber otras variables. Por apenarme, siempre me apenará más la muerte en trágicas circunstancias, de personas honradas y decentes, que andamos faltos. Pero… hay gente con dudas de que una persona pueda suicidarse con una escopeta de caza con sus propias manos, sin utilizar un palo o algo. Es comprensible que duden. Pero técnicamente es perfectamente posible. Depende de varios factores: del tipo de escopeta y longitud del cañón, de la longitud de los brazos del suicida, la sensibilidad del gatillo, el ángulo de disparo…es, definitivamente, posible y, mientras alguien no demuestre lo contrario, estoy por creerme el dictamen del forense que, evidentemente, sabe más que nosotros de estas cosas. No nos dejemos llevar por películas. Son películas. Otra cosa es que demos pábulo a esos que pregonan que lo ha matado la presión. No. No porque entraríamos en la dinámica de creer como oficial la versión de que, al final, la sociedad ha vuelto a producir un caso Rita Barberá. Ni de lejos ni por una carambola imposible a 7 bandas. Se ha suicidado porque era un ser cobarde, egoísta y débil. Cobarde por no afrontar las consecuencias de sus actos, egoísta porque le ha dado igual la situación en la que deja a los que se supone que quería: su familia; y débil porque le ha faltado testosterona para enfrentarse a la verdad de las cosas y de su próximo futuro inmediato, que no era otro que la cárcel. Así que ahora mismo mi capacidad de penar la tengo dirigida a otras cuestiones y personas más dignas que un ratero de alto standing, que tenía, como botón de muestra, la desfachatez de declarar que los gastos de las tarjetas eran opacos y nadie debía saber en qué se gastaban los señores los dineros públicos de todos nosotros. Si alguien le dijo que con los dineros públicos, por ser públicos no son opacos, se la sudaba como que bastante. Así que mi optimismo congénito a la conclusión que me lleva,  es que no vamos a tener que darle de comer ni pagarle estudios ni médicos ni nada, con lo que, poco o mucho, al final ha venido a aligerarnos la carga presupuestaria y podemos destinar ese dinero para otro robagallinas sin tanto pedigrí y más testosterona que cerebro, probablemente y dicho sea de paso.

Y los picoletos entrando en las instituciones catalanas en busca de papeles. No ha faltado quien ha dicho que el Govern ha intentado por todos medios ocultar información a los agentes de la Guardia Civil; la realidad es que estos se presentaron sin una orden de registro y que, aún y así, se les condujo a una sala para que aguardaran mientras se les buscaba la información que querían y que no era otra cosa que la agenda del ex conseller Germà Gordó, imputado por el caso de las comisiones de la antigua CiU. Posteriormente se dirigieron a verificar la información recibida, al Centro de Tecnologías de la Información (CTTI) de la Generalitat, espacio físico donde se hallan los servidores que usa el Govern de la Generalitat de Catalunya. Y bien; ya veremos que trae todo esto consigo. Si nos atenemos a cómo ha ido el proceso judicial y posterior juicio del caso Palau… lo que le llega a la opinión pública es que se superponen en una algarabía incesante un tejemaneje tras otro, es una continuada estrategia de obstaculizar la acción de la justicia, de decir y desdecirse, de tápame que tengo frio y yo te tapo a ti, no sea que te resfríes y de tantos etc que acabaríamos el siglo que viene. Que caiga hasta el último involucrado en las comisiones, eso es lo que debe pensar toda persona de bien; pero tampoco seamos hipócritas: la praxis, el modus operandi, es el mismo que ha hecho servir el PP, el PSOE y la práctica totalidad de partidos políticos para sacar un dinero extra con el que financiarse. Y no es que con esto pretenda justificar la parte catalana, sino destacar que es un mal endémico que padecemos, que es estructural, filosófico casi, un sistema normalizado y en tanto que normalizado, generalizado que han usado unos y otros. El nombre que se le pone al caso de Catalunya es el del caso 3%; y en el caso del PP es los papeles de Bárcenas, por ejemplo, donde se llevaba el registro de quienes y cuanto ingresaban al partido, por cariño como declaró Bárcenas ante el juez, y de quienes y cuanto cobraban en B de esas aportaciones, a cambio de contratas públicas que obtenían posteriormente los… “cariñosos” empresarios simpatizantes del PP. El meollo de la cuestión es conseguir la cuadratura del círculo: las confesiones de los empresarios serían vitales; pero tan vitales como impensables por la autoinculpación que conllevaría para los delatores. ¿Y qué fue antes, el huevo o la gallina?; ¿el corruptor o el corrompido?; ¿Quién lanzó la oferta primero? Puede darte igual pero es un dato que necesitaríamos para elaborar el relato exacto de las cosas y no dejar lagunas e interrogantes. La lógica nos lleva a pensar que un político, por poco cerebro que tenga, debe guardar unas formas, no puede ir por ahí buscando lo que van a ir a ofrecerle a su despacho sin ningún otro esfuerzo para él que recibir al mensajero, oír su mensaje, recoger y disponer posteriormente. Así han vivido, subsistido y crecido muchas de nuestras empresas y muchos de nuestros trabajadores se han beneficiado indirectamente de ello, sin ninguna voluntad ni conocimiento por parte de estos, evidentemente. Lo que hay que hacer es legislar para que la contratación pública sea eso: pública y absolutamente transparente y al alcance de quienes quieran acceder a ella en igualdad de condiciones porque, en la medida en que seamos más o menos laxos en el control de lo público, veremos aparecer a más o menos número de ratas de diverso pelaje.

Y una cosita más: volvemos a tener el video de Las Cloacas de Interior en el blog Ratas a la Carta. Lo bloquearon por excusas baratas de los derechos de autor, pero vuelve a circular en la red. Si no lo habéis visto, es absolutamente recomendable, imprescindible para situarnos y saber quiénes y una parte de cómo nos gobiernan. La cantidad y gravedad de las tonterías que he leído en la red, a raíz de la emisión en TV3 de ese documental, explica bien a las claras la imperiosa necesidad que tenemos de  abaratar los estudios de psiquiatría, por el grave déficit que padecemos de profesionales que atiendan a tanta población necesitada de urgentes atenciones. Lo digo de buen rollito.

A más ver

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