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lunes, 14 de agosto de 2017

LO PODRIDO






Al albor de los acontecimientos que provocaron el estallido de la Segunda Guerra Mundial y de que los EEUU se alineara con la antigua URSS, que combatieran juntos en el campo de batalla contra el enemigo común alemán, y como acto reflejo de una sociedad occidental que luchaba contra el creciente fascismo en Europa, muchos ciudadanos estadounidenses se afiliaron al PCUSA (Partido Comunista de USA). Años después, finalizada la guerra, algunas de estas personas comenzaron a llevar a cabo asambleas en las que ya no se hablaba de los malvados alemanes o del fascista italiano, sino de los beneficios que tenía el empresario y lo poco que repartía entre los trabajadores; y llevaron a cabo una serie de huelgas y manifestaciones que, en muchos casos, acababan con heridos y detenidos gracias a las fuerzas del orden, poco acostumbrada a estas movidas reivindicativas en el cuna del liberalismo salvaje. Quedó reflejada esta negra etapa de la historia estadounidense en numerosos artículos de prensa, reportajes, libros, documentales y películas. Por otro lado se estaba llevando a cabo una guerra solapada principalmente entre los servicios secretos de EEUU y la URRS, lo que conoceríamos como la Guerra Fría, tras la repartición de Berlín que no fue tal, sino porque un buen día, sencilla y unilateralmente, los rusos empezaron a construir un muro en la capital alemana que dividía a esta en dos: el lado occidental yankee y el oriental ruso. Las continuas muestras de desconfianza reciproca entre ambos bandos, levantaron ese ignominioso muro. En EEUU, por otro lado y como consecuencia colateral, se llevó a cabo una atroz, ilegal e inmoral persecución contra todo ciudadano estadounidense afiliado al PCUSA, o de cualquiera que hubiera asistido a las asambleas de dicho partido, tuviera vínculos o relación de algún tipo con esas personas, hubiera leído un libro sobre comunismo o fuere cual fuere el tipo de relación directa o indirecta que les unía al comunismo. Películas como Buenas Noches y Buena Suerte o una más reciente, Trumbo, esta ultima más centrada en la repercusión que tuvo la caza de brujas en el mundo del cine, aparte de ser obras de un excelente trabajo actoral, reflejan fehacientemente el clima en el que vivía la sociedad norteamericana. Hubieron victimas: gente que acabó en la cárcel solo por declararse de izquierdas, por luchar por los derechos de los trabajadores, personas que sufrieron un nivel de acoso y derribo de tal calibre, que acabaron suicidándose, arruinadas muchas de ellas previamente, rotas sus familias…un desastre fruto de ese aquelarre ideológico que no dejaba de ser una manifestación del fascismo que previamente los propios norteamericanos habían combatido en Europa. Había mucho fariseísmo en el argumentario de los que combatían a los rojos que, supuestamente, querían destruir el sistema de vida norteamericano, garantista de derechos y libertades, quitándoles precisamente esos derechos y libertades a miles de personas sin una base legal, por simple sospechas o por el simple hecho de pensar de forma distinta.

