Inmediatamente después del discurso
de réplica de Puigdemont al borbón, ya interpretamos desde aquí lo que ayer nos
confirmó en su comparecencia en el Parlament: que declararía la república pero
estableciendo un margen de tiempo entre la declaración y su implementación,
para el dialogo. Esto, una vez pasada de la teoría a la realidad, ha provocado
todo tipo de reacciones y, evidentemente, una respuesta de la CUP que puede
hace tambalear; y algo más que tambalear si no se calma al personal, al Govern de
la Generalitat. La CUP le da a Puigdemont hasta el simbólico próximo 9-N; pero
le advierte que si en ese periodo y como quiera que fuese que ha declarado la independencia
(suspendida pero declarada y rubricada al fin en un documento más o menos
oficial u oficioso), pretende recobrar la actividad parlamentaria con
normalidad, la CUP no va a participar de esa actividad parlamentaria “normal”. También
ha provocado algo que por lo visto no ha acabado de gustar mucho a nuestros
amigos de 13 TV, que ayer calificaban de puro chantaje el pasarle la patata
caliente a Rajoy y obligarle a mover ficha, con lo poco que le gusta al hombre
el movimiento; sobre todo el suyo propio. Debe uno suponer, por suponer algo,
que las noches de intimidad en la alcoba del susodicho, lo que se dice una
fiesta…no lo veo. Cosas mías. Un lapsus.
Open minded, friends… más que nunca. No íbamos
bien queriendo empezar la casa por el tejado. Si quieres romper no ya tan solo
con tu modelo de estado, sino secesionarte de un país y constituirte en un país
independiente, debes tener una serie imprescindible de requisitos mínimos:
apoyo internacional, control físico de tu territorio que ofrezca seguridad a tus
ciudadanos; y las instituciones y organismos públicos propios de un estado: tu
banco nacional, Hacienda, moneda, sistema de pensiones, servicios públicos, etc
En la misma tarde de ayer, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, le
pidió personalmente a Puigdemont que frenara un poquito. Os copio el mensaje
literal: “Me dirijo a usted no sólo como presidente del Consejo Europeo, sino
como alguien que cree firmemente en la divisa de la Unión Europea, “unidos en
la diversidad”, como miembro de una minoría étnica (Tusk es casubo, pequeña
minoría eslava del norte de Polonia, descendiente de los pomeranios), como
regionalista, y como un hombre que sabe lo que se siente al ser golpeado con
una porra. Le he pedido al presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, que
busque una solución al problema sin recurrir a la fuerza, porque la fuerza de
los argumentos es mejor que el argumento de la fuerza. Hoy, señor Puigdemont,
le pido que respete el orden constitucional y no anuncie una decisión que haga
ese diálogo imposible. La diversidad no debería conllevar conflictos cuyas
consecuencias serían obviamente muy malas para Catalunya, España y toda
Europa”.
Como refuerzo a esa petición Puigdemont
recibió una llamada muy importante del exterior momentos antes de su
comparecencia, retrasada por PP, C´S y PSC con un ardid procedimental vaya
usted a saber con qué fin, llamada de quien se ha guardado un escrupuloso
silencio pero que apunta hacia Berlín (¿ese era el fin del retraso?), que por
lo visto no cayó en saco roto deshaciendo como un azucarillo las ansias de los
más radicales. Escribo esto cuando Rajoy y los suyos están reunidos en un
consejo de ministros extraordinario en el que, supuestamente, se va a estudiar
la aplicación, que en todo caso sería gradual y selectiva, del 155. Los del
bando españolista, obviamente, también tienen sus radicales, con más no,
muchísimo más peso específico que puedan tener los de la CUP que son una
camiseta de moda, y para muestra ahí tenéis al Opus metido hasta el tuétano de
las instituciones españolas, y que pueden presionar a Rajoy en la dirección equivocada.
Exigían un gesto de Puigdemont; tras la comparecencia de este ayer en el
Parlament, ahí tienen a los de la CUP cabreados y a la mayoría de gente
desconcertada. Lo he dicho muchas veces: la política tiene componentes muy
pronunciados de teatralidad, de escenificación, de postureo, que se dice ahora.
Como paso previo a la aplicación del dichoso 155, debe haber una notificación formal
al President Puigdemont, que a su vez debe responderle a Moncloa y, en función de
la respuesta de la Generalitat, se vería cómo y de qué manera se lleva a su aplicación.
