¿Y ahora, qué?: ahora, nada de nada.
Estamos todos tan ocupados en poner y quitar lacitos, que el hecho de que este
mes la luz alcance precio récord, o que el Tribunal Supremo haya falsificado el
acta que propuso a Llarena como miembro de dicho tribunal, o que el pasado 31
de agosto pasado fue el día que más empleo se destruyó en un solo día en toda
una década, no es noticia, no pasa nada, nada de nada; pero siguen incordiando
que no veas los lacitos amarillos en los mismos espacios públicos que, aquellos
que reclaman y exigen su inmaculada pulcritud, lo llenaran después con sus
pancartas y panfletos propagandísticos. Ya veréis como entonces no se quejarán,
al contrario: si no pueden utilizar el espacio público, se estarán vulnerando
sus derechos a la libertad de expresión y manifestación. Podemos teorizar hasta
el aburrimiento sobre la definición de espacio público, propiamente dicho y
demás; pero el resultante final no varía: tu quieres hacer una manifestación pública
de protesta, y el otro no quiere que la hagas, porque vives en un estado
democrático y de derecho y tu protesta es “una ofensa contra la democracia y
es, por tanto, antidemocrática” (dixit Pablo Casado, Filósofo, Abogado Masterizado,
Arquitecto, Ingeniero, Sexador de pollos, Fachilla Modelno, Botarate y Limpiabotas).
¿Alguien da más? Por extensión, digo yo, y por coherencia, espero que a partir
de ahora ese “espacio público” este exento de pancartas, proclamas, consignas y
propaganda política de todo tipo incluso y por supuesto en periodo electoral,
porque hay que preservar la pulcritud del espacio publico y, de verdad, a mi
cierta propaganda política de según quienes, también me ofende. Las cruentas,
feroces y malévolas fuerzas del más rancio oscurantismo fascistoide de España se
están poniendo las botas últimamente, porque están implementando el tener que
pensar lo que dices en vez de decir lo que piensas. ¿Y como se le llama a tanta
uniformidad, a la implementación del ideal y pensamiento único, sin posibilidad
de discrepancia y disensión, reprimida por los señores fuerza bruta? Pues como
dijo aquel famoso filósofo alemán que los fines de semana le daba a la pelota: “No
hase falta desirrr nada más…
Vi, y escuché, ayer al Torra en su
conferencia, sí. No se muy bien de qué se espantan tanto en Madrid. Yo lo encontré
incluso comedido, refrenado, porque no quiere alterar los nervios de Esquerra
Republicana que está más por la labor de un tono bajo de confrontación y por
expandir la base social del independentismo por la vía del convencimiento. Yo no
soy sospechoso de ser votante de la derecha catalana precisamente, y a pesar de
ello agradecí ayer que Torra nos tratara desde su púlpito del TNC como adultos,
no presentando una hoja de ruta ni un plan preconcebido y precocinado en vaya
usted a saber qué cocina y con qué cocineros, y apelando a que las distintas
sensibilidades que aglutina el movimiento independentista, a que actuara
libremente en base a sus principios y voluntades. En Madrid pueden decir que
eso refleja que no hay unidad, que hay discrepancias, que hay “jaleo”. Nada más
lejos de la realidad. Lo que hay es unidad en el objetivo final; otra cosa es
que al mismo tiempo se tenga que preservar y reservar cada cual su propio
espacio ideológico, como es natural en una república en la que haya pluralidad
democrática. O como diría Gibran Jalil en referencia a los amigos: ser amigos
es caminar juntos cogidos de la mano; aunque por senderos distintos. Por lo demás,
nada nuevo. Dijo lo que dijo para quien lo dijo, porque como President de la
Generalitat tiene un mandato de acción política nacido de las urnas y, digo yo que
lo normal en cualquier sitio normal, es cumplir con ese mandato electoral;
aunque ya sabemos que aquí en España eso es poco menos que la quintaesencia de
lo paranormal. Aquello que se quejan de que no fue una conferencia para todos
los catalanes, se quejan de lo que precisamente ellos tampoco hacen, porque yo
no he visto a la Arrimadas convocar una conferencia para explicar a todos los
catalanes cual es su proyecto político y su idea política y social para Catalunya,
a pesar de ir presumiendo por las esquinas de que ganó las elecciones y fue la
más votada. ¿Y? ¿Todo eso para pasarse la vida quejándose por los lacitos
amarillos? Mis problemas, como ciudadano de Catalunya, no pasan por unos
lacitos amarillos que es una cosa que tarde o temprano desaparecerá por si
solo, sino el precio de la luz que me imponen sus amigos del Ibex35, o la conflictividad
que provoca, en muchos aspectos, el mundo del taxi en su guerra con Uber. Por
cierto, no se le vio a la susodicha esos días apoyando las reivindicaciones de
unos u otros, porque su marido, aquel ahora ya ex independentista lobotomizado
por el amor, es precisamente abogado de la empresa Uber. Yo solo aporto el dato
y tú, que ya eres mayor de edad, sacas tus conclusiones.
En este país no se le puede ni se le
debe hacer mucho caso a todo aquel que defienda que el P$OE es de izquierdas,
porque quien lo haga o es un supino ignorante o te está tratando a ti como si
lo fueras tú. Y naturalmente yo no tengo nada en contra de quien quiera vivir
en su confortable ignorancia, que es la cuna de la felicidad, dicen; pero que
lo traten a uno como a un lerdo la cosa ya cambia. No me vengas con que si
Pablo Iglesias no sé qué, que si la esencia republicana y de izquierdas del
partido y todo eso, porque todo eso ya es historia, se acabó hace muchos años
y, lamentablemente, agua pasada no mueve molino, y menos aun en este caso. Está
muy bien eso de escribirlo en las pancartas y cuando se trata de hacer
propaganda; pero a la hora de hacer política este P$OE ha defendido tanto o más
incluso que el propio PP, las políticas económicas de derechas, alegando ese
manido y viejo mantra de que no hay otra economía posible. Y es mentira, porque
por supuesto que la hay; lo que no hay es nadie que la haya querido implementar
so pena de ser postergado del circo político, un circo político mantenido, y
muy bien mantenido por cierto, por el sector financiero y empresarial que,
obviamente, espera sus contraprestaciones en forma de un sistema laboral que
les permita hacer y deshacer a su antojo con el trabajador-a, que sigue
perdiendo poder adquisitivo a pesar de que hay quienes presumen por ahí de que
crecemos y crecemos, que parece que vayamos a petar el techo de crecimiento y
salir a la estratosfera con tanto crecimiento.
Que siga la burla, que este país produce
tamaña cantidad ingente de memos inigualable, que incluso la aplauden y vitorean
como al “maestro” después de una buena “faena”. No te hagas ilusiones, porque
no eres torero ni capote, sino el toro burlado por el capote, al que sin
embargo acudes una y otra vez, empecinado en embestir al engaño.
Que os vaya bonito y,
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