Y ahora… ¿qué? Todos de vuelta a las
andadas. Buscamos responsabilidades de lo ocurrido y echamos toda la mierda que
sea posible sobre cualquiera, pretendiendo hacer responsable, en alguna forma y
medida, a alguien de algo que, según todos los expertos, es sencillamente
imposible de evitar. Hasta he visto por ahí escrito en la facción más
reaccionaria e intolerante de nuestra prensa cavernícola, que el atentado en
Barcelona es fruto del proceso independentista. Apaga y vámonos. Hay que avisar
de inmediato a todos los ciudadanos europeos, no sea que tengan un proceso
independentista no resuelto, conocido o no conocido, porque eso es susceptible
de que los radicales islamistas les ataquen. Es imposible que en el país del
disparate algunos no puedan estarse un ratito calladitos y resuene, a golpe de
timbales y trompetas el género de lo absurdo, en cuanto abren la boca. Otra: si
un presidente autonómico, llámalo X, destaca que entre las victimas hay una
persona de su comunidad, está bien, es normal, no pasa nada; si es un político catalán
el que destaca que fulanito o menganita era ciudadana catalana, automáticamente
para algunos eso es hacer proselitismo independentista, que parece mentira, que
son igualmente ciudadanos españoles, etc. Y otra: oído de boca de un policía que
uno tenía por más centrado, el absurdo de que el estado paga más a un Mosso
d´Escuadra que a un Policia Nacional o a un Guardia Civil: mentira: a los
Mossos como a la Ertzaintza la pagan sus
respectivos gobiernos autónomos y lo sabe. Y viendo a unos y otros desde todo
lo afuera que uno es capaz de colocarse para no contagiarse de tanta bilis y
olor a trapo (llámalo bandera, senyera, estandarte, divisa, un cromo
intercambiable), le asaltan a uno sentimientos encontrados y te invade una sensación
de hastío tal, de verdadera repugnancia ante tanta mala leche, tanto odio y
tanta gente ruin con intereses de supremacía, todo porque, en el fondo, todos
se sienten como el pueblo elegido, el poseedor de la verdad y destino final del
paraíso terrenal, reino de la abundancia y el progreso. Un catalán, hoy mismo,
debe debatirse entre la valoración que debe hacer sobre el afecto recibido; y también
el desafecto de algunos que solo buscan zaherir, emponzoñarlo todo con un
argumentario basado en el rencor, la incomprensión y la intolerancia. He leído estos
días algunos tuits que, en comparación con otros, merecerían la misma atención mediática
y penal que han recibido esos otros. Y como no, destacar que estos días Venezuela
parece que ha desaparecido de la faz de la tierra, al menos para algunos que
han visto prioritario ponerse a arreglar nuestro ingobernable suelo. La mesura,
esa misma mesura de la que tanto presume como carece nuestro presidente Rajoy,
a mi me dice que ningún partido político debe arrojarse la idoneidad de lo
español, que un partido no debe erigirse en ningún caso en la versión oficial
del país; menos aun un país tan complejo y singular como este. Parece que a día
de hoy lo que diga y decida el PP a través de su gobierno es lo ideal, lo idóneo,
lo que todo el mundo tiene que asumir como propio porque si no,
automáticamente, eres sospechoso de algo malo: de estar contra España o contra
el sistema o contra las fiestas o contra el descanso. Es lo que tiene el
disenso en este país de extremos.
Da pena reincorporarte a tus asuntos
diarios tras unos días de hipotético descanso, y encontrarte con semejante fregado.
Ayer estuve paseando por Las Ramblas con mi esposa, sobre el medio día, y
compartimos un momento con Manuela Carmena que había asistido a la misa en la
Sagrada Familia. Le agradecí su presencia y que nos acompañara en estos
momentos a los barceloneses, a lo que me respondió que como no iba a hacerlo,
si nosotros somos Barcelona. Un breve encuentro, una saludación, agradecimiento
y de nuevo cada cual a sus asuntos y sus emociones. En un momento dado del
paseo, sonaron las palmas que tocaba la gente, espontáneamente, probablemente
comenzada en alguno de los muchos puntos donde se recordaba a las victimas con
flores, velas, notas y presentes, que se fue expandiendo como una ola por toda
Las Ramblas. Para uno que ha crecido paseando por ese suelo miles de veces, ha
sido doloroso, emotivo, único. Excepto el tráfico rodado que estaba prohibido a
todo tipo de vehículos y la evidente presencia policial, reforzada para lo que
suele ser habitual con más efectivos de la Guardia Urbana y los Mossos, todo lo
demás aparentaba una calma acompasada y enriquecida, una vez más, por la diversidad
de la gente, perlada de gestos y rostros donde se reflejaba la emotividad de
algunos paseantes y fotos, muchas fotos de todo o casi todo. No quiero volver a
dar un paseo así en sitio alguno nunca más. Y para los que nos vamos a quedar
aquí, ya nunca será lo mismo pasear por Las Ramblas hasta quien sabe si, quizá,
algún día, la ferocidad de la vida nos absorbe hasta el olvido de aquello que
hoy creemos imborrable en nuestra memoria y en nuestros corazones. Y lloro en
silencio con todos los familiares y amigos que lloran. Y sufro en silencio con
todos los heridos y sus allegados porque yo soy un herido más, aunque mi herida
no sea visible. Así que haced el puñetero favor de no venir a tocarme mucho los
cojones con que si catalanes o españoles. Bueno, mejor esto no lo pongo no vaya
a ser que…en fin. Prosopopeya aparte, la vida continúa, que diría el sabiondo.
Y continúa, la vida, prácticamente
donde y como la dejamos, excepción hecha de vernos todos con una herida más,
con una nueva pena con la que negociar, con una dosis mayor de hastío entremezclado
con el sincero y más profundo de los agradecimiento, a tantas muestras de
solidaridad y afecto que ha recibido el pueblo catalán. Ojalá no cometa el
desatino de creerme la voz de nadie, porque difícilmente estoy siempre y totalmente
de acuerdo conmigo mismo. Los únicos que nunca se contradicen suelen ser los fanáticos
que no reparan en fruslerías mientras el resultante sea la supremacía de su razón.
O de su sinrazón; qué más le da. Que uno entienda, como entiendo perfectamente,
el argumento de la CUP para no asistir a la manifestación del próximo sábado si
esta la encabeza el rey de España, no evita que piense que es una falta de
respeto hacia las víctimas y sus familiares, amén de a todos los barceloneses
que no opinan como ellos aún y compartiendo el fondo; no las formas. Si el
argumento de la CUP es que todo esto que nos está pasando en España es
consecuencia de aquella famosa foto de Las Azores, lo comparto. No tengo duda
que fue el detonante para que todo aquello que previamente había sembrado
occidente, financiando e instruyendo y armando a los talibanes en su lucha
contra los rusos, se nos haya vuelto en contra tras la invasión de Irak y el
descontrol sobre la zona. Si pudieron vencer a los rusos y posteriormente a los
norteamericanos, se verían capaces de todo, de acabar al fin con los infieles y
devolverles los golpes infringidos. Pero todo esto hay que denunciarlo en otros
medios, usando otros foros y escenarios y no boicoteando una manifestación unitaria
por todas la victimas, de todas las personas de bien, contra los criminales. Pero
bueno, tampoco te puedes extrañar de quien pretende expropiar la Catedral o la
Sagrada Familia, ya puestos podíamos anexionarnos Baleares, Valencia y el Rosselló
francés. Lo dejo ahí, como materia de estudio...
A más ver
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