Todo este procedimiento puede y va a durar días, una semana, posiblemente. Dicha
implementación del art. 155 está así mismo limitada en el tiempo, fiscalizada
por el congreso a quien se debe dar cuenta de las medidas adoptadas al minuto,
y que bien podrían acabar derivando en una convocatoria de elecciones en Catalunya.
En mi opinión, elecciones que solo servirían para ver envestido President de la
Generalitat a Oriol Junqueras, demorar el asunto y poner al frente del gobierno
catalán a un, esta vez sí, independentista convencido representante de un
partido, esta vez sí, eminentemente independentista y republicano como es
Esquerra Republicana. Ese y no otro iba a ser el éxito de quienes piden
elecciones en Catalunya. Prieta las filas de la derecha española, ¿qué pasa con
Pedro y su PSOE?: que tiene otro cisma en puertas. Si no tuviera bastante con
la Susana, Iceta le ha dicho que no al 155: el PSC no quiere ni independencia
ni el 155, le dijo ayer Iceta a Puigdemont. La incógnita ahora mismo es saber cuál
era la postura oficial del PSOE en la noche de ayer, cuando Pedro Sánchez fue
requerido en Moncloa para preparar la estrategia a seguir entre los
constitucionalistas. Le toca, pues mover ficha a Rajoy.
Y Begoña, mi querida Begoña, me
preguntaba que qué iba a hacer ella, catalana y española envuelta en todo este maremágnum
y perjudicada como se ve en su comercio. No lo sé. Ojalá tuviera respuestas
para todo, pero a veces no encuentro respuestas ni para mismo y a mí también me
envuelve la incerteza. De hecho nunca me había sentido tan expuesto en mi
trabajo y no me temo ni poco ni bueno. Pero todo esto transciende evidentemente
más allá de mis problemas personales, de los de mí querida amiga y de todos y
cada uno de nosotros a título individual: transciende a nivel colectivo y tiene
también mucho que ver con el legado que vamos a dejarle a nuestros hijos. Ya lo
sé: no es un consuelo para quien lo que tiene que hacer es mirar de llevar pan
a su mesa y que incluso se puede pensar que vamos a dejarle un legado de
mierda. Pero por muy adversa que sea la situación, yo creo en la gente. Creo en
Catalunya y sus gentes y formo parte de sus gentes. No me voy a ir a ningún sitio.
Ni ahora ni mañana ni pasado mañana; respetando y comprendiendo a quien crea
que deba hacerlo, evidentemente. Prefiero equivocarme haciendo algo, a que mi
hijo me reproche mañana, cuando ya no esté yo aquí para defenderme, que no
hicimos nada. Que vimos todo lo que vimos, supimos todo lo que supimos,
sufrimos todo lo que sufrimos…y no hicimos nada. Yo no soy de esa condición. Me
he preciado siempre de tener conciencia social, eso que esta tan en desuso, de
defender a los más indefensos, dar la cara y decir lo que pienso, con todos mis
errores; intentando mantener una mínima coherencia. Excepción hecha de las
payasadas, sin las que uno no está completo y que me desintoxican a mi modo,
claro. Intento ser siempre todo lo cristalino que mis circunstancias me
permiten, más o menos como todo el mundo. Me han insultado, me han censurado,
me han bloqueado múltiples veces. Incluso ha afectado todo esto a mi mujer y a
la relación que tiene con algunos de su familia. Pero no me quiero morir con la
sensación de que mi hijo pueda llegar a pensar que fui un pusilánime más. No
voy a enseñarle eso a mi hijo. Quiero enseñarle a que se rebele ante las
injusticias, a que tenga su propio criterio de las cosas, a que sea valiente y
mantenga sus ideas con firmeza, sin perder la dignidad. Eso no se hace dándole la
impresión de ser un padre apocado, resignado, aplastado en el sofá, impertérrito,
sin alma ni sangre. Prefiero equivocarme, sinceramente. Y soy consciente de las
dificultades, y las asumo como asumiré su afectación en mi vida privada, si se
produce.
Y como estamos a escasos minutos de
que comparezca Rajoy en TV para responder a Puigdemont, por hoy lo dejamos aquí.
A más ver
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