LUNES
A medida que ha avanzado el proceso
catalán, con el devenir de los acontecimientos, parece como si hubiera mucha
gente en ambos bandos con el firme propósito de no escucharse. Oírse si;
escucharse no. Eso es traición. Incluso oírse, si realmente alguno de esos
personajes que ha dicho las barbaridades que ha dicho, se escuchara a sí mismo,
debería estar preocupado por su salud mental. Cuanta infertilidad, cuanta
energía derrochada inútilmente, cuanto cerebro trastocado.
Estamos en una situación en la que si
algo se puede asegurar, es que nadie está en condiciones de saber que va a
pasar a continuación. Una situación insólita donde lo normal es, de por sí,
insólito. Se empiezan a adivinar algunas estrategias, algunos posicionamientos
que sí o sí deben producirse por la apreturas del calendario electoral y que ya
han provocado el primer sonando encontronazo entre Podemos y Podem, en el que
Dante Fachín se decanta por el bando de los referendistas, dibujando una suerte
de candidatura unitaria sin tapujos, abandonando en cierto modo
la posición oficial de Podemos, ajena a la voluntad independentista. No parece
que vaya a producirse, a día y hora de hoy, algún acuerdo para presentarse como
una sola fuerza los partidos independentistas con una lista civil. Son,
queramos o no, elecciones, y los partidos intentan colocarse en sus supuestos
lugares ideológicos respectivos; aunque con el mismo propósito final. La ANC ha
emitido un comunicado en el que declaran que no pueden tener garantías de un
proceso electoral limpio y democrático con presos políticos en la cárcel, pero
que se acepta la convocatoria y la van a ganar. Y Puigdemont…bien: hoy sabremos
más por su propia voz, ya que al mediodía hará una declaración pública.
Personalmente, considero que ha hecho lo correcto, porque si alguien en este país
a estas horas ni deberían ser fiscales, son el Fiscal General y el tal Mena,
ambos reprobados por el congreso por su defensa del indefinible jefe de la fiscalía
anticorrupción, aquel que tenía sus intereses en Panamá y que obstaculizaba
todo lo que podía las investigaciones sobre el Ignacio González y su mafieta
corrupta. En estos dos personajes, sospechosos y en cualquier caso reprobados a
los que tanto socialistas como naranjitos querían ver en el paro, fían sus
esperanzas de ver a Puigdemont en la cárcel e incluso los Súper Spain Fashion naranja los apoyan sin ambages, inclusive
en las pasadas de rosca como la acusación por rebelión que solo se creen esos
dos estómagos agradecidos. Por supuesto que no tengo elementos de juico para
creer en la imparcialidad de la justicia en este país. ¿A estas alturas, con
esas dudas? ¿Quien se cree tal imparcialidad, después de todo lo descubierto y
sabido por todos aquellos y aquellas con orejas y ojos, en lo relativo a las
manipulaciones del gobierno en la justicia, y de toda la mierda (digo mierda
porque es lo que: bazofia moral) que anida en la justicia de este país? Pero
hay mucha memoria de pez sin criterio, que de la noche a la mañana se olvida de
las cosas porque su condición de ser servil y sumiso le tira a arrimarse al sol
que más calienta, independientemente de todo lo demás, y jalean con el mismo
impulso cavernícola el A Por Ellos, que el Puigdemont a Prisión y el remate del
que Viva España. En Catalunya a estas horas la queja más o menos extendida es
debido a la falta de información sobre l situación por parte de las autoridades
republicanas. Por el contrario, uno intenta huir un tanto del exceso de ruido
que llega desde Madrid, por propia salud.
