La unidad de la patria está muy bien;
pero defíneme qué clase de unidad. Unidad ¿en qué? ¿Unidad en la lucha contra
el sedicioso catalán? Vemos como esos de Vox enseguida se han presentado como
acusación particular y piden penas de 30 años de prisión a unas personas que,
todo lo más, lo que hicieron fue poner unas urnas para que la gente votara. Y
yo me pregunto que, si esos de Vox aman tanto a España, los españoles y su
unidad ¿por qué no se presentan como acusación particular por el tema de las
Preferentes, por ejemplo, o porque no hacen lo propio con el tema de las
hipotecas, o porque no entran a saco y denuncian a las eléctricas que nos suben
las tarifas llueva o haga un sol despatarrante? Han surgido, los de Vox, desde
lo más oscuro y tenebroso de las cavernas de este país para tomar el pelo a
cuatro gilipollas que se han creído que esos vienen aquí a poner a salvo algo.
En realidad, el tal Abascal lo único que pretende es seguir viviendo del cuento
como hasta ahora. No puedo evitar la sensación al escribir sobre Vox como de
adentrarme en el túnel del tiempo y verme retrocediendo unas cuantas décadas,
cuando aquí aún se estilaba aplicar aquella llamada ley de vagos y maleantes
para meter en la cárcel a la gente que, sencillamente, molestaba a la arcaica y
retrograda moralidad fascista. Y uno debe hacer verdaderos esfuerzos para
creerse que es compatible la España del siglo XXI, esta que está a un paso de
iniciar el nuevo año 2.019, con tener en nuestras instituciones a una formación
política, por llamarla de alguna manera, como Vox. ¡Quía! Todo ese discurso
tremendista, catastrofista, cuasi que apocalíptico que dibujan Casado y Rivera
sobre Podemos, o sobre los diálogos de besugos entre la Moncloa y la
Generalitat, tienen muy difícil sostenibilidad desde el momento en que PP y C´$
abrazan a la formación fascista radical del tal Abascal, sin la cual,
sencillamente, no van a poder gobernar en Andalucia esos de esa otra formación
política calificada en sentencia judicial como organización criminal. Es que
las cosas hay que llamarlas tal como se reflejan en los documentos oficiales, y
el PP está calificado como la mafia que es y que uno ha denunciado miles de
veces antes de esa sentencia; y no por ser un iluminado, sino por las múltiples
evidencias solo negadas, como es lógico, por los ciegos, los sordos y los
negacionistas de la realidad empírica de las cosas. Hasta 14 veces se han
desestimado 14 denuncias interpuestas contra la financiación de Podemos; pero
ahí tenemos, impertérrita, a la misma pandilla de enfermos de odio
repitiéndose, una y otra vez, ante las cámaras, a ver si a fuerza de repetirlo,
aunque no lo puedan demostrar, acaban convenciendo a algunos de que la tierra
es plana. Otro tanto se puede decir de las “concesiones” de Sánchez a Torra,
porque ahora va a resultar que a Catalunya hay que ignorarla absolutamente, para
poder seguir en la línea marcada por el PP de aumento del déficit en materia de
inversiones en infraestructuras en territorio catalán, porque eso les debe
sonar a muy patriótico. Cómo será la cosa, que hasta a uno de aquí de Barcelona
me decía el otro día que le parecía mal que el estado haya decidido por fin,
con años de retraso, invertir en las carreteras que son competencia del estado
español en suelo catalán, porque imagino que ese es el mantra, el mensaje que
le han dado sus lideres de la derecha fascista española: a Catalunya, ni
agua.
Se nos acaba el año. El 2.019 viene
cargadito de expectativas políticas de primera magnitud, encabezadas por el
juicio al Procés. Alguien debería ver claro que, Catalunya y el mantenimiento
contra viento y marea de esta monarquía parlamentaria, son sencillamente
incompatibles. Y, más tarde o más temprano, España deberá decidir con que
prefiere quedarse. Aquí ya os garantizo yo, como socio de Ómnium Cultural, que
no vamos a aflojar. Desde la ANC y Ómnium a partir del mes que viene y a medida
que se acerque la fecha del juicio, vamos a iniciar una serie de movilizaciones
con el objetivo de dejar patente la forma y en la medida en la que ese juicio nos
afecta y nos implica a todos. Se interpretará como se quiera por parte de a
quien convenga; pero estamos en nuestro derecho de manifestación y lo vamos a
ejercer sin miedo a represalias, de forma pacífica y cívica como hemos hecho hasta
ahora. No vamos a parar ni antes, ni durante ni después del juicio.
Pero ya tendremos tiempo y ocasión de volver a este asunto, porque la verdad es que, ahorita mismo, lo que me va a gustar va a ser ver como se las ingenian para gobernar Andalucía esos de la llamada derecha moderada, con los ultras de Vox. Una Andalucía, bueno es recordarlo, que ahora mismo debe ser gobernada con unos presupuestos prorrogados por la Susana, una Susanita que, junto a sus colegas “sociolistos”, han dejado Andalucía, a fecha de hoy, con un déficit de más de 30 mil millones de euros y las ayudas europeas congeladas a la espera de que le cuadren las cuentas de anteriores partidas presupuestarias de ayuda, a esta comunidad. Y hoy mismo, esta misma mañana, se ha sabido de fuentes de Vox que los ultras están molestos porque el futuro gobierno andaluz ha osado reunirse con Adelante Andalucía de la Teresa Rodríguez, manda “güevos”, que diría el otro, al tiempo que se ha sabido del nuevo ninguneo socialista a Catalunya, porque al parecer en la reunión que mantuvieron Sánchez y Torra en el Palacio de Pedralbes, este le hizo entrega al presidente español de un documento con 21 temas reivindicativos, documento al que el inquilino de Moncloa niega concederle categoría de documento político y que, en todo caso, la dará cumplida respuesta una vez pasen las elecciones europeas y se sepa la sentencia del juicio al Procés. ¿Cuál será la respuesta del gobierno socialista, que además niega la posibilidad de una intermediación internacional en el conflicto?: un nuevo Estatut, una nueva tomadura de pelo. La bandera de la estrella y la cruz blancas sobre fondo negro, para los que no lo sepan, conmemora el tricentenario de la guerra de secesión, y viene a significar, en contraposición a la bandera blanca de rendición, lucha sin tregua ni cuartel, resistencia hasta el último hombre, hasta la última brizna de esperanza. La Moncloa sigue en las antípodas de aportar ninguna solución al conflicto, mientras asistimos al “blanqueo y normalización” de la ultraderecha, como fiel reflejo de lo que cobija el alma de ese estado fascista llamado España, en el que sigue plenamente vigente la llamada Ley Mordaza.
A más ver
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