La historia te puede gustar más o
gustar menos; pero si algo tiene, es que lo que ha pasado ya no se puede
deshacer y volver a rehacer. El final que han tenido de sus respectivos
mandatos, todos y cada uno de los presidentes de gobierno de este país, no ha
sido, en ningún caso, lo que se podría decir como brillante. Todos, de una
forma u otra, han salido como por la puerta de servicio de Moncloa, sin
multitudes vitoreándolos ni reclamándoles que se queden y prosigan; más bien
todo lo contrario. No ha habido una normalidad democrática en el sentido
estricto que les llevara a desarrollar un cambio de gobierno sin algarabías ni
escándalos. La convulsa “transición” que acabó con Suarez por mor de sus Brutus
y resto de traidores, Tejero y su 23-F, los Gal, Irak y la burbuja, la llamada
“crisis” y ahora este individuo, que pretende hacernos comulgar con ruedas de
molino y hacernos tragar que está dentro de lo más normal, que un presidente de un país declare como
testigo en un caso de corrupción, en el que su partido, no Maduro ni la yaya
Montserrat, está acusado de beneficiario a titulo lucrativo; y con el mayor
cisma territorial que conocemos en este país desde 1.975, cuando menos, cisma
en el que este individuo, al parecer y como siempre que van mal dadas en algún
asunto, él no tiene nada que ver, no es responsable de nada porque los
radicales son siempre los otros. Da igual qué otros: siempre son los otros,
independientemente de si son rojos, azules pero catalanes, morados o vayan de
topos verde oliva. ¿Este tipo, es normal? Sí: abundan los cobardes sin la
testosterona suficiente como para reconocer sus errores y que se pasan la vida
justificando sus cagadas con las de los demás. No es que se distinga a este
tipo precisamente por sus actos llenos de heroicidad, inventiva, imaginación,
mesura y sensatez. Es un cobarde que no ha aportado nada a este país, un
individuo mentiroso que ha llegado a afirmar que mentir en el Congreso de los
diputados no le parece razón suficiente para dimitir, que ha vivido rodeado de
reptiles venenosos y corrompidos pretendiendo que nos creamos que él nunca se
enteró de nada, que nunca vio nada, ni escuchó nada ni, por dios y la virgen
santísima: nunca cobró nada que no fuera estricta, escrupulosa y absolutamente
legal. Ya. Y mi padre meaba gazpacho fresquito. Que sí. Porque lo digo yo. Del
resto de cosas que la gente pueda decir de mi, todo es mentira…salvo alguna
cosa. Recordemos la falacia aquella que en su momento representó su mentor, el
Ansar vallisoletexano, cuando se nos presentó ante la opinión pública española
como un hombre responsable y con capacidad innata para la mesura; aquél mismo
que igual te edificada a pie de playa que dialogaba con aquel movimiento vasco de
liberación, un movimiento vasco que, si eran otros los que intentaban el
dialogo con ellos, estos otros y los vascos entonces se convertían en lo más
malo del mundo mundial y ya dejaba de ser un movimiento de liberación, para
pasar a ser un grupo terrorista al que apoyaba el PSOE y cuantos se acercan a
los de la movida vasca.
La clave siempre es el relato. Imagina
que vas al cine. Como mola el cine ¿verdad? Llegas predispuesto a pasártelo
bien, te pillas tus palomitas o ya te traes la olla de casa con los garbanzos
con chorizo y la birra, te reclinas en esas cómodas butacas de un color así
rollo rojo puticlub, te apagan las luces y… ¡a gozar! En ese pedazo de pantalla
que, lo siento, no vas a poder poner nunca en tu salón, ves aparecer al que te
presentan como el guapo o la guapa del momento. Da igual que la figura se
cargue media ciudad con sus habitantes correspondientes, gatos, perros y
jilgueros, o medio país, o medio planeta, o media galaxia o, inclusive, que
todo quede reducido a la mínima expresión de vida humana. Lo que cuenta es que
ha salvado a unos pocos y la raza pervive aun y a pesar del héroe o heroína de
turno que, sintiéndolo mucho, destroza media ciudad para rescatar una botella
del alféizar de una ventana. En esos casos es cuando decimos que el fin
justifica los medios. Y te tragas, en función del guión, que ese tipo que se ha
cargado medio mundo, sea un héroe porque el fin que perseguía era un bien mayor
o un mal menor. Así es como debían pensar los que montaron aquello de los Gal;
o como debió pensar el que nos metió en la guerra de Irak; o como debió creerse
aquel que, mientras el planeta hablaba de crisis económica y de catacrac
inmobiliario, él debía hablar de desaceleración económica y de brotes verdes a
sus españolitos, que somos muy susceptibles y enseguida nos lo tomamos todo a
la tremenda; o como este último, para quien lo normal, ante un problema, es no
hacer nada y esperar que se arregle solo; o lo normal es ir a un juicio por
corrupción y, lo exagerado, es todo cuanto se habla de corrupción en su partido
por parte de gente que, con ello,
demuestra ser muy radical, intolerante, reaccionaria e intransigente
porque para este portento de sabiduría lo normal, digo yo, debe ser que pases
por ser el capo del partido político más corrupto de Europa, haciéndolo
compatible con que estés libre de toda culpa y seas un ser puro y virginal. Man
gave names to all the animals… muy bonita canción de Bob Dylan, que no va a
inspirarme, no obstante, para ponerle un nombre a este individuo, no sea que
alguien se crea que soy un Nobel o que me invento nombres para animales. Y no,
nadie debe ofuscarse si llamo animal a Rajoy porque, a fin de cuentas, es lo
que es, como tú, mi prima la golfa y yo; queda a salvo de la pertenencia a la
especie otros especímenes que acostumbran a verlo todo monocolor y creerse en
posesión de la Verdad Absoluta, como las chinches.
