Cuando alguien es capaz de negar las
evidencias de un problema es que evidentemente tiene un problema y es, per se,
parte de ese problema y en ningún caso de la solución. Por ejemplo: el caso de
la corrupción sistémica de los gobiernos de Pujol en Catalunya. Es evidente que
sí, que existió, y a falta de ser sustanciado el caso en las correspondientes
sentencias judiciales condenatorias, hasta mi gato lo tiene meridianamente
claro. Pero negar, menospreciar o soslayar el hecho de que los gobiernos de
Felipe González y José María Aznar, ambos presidentes de gobiernos corruptos y
criminales de estado por añadidura el socialista y que se sustanció en una
condena de prisión para su ministro del interior y el secretario de estado de
seguridad (Barrionuevo y Vera), eran conocedores y consentidores de la trama
que se traía entre manos el mayor traidor al pueblo catalán que este recuerda
en siglos, es formar parte del gran y primer problema político que tiene este
país, y que no es otro que el de la mediocridad, bajeza moral y ética de
nuestra clase política corrupta y de aquellos que, sabiéndolo, les votan; por ello y con ellos, los primeros violadores
de la ley y de la Constitución. Todo este sistema se mantiene basado en el
analfabetismo político de una población a la que hay que mantener alejada del
interés por la política, del interés por implicarse en ella y constituirse en un
movimiento social exigente con la política. Si te limitas a quedarte en el sofá
y mover el culo solo para ir a votar a quienes te meten y sacan para volver a
meter en mil fregados, eres el ciudadano modélico; para ellos. Evidentemente
las elites, los poderes facticos del país, son conocedores fil per randa (de pe
a pa, punto por punto) de la idiosincrasia del llamado pueblo español, de su
tendencia sanguínea y tan latina hacia la fiesta, el cachondeo y el tralará,
que los convierten en víctimas propiciatorias para la manipulación a través de
unos medios de comunicación adoctrinadores de la verdad absoluta de las cosas.
Pero, a veces, la verdad, discurre
por senderos diferentes al de la versión oficial de las cosas y, cuando se
asoma y la vemos, ya es demasiado tarde. En ese estadio es cuando algunos, y no
pocos, la soslayan porque viven acomodados en la versión oficial que no exige
ni autocritica ni rectificación. Hay toda una ingeniería algorítmica creada
para la manipulación del voto. No es ciencia ficción ni hay un Blad Runner que
lo investigue. Es una realidad que se ha puesto de manifiesto en un sitio tan
simbólico como los EEUU en las pasadas elecciones. Aquí, en nuestro patio
patrio, un gobierno corrupto como no hemos tenido otro, contrató en las últimas
elecciones a una empresa, Indra, con un curriculum apestado de acusaciones de
manipulación de votos en varios países e inclusive aquí mismo: El ex presidente
español, ese que va dando lecciones de democracia con la misma gracia que si lo
hiciera de picador en la mina, Felipe González, usó sus vínculos con Indra para que esta adquiera a un
monto sobrevalorado de 1.5
millones de euros la empresa de su hijo mayor Pablo, Oyauri
Investment. También ese año Indra se vio implicada en el caso Púnica, una trama de corrupción de
diversos ayuntamientos españoles como bien sabéis, en la que se adjudicaron
servicios públicos por valor de 250 millones de euros a cambio de pagos y
comisiones ilegales. Por otro lado, la Unidad de Delincuencia Económica de la
policía española abrió una
investigación sobre una operación realizada por Indra en 2001: la
compra por 44.4 millones de euros de la empresa de uno de los hijos del
entonces jefe de la Generalitat y capo dei capi en Catalunya, Jordi Pujol
Soley, a partir de la cual la compañía comenzó a conseguir contratas
millonarias con la Generalitat. En las elecciones municipales de Sevilla en
2.015, Indra mantuvo el escrutinio bloqueado en 44 mesas electorales, durante
varios días, debido a “un fallo” en el sistema de recuento de votos. Aquellas
elecciones las ganó el ahora ministro del interior Juan Ignacio Zoido por
apenas 3. 000 votos: 106.321 del PP, contra 103.461 del socialista
Juan Espadas. Si vuela y dice cua cua, seguro que no es un elefante.
Y la guinda del esplendor de nuestra
lustrosa democracia la puso el otro día el Borbón con su discurso, por si a
alguien le quedaba alguna duda. Bueno; a ver: para el sistema fue impecable,
pluscuamperfecto, maravilloso como los coros de Carmina Burana, una oda a la
democracia y la libertad y, así, hasta el infinito y más allá. En realidad fue
un fiasco catedralicio, otro más, de la casa real. Fue un desprenderse por un
instante en mitad del baile de disfraces de la careta, y dejarnos ver la faz
lasciva y herrumbrosa del poder que va a empezar a reclamar cabezas por lo
civil y por lo criminal. También fue, evidentemente, la enésima manipulación
que hace el gobierno más corrupto de Europa de las instituciones, responsable
del texto leído y de toda la escenografía, lenguaje verbal y corporal que se
expuso en la televisión durante el discurso de ese pancha contenta que hace las
veces de rey. Este faltó a su precepto constitucional de árbitro en las
licitaciones políticas, por lo que se puede interpretar que violó la
constitución desde el momento en que decidió ser juez y parte en el conflicto,
decantándose por un bando y atacando gravemente al otro; exponiendo a este último,
por añadidura, al odio generalizado
entre quienes suelen tener o poco, o ningún criterio propio de las cosas, fauna
que cohabita entre nosotros con gran profusión y que suele reaccionar con toda
la capacidad de zafiedad y ausencia de vestigio neuronal que caracteriza al
espécimen, en tanto que en se, y per se, que queda así como hasta floreado y
muy cool.
