Espero que yo mismo me permita a mi
mismo escribir, encontrar las palabras y acertar con su configuración para
decir lo que quiero decir; aunque ni sepa muy bien qué cosa es lo que quiero
decir ahora mismo; pero sí sepa lo que no voy a decir.
No me sorprende ni un ápice las muestras
de solidaridad, de empatía y de implicación de personas anónimas que han
ofrecido lo que cada una buenamente ha podido: techo y cama para los turistas
afectados por el cierre de Las Ramblas que no pudieran acceder a sus hoteles,
comida, ropa, apoyo psicológico, acompañamiento, taxistas que desplazaban a la
gente, comerciantes que ofrecían lo que podían, hasta una traductora se ofreció
a uno de los hospitales para acompañar y ayudar con los heridos extranjeros. Ayer
mismo, una afectada y emocionada Ada Colau, agradecía toda esa solidaridad ciudadana
y la expresada desde todo el mundo, en nombre de todos los barceloneses. No me
sorprende porque vivo aquí, conozco y formo parte de este pueblo y de sus
gentes. Por eso tengo que destacar, muy a mi pesar, que quienes no han estado a
la altura de las circunstancias han sido nuestros mandatarios: Rajoy y
Puigdemont, poniendo de manifiesto aun y en estos momentos el conflicto
institucional y personal de ambos individuos, incapaces de hacer una declaración
conjunta, aunque todas las fuerzas de seguridad del estado en Catalunya se
hayan puesto a colaborar entre ellos desde el minuto cero porque les ha salido
del alma a todos ellos. A todos, menos a Rajoy y Puigdemont.
Si vives en la costumbre de escribir
por el placer de escribir, y un día te encuentras con que tienes que escribir y
sabes, perfectamente lo sabes, que tienes que hacerlo y que no lo vas a poder
hacer sino con dolor, con el corazón acongojado y esta sensación de globo deshinchado,
te sientes perdido. Pero voy a intentar sobreponerme en la medida de mis
posibilidades y trataré, que luego ya veremos, de poner y de imponerme a mí
mismo un poco de orden y coherencia para explicarme esta sinrazón.
Me parece hipócrita cargar las tintas
sobre el mundo musulmán y sobre su religión, olvidándonos de los crímenes y
torturas que se han llevado a cabo por todo el orbe en nombre de nuestro dios
occidental, rubio guapo y de ojos azules. No es tanto esta o aquella religión,
como el fanatismo y radicalidad que provocan en algunos individuos seguidores
de esas religiones, que hacen una lectura e interpretación maniquea de sus
preceptos que justifique sus instintos asesinos. Son asesinos, sin más, que
usan la religión como justificación, la usan para lavar cerebros y
reconducirlos en beneficio de sus instintos criminales. En el caso que nos ocupa,
conociendo ya como conocemos su modus operandi y con la información de que se
dispone a estas horas de esta mañana de viernes 18 de agosto, podemos decir que
los autores materiales del atentado de ayer en Barcelona, configuraban una célula
terrorista que se especula estuviera compuesta por una docena de personas, la mayoría
de ellas jóvenes veinteañeros captados en ambientes marginales, pequeños
traficantes y delincuentes de poca monta que suelen ser captados en las
prisiones, muchos de ellos. Esta misma mañana, los Mossos d´Escudra han abatido
a cinco sospechosos en un tiroteo que se ha producido en el pueblo costero de
Cambrils. La policía sospecha de un tal Moussa
Oukabir, de 17 