En España, el 1 de enero del 2017, había
un total de 46. 528.966 habitantes, de los cuales 33.385.425 son personas en
edad de trabajar, están dadas de alta en la Seguridad Social y, de estas, están
ocupadas 17.712.021. Por tanto, si hiciéramos un análisis superficial, el
número de parados sería de 15.673.404. No obstante esto no se puede leer así,
hay otros factores, naturalmente. Estudiantes: hay 4.607.996 en un rango de
edad: 16 a 74 años; de ellos el 6,4% compaginan estudios con trabajo
remunerado, por lo que el total de estudiantes que no tienen un empleo es de
3.852.285. Así mismo en ese rango de edad hay 718.416 con una discapacidad. Sin
ninguna actividad laboral, con pensión y hasta los 74 años hay 2.021.788 de
personas jubiladas. Los números no engañan: hay por tanto 9. 080.915 de
parados, que no trabajan, no producen, no consumen… ¿constan? Estos datos no me los acabo de inventar yo,
sino que provienen de una publicación de la asociación de Abogados Progresistas
y que demuestra, una vez más, que se cumple la llamada “ley Campoamor” que como
bien recordareis reza aquello de que: “En este mundo traidor/nada es verdad ni
es mentira/ todo es según el color/ del cristal con que se mira”. Por eso a mí
me gustaría también ver el mundo a través del color de las gafas de Rajoy, porque
y por lo visto en el mundo que él ve solo hay grandes cifras macroeconómicas y
no ve personas. ¿En qué debía estar pensando el andoba este, cuando le decía a
las cámaras, cámaras tras las cuales hay millones de personas sufriendo
precariedad laboral, explotación, abusos de todo tipo en el trabajo, personas
que se pasan horas y horas en nuestros dispensarios y hospitales para ser
atendidos, personas amenazadas por morosas, con una cantidad y complejidad de
problemas que nadie desea para sí, como también están buena parte de ese millón
de hogares, familias de 3 o más personas sin un euro de ingreso, que hemos
alcanzado al fin el nivel de riqueza anterior a la crisis? Pues en la comparecencia
semestral que hace ante los medios de comunicación desde Moncloa, alguien le
debió pasar el papelito con esa chuleta y, sin reflexión, la soltó como quien
anuncia que nos vamos a asar de calor, y a otra cosa. No se puede hacer una manifestación
más diáfana acerca de la disparidad de mundos en el que vive el gobierno y el
grueso de la ciudadanía.
Pero es lo que hemos votado… ¿no? Lo que
han votado al menos más de 8 millones de españoles; a los que hay que sumarles
los más de 3 millones de votantes de C´S, más los 5 millones de abstencionistas
socialistas. Ah, no; perdón: que los más de 3 millones de C´S votaron que con Rajoy
nada de nada y, a los votantes socialistas, les dieron el cambiazo del voto por
otra clase de cosa que no votaron en las elecciones. Sí: de esa guisa tenemos a
más de 8 millones de votantes a los que Rivera y Felipe tomaron el pelo con su voto
porque, todos nuestros males… ¡efectivamente!: provienen todos de Venezuela. Tócate
los… huesos, que es como estas, en los huesos, nene, que te quitas la camisa, te ves en el espejo y parece que te hayas
escapado de Auschwitz.
Que no os compren nunca por menos de
nada…o mejor que yo, que lo diga él…
Buen finde a todos y…
A más ver
¿Está España condenada, no solo a no tener esa normalidad democrática, sino a ir de mal en peor? ¿Qué tiene que pasar para que abramos los ojos? Un abrazo y sigue así.
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