Me pregunto, independientemente de lo
que nos depare el destino a corto y medio plazo a todos y cada uno de nosotros,
cómo vamos a gestionar, cada cual, todo lo que hemos vivido previo al 1-O y
fechas posteriores, con todo ese rosario de muestras inequívocas de
desequilibrios mentales, que han llevado a muchos a mostrarnos sus instintos de
Homo neanderthalensis, lo que da sentido, posteriormente, a los estudios que
reflejan que aun poseemos entre un 1.5% y un 2,3% de ese instinto innato. ¿Cómo
olvidar; y tanto? ¿O cuando menos cómo relativizar o soslayar las heridas, las
mentiras, las tergiversaciones, toda esa retahíla de cosas y de actuaciones que
han ido de despropósito en despropósito, con, en muchos casos, más odio que acusación?
Si ya decíamos, antes del 1-O, que había una buena parte de la ciudadanía catalana
desconectada afectivamente de España, la causa españolista no parece haber
ganado adeptos entre esos a los que no van a someter. Es curioso señalar que
ayer reflejaba una encuesta, nada más y nada menos que de El Mundo, en la que se
señalaba que un 57% de los encuestados a nivel nacional, querían un referéndum para
Catalunya. Son por tanto más los españoles que quieren una consulta "legal y pactada con el Gobierno de España" (un
57,4%) que contrarios (un 37,9%).
Independientemente de todo eso; y de
que las encuestas son eso, con lo que ello implica de dudas y certezas en función
de quien las interpreta, la cuestión, como decía, era nuestra propia gestión del
tema. Yo mismo he terminado con mi relación con un familiar y no quiero saber
nada más de un personaje que, por respeto a mi mujer, no pongo en su sitio y
abro la caja de los truenos. Como dicen que al final la vida pone a cada uno en
su sitio, dejémosles a los gilipollas que disfruten de un ambientazo de la
hostia, por el mayor número de concentrados al festín de los idiotas. Y con república
o sin ella, eso, está repartido por toda la geografía española a día de hoy. ¿Personalmente?:
me alegro. Un peso que me quito de encima por mantener hipócritamente una relación
que se me atragantaba desde su inicio. Que ya le tenía ganas, vamos. Así que
por mí, triste no va a ser, pero para otras personas, sí lo será y para otras
aun y siéndolo, su orgullo, ese ente tan poco conocido como pesimamente
gestionado por tantos y tantas, le impedirá darse a sí mismos una solución, y
se le encallará el odio.
Siempre se me quedan cosas en el
tintero. Ahora a escuchar a Puigdemont y las consecuencias posteriores, que
seguro no van a dejar indiferentes al personal y tendremos que ponernos a
esperar las reacciones de Moncloa en este partido de tenis que, al final, nos
llevará al macht-point del 21-D. Y ahí…ahí es la gente quien hablará. Es la
clave de todo. Independientemente de cuanto se haya dicho y se diga hasta ese día,
al final, es el ciudadano de Catalunya quien va a decidir en una urna lo que
quiere. Y como quiera que fuese que en Catalunya jamás, jamás, ha gobernado la
derecha española ni en coalición con nadie, otro resultado natural que no fuera
otra nueva derrota de los representantes del españolismo en Catalunya, no se me
antoja nada fácil; siempre y cuando los comicios se celebran con absoluta
pulcritud, con sus observadores internacionales y un recuento exhaustivamente realizado
sin sombra de duda. Sin Idras corruptas contratadas a dedo para el caso. En unas
condiciones de normalidad absoluta, no tengo la menor duda de quién ganará, si
aquellos que quieren la república consiguen abstraerse de todo el ruido y votan
lo que les pide su voluntad, su deseo y su anhelo de liberación.
Por cierto…una última cosa que me
tiene que no sé cómo me tiene: Me he despertado con la noticia de que un hipopótamo
había derribado con un pedo a 3 personas como consecuencia de los gases en el
Parque de la Naturaleza de Cabárceno, en Cantabria. Es un bulo. Menos mal.
Porque, si no, a ver cómo le explicas tú a tú mujer que has llegado tarde a
cenar por culpa del pedo de un hipopótamo.
A más ver