Vistas de página la semana pasada

martes, 11 de julio de 2017

ALGUNAS COSAS



Dictadura postmoderna. Este terminó fue acuñado por el periodista, escritor y productor de televisión de origen británico Peter Pomerantsev, para describir el tipo de régimen político que ha establecido Putin en la antigua unión soviética; y para definir, al mismo tiempo, hacia donde caminan las llamadas democracias occidentales: hacia una dictadura, más o menos sutil pero dictadura al fin, impuesta por las elites empresariales, financieras y económicas. Como paradigma y estandarte de esa realpolitik tenemos el repetido mantra que escuchamos siempre del mismo bando: el de que esta política económica basada en una fuerte austeridad y control del gasto público, es la única política económica posible y viable, porque otra cosa sería una catástrofe, nuestra ruina. Naturalmente que es mentira. La antítesis de esa política económica se ha llevado a cabo con notable éxito en un país tan poco sospechoso de bolchevique como EEUU durante la crisis, con resultados positivos tanto para la ciudadanía como para la moneda norteamericana. Recordemos que el propio Obama recomendó a Merkel que tomara nota de los resultados de la política de inversión pública, como detonante de la reactivación económica en tanto que elemento dinamizador de la productividad, del ahorro familiar, de la propia revalorización de la moneda. ¿Qué tiene de especial, por ejemplo, la Reserva Federal norteamericana, capaz de dejar caer a toda una entidad como Lehman Brothers para que el resto tomaran nota, de prestarle dinero a los que pedían el rescate y de cobrarles hasta el último céntimo de esos préstamos, además con intereses? Lo único que tiene de especial, que no es poco, es la seriedad con que se toman la cosa de los dineros públicos. Con el sistema de control del fisco yankee, muchos de nuestros compatriotas se pudrirían en la cárcel, por ejemplo. Esta concepción de determinadas cosas viene dada por una cultura en la que la libertad de prensa ha tenido un peso específico considerable, y que ha ejercido una influencia incontestable en la formación democrática de la gente. Mientras que aquí muchos siguen pensado que el dinero público no es de nadie, por aquellas latitudes tienen muy claro de quien es el dinero y que hay que respetarlo y cumplir con las obligaciones fiscales. Otra cuestión es que uno, personalmente, abomine de su sistema sanitario, por ejemplo, manifiestamente mejorable para nosotros, pero que tiene su explicación también en la preponderancia de la cultura liberal que ha predominado en EEUU. Eso es otro tema en el que, afortunadamente, no tenemos nada que envidiarles y sí creo que es más bien al revés.

Mientras que en EEUU se invertía en obra pública, aquí la vieja Europa un día se levantó con unos determinados países con una deuda que te cagas, que nadie explicaba de donde salía; aunque se sabe perfectamente pero no se reconoce para que no haya consecuencias. Curiosamente, los países más endeudados son los del sur del continente, sometidos por los poderosos del norte que ponen en práctica el ensayo de la dictadura postmoderna, en la que vemos cómo por ejemplo se niega en redondo la posibilidad de renegociar la deuda, deuda que supera ya nuestro PIB y a la que difícilmente podemos hacer frente solo al pago de sus intereses; o vemos cómo las élites empresariales dictan las nuevas normas laborales restringiendo gravemente los derechos de los trabajadores, se atacan las manifestaciones democráticas con saña y especial virulencia, como en el caso del famoso referéndum griego, referéndum al que se oponían los lideres “demócratas” europeos, tras el cual impusieron a los griegos, por desobedientes e insumisos, unas condiciones para el rescate criminales; o se modela, reorienta y recorta la libertad de expresión como henos visto en España mismo, legislando en contra inclusive de los preceptos de la ONU y de su Comité de Derechos Humanos, sin dejar de asustar a la población, por supuesto, con el hombre del saco vestido de rojo bolivariano.

Cuando uno se mete con el PP de una u otra forma está arremetiendo contra sus electores; de la misma forma y por la misma naturaleza cuando se ataca a los líderes de U-Podemos se ataca por simpatía al colectivo de indignados que son la base y la razón de ser de Podemos. Un colectivo este, por cierto, bastante más heterogéneo que otros partidos, al recoger distintas sensibilidades y motivaciones ideológicas distintas, tal y como se pone de manifiesto en las distintas posiciones que se toman desde y por ejemplo las llamadas confluencias. Así, mientras Podemos-Central, por decirlo así, no apoya el referéndum unilateral en Catalunya por ejemplo, Podemos-Catalunya sí; y no es una contradicción en sí misma, sino la constatación de su propia génesis ideológica plural. Es una de las características de todo movimiento asambleario que aglutina diversas sensibilidades. Pero la batalla está servida en tanto que mientras que las fuerzas tradicionales como PP y PSOE se decantan abiertamente por la realpolitik, una política de hechos alejada de toda ideología que no sea la puramente mercantil, U-Podemos queda como la fuerza que aglutina la política ideológica, defensora de los dogmas de la lucha de clases, del control ante el desmadre desregularizador y privatizador neoliberal, y a quienes por razones evidentes las elites consideran el enemigo a batir. Sí: el pueblo indignado es para ellos el enemigo a batir, y para ello pretenden algo tan viejo como descabezar al enemigo, convertirlo a ojos de la opinión pública en poco menos que el demonio; algo a lo que Pablo, por cierto, le ha puesto de su propia cosecha con su carácter prepotente, o con alguna que otra sonora pifiada propia y por ello previsible de novato, como ese absurdo rifirrafe que mantuvo con Errejón y que, a la postre, le hace más mal que bien. Una pifiada, todo sea dicho y desde la equidistancia que me da no haber votado a Podemos, compartida por el propio Errejón, al que me imagino sucumbiendo a la comida de oreja de algún interesado o interesada, que le llevó a creerse lo que no tocaba en el momento que no tocaba.

Recordemos cómo y cuanto detestaba, y detesta de hecho, esa autoproclamada lideresa liberal de la Esperancita Aguirre, a los indignados en su conjunto y a sus líderes en especial. Otro de esos liberales que se indignan con los indignados, es el fichaje de la Cifuentes, el figura del Daniel Lacalle, ese “think thank” económico que apoya sin rubor alguno la privatización de las pensiones para, dice, desahogar a la administración del gasto; pero en realidad lo que defiende es el volumen de negocio que eso supone para la banca, una banca que suspira por meterle mano a ese paquete de miles de millones.

Estamos en guerra, solapada; pero guerra. Disfrazada de democracia; pero guerra. Y no: la libertad y la democracia no van ganando; ¿o es que a ti te lo parece? Mírale la cara al Rajoy y respóndete después.   

A más ver     


No hay comentarios:

Publicar un comentario