Y de la manifestación de españolismo
ayer en Barcelona…gracias por venir, por salir a la calle y dar a conocer al
mundo lo intolerantes y totalitaristas que somos los catalanes: salimos con banderas
preconstitucionales (eran unos pocos) con niños evidentemente bien informados y
no manipulados enarbolando banderas patrias (eran unos pocos), y hasta tuvimos
tiempo para pararnos ante los balcones de los vecinos y dedicarles bellos poemas
de amor (eran unos pocos). ¿Y como dices que éramos, si tú estabas con los
cascos escuchando música, en la hamaca de tu terraza tomando el sol contemplando,
desde tu atalaya, la Torre Agbar, el Teatro Nacional, al fondo Montjuit, el
parque del Clot a ojo de pájaro cruzando de acera en tu calle…?
Pues porque de
la misma manera que en las manifestaciones del otro bando hablo en primera persona
del plural porque éramos los catalanes, ayer también éramos catalanes; bueno,
es cierto que algunos cientos de autobuses de toda España tenían programada una
ruta gastronómica por Catalunya ayer y debió coincidir; como los trenes que
llegaban atestados de gentes enarbolando banderas españolas que iban al
campeonato nacional de petanca. Total: que entre una cosa y otra se dieron cita
tropecientos millones de personas en Barcelona, que han querido contribuir
solidariamente a combatir, luchar y dejarse la piel contra los mosquitos, que
tenemos unos cuantos. Y todo muy guay, tronco. En los bares y restaurantes volaban rebanadas de pan con tomate y su jamoncito rico..qué cosas.
El miedo de algunos que ahora se lo
piensan y critican el independentismo: llevan, llevamos años los catalanes
diciendo que queremos la independencia. Años. Años durante los cuales quien
pudo haber evitado que llegáramos a este punto, sentándose a negociar los más
de 40 temas propuestos de negociación, no hizo absolutamente nada al respecto.
Nada y cuando la presión le agobiaba, se limitaba a decir que no a un nuevo
sistema de financiación autonómico, no a la Hacienda Catalana, no al impulso
del corredor mediterráneo, no a una mayor dotación del número de policías autonómicos, no a la ley de pobreza energética y así, de no en no, saltando el charco. No es, por tanto, tan culpa de quien dijo que
haría lo que haría desde hace años que, de quien pudiendo evitarlo, no tan solo
no lo ha hecho; sino que no lo ha hecho porque así se ha podido poner el traje
de superman salvaespaña y llevarse unos votos más al bolsillo.
El miedo de algunos que enarbolaban
las banderas del independentismo como mana de vida y fuente de salvación y
ahora les da vértigo la cosa: coherencia, señores, coherencia. ¿No sabíamos, no
esperábamos, que coño suponíamos? Esto iba a ser crudo; y más teniendo en el
otro bando al espécimen que tenemos en Moncloa. Es ahora cuando hay que estar y
saber estar; no tan solo cuando se sale en la foto. Se le llama asumir las responsabilidades
de lo que uno quiere y uno hace; y también se le llama mantener la dignidad. Os
hablé el otro día sobre el discurso institucional de Puigdemont dándole replica
al del rey. Y destaque la última frase de su discurso que hacía referencia,
precisa y explícitamente, a eso: a nuestra dignidad como pueblo. Y en ese preciso
momento, ya barrunte que hacer compatible la defensa de nuestra dignidad sin
males mayores, pasaba por crear un espacio de tiempo para el dialogo entre la declaración
de independencia (que satisfará los deseos independentistas) y su implementación.
Ayer Pablo Iglesias y Pilar Rahola coincidieron en un programa de TV3. En un
aparte, Pablo le confesó a esta que estaba acojonado porque podían suprimir la autonomía.
¿Pero es que de verdad nos extrañaría? Ataos los machos y cerrar los ojos,
porque habéis provocado a la reserva espiritual de occidente. Dignidad y
coherencia. Es lo que toca. Quizá alguno debería leerse al filosofo francés Charles
Pépin y el eje de un ensayo titulado La Reivindicación del Fracaso, visto desde
la perspectiva contracultural del éxito a cualquier precio imperante en nuestro
modelo social. Se da sobre todo en el sur de Europa que arruinarse en un hándicap
muy difícil de remontar, se considera un fracaso y, a ti, culpable por haber
fracasado. En Silicón Valley se elogia el fail fast (fracasar deprisa) y buscan
sobre todo emprendedores que hayan obtenido lecciones de sus errores. Gran
Bretaña, Finlandia, Noruega o América fueron descubiertas por un error humano. El
error como virtud humana y método de aprendizaje o el positivismo del error.
Buen tema de reflexión. Sin olvidar una premisa: errar es y
nos hace humanos y, errar, erramos todos.
A más ver
es una lástima que con tanto que decir , nadie se digne a decir que está de acuerdo con usted . Pues bien , yo estoy de acuerdo con usted , y ahora es cuando viene lo mejor y lo que mas merece la pena , salvo que me hayan vuelto a engañar. salud y república , con democracia
ResponderEliminarGracias amigo; pero la mayoría de la gente que me sigue están en Faceboock. Hice este blog para evitar los bloqueos a que me sometían en Faceboock. Llevo poco por aquí. Salud y republica :)
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