No digo que sea ni el mismo ambiente ni tampoco que las motivaciones sean iguales en el tiempo y la forma; pero hoy, aquí, en este país sí que parece evidente que se persigue, se reprime, se castiga y se coarta la libertad de gente que piensa de forma diferente a la versión oficial de nuestra derecha carpetovetónica. En lo que sí se asemeja, y bastante, es en el nivel de fariseísmo y de hipocresía de algunos actores políticos de nuestra derecha, capaces de mentir y de decir que mentir en sede parlamentaria no es motivo para dimitir (verbigracia Rajoy) para pasar a acusar a los rojos de mentirosos; de una mentira convertida en pecado mortal por el coro de voceros a sueldo. Ese mismo fariseísmo, esa misma casi que innata hipocresía de la que hacen gala algunos de nuestra derecha, amplía tanto el abanico de sus posibilidades, que igual nos roba del erario público y se lleva los parnés a Panamá, que dice dejarse la piel por los españoles; al tiempo que nos permite entrever por los puños de su camisa una pulserita con los colores patrios y/o presume de españolismo torero. Añadámosle a esto esa costumbre tan nuestra de encasillar a alguien a la mínima ocasión, de colgarle el cliché de tal cosa o tal otra, de que porque exponga un punto de vista diferente sea automáticamente un apostata, un hereje o un asocial, un descarriado del sistema que, con los vientos que corren, evidentemente o es un podemita radical y peligroso, o bien un catalanista radical, nazi, peligroso y enemigo de España. Por no hablar de la cantidad de eminencias que saben de antemano lo que pasaría si ellos no gobernaran y gobernara lo que ellos denominan como izquierda radical, esos pitonisos que, sin embargo, como sus dotes adivinatorias no les da para que les toque la primitiva, hacen lo que primitivamente hace el delincuente: robar y quedarse con lo ajeno.

Uno, que ni es podemita, socialista ni de derechas, no se siente a gusto teniendo que ser honesto a la hora de componer el relato de lo que veo que pasa a mí alrededor. No por ser honesto, evidentemente, sino por el cuadro que reflejo. A pesar de las buenas, y en otros casos no tan buenas intenciones, de algunos que proclaman desde la derecha aquella cantinela del estado de derecho, democracia y otras mandangas, tenemos sobradas muestras objetivas de que la calidad de nuestra democracia atraviesa un agujero negro, un túnel sin luz, un paramo con un paisaje con exceso de frivolidades, mentiras he hipocresías, que nos han llevado a esta situación de democracia paupérrima, en los huesos, que sufre de hambruna ideológica y vive en el exceso de recortes y penurias, materiales y no materiales, de libertad ideológica. ¿No es acaso radical afirmar que, cualquier cosa que no seas tú, o que no pase por ti, no puede ser en ningún caso la solución? Y sin embargo, nadie como el PP para decirnos, por activa y por pasiva, que todo lo que no sea PP (ahora con su bebés naranjas como colaboradores necesarios) no es bueno para España, que todo lo que no sea la derecha va a acabar por llevar a España al desastre más desastroso y la ruina más ruinosa, que ellos, que conjuntamente con el PSOE antiguo (vamos a llamarlo así hasta que Pedro no nos demuestre que sigue la senda de los Felipe, Guerra y cía.) únicos que nos han conducido a esta situación, son los que tienen la única solución posible para este país; o sea: ellos. Suena un tanto como a ese maltratador que, después de estampar su mano contra la cara de su víctima, le dice: …”nena, yo soy lo mejor que te puede pasar, porque ese que llama a tu puerta es peor que yo, que te lo digo yo; porque te lo digo yo. Y punto”. El componente de dependencia que lleva a algunas personas a soportar como mal menor a su maltratador, es extrapolable al componente de dependencia ideológica de aquellas personas que, sabiendo que el PP está lleno de mugre, viven en el firme convencimiento de que si bien no son posiblemente lo mejor, son lo menos malo.

Bienaventurados los pobres maridos que tienen que padecer los horrores del mercadillo, una mañana de domingo de agosto, de veraneo con su costilla. Debe haber un componente masoquista que debería mirarme así a horas sueltas. En estos casos de peligrosidad extrema, es recomendable recurrir a Epicuro: sentarse a beber una cervecita y dejar a la fiera suelta, a su bola.
Ahora vas y lo cascas. 

A más ver


1 comentario:

  1. Cada vez que te leo,y mi mujer lo esta viendo,me dice ya estás otra vez leyendo al tal Varela...y yo le digo si hubiese unos cuantos srs,Varela en esta sociedad podrida i corrupta,otro gallo nos cantaría...saludos compañero i no pares de escribir,que yo te leo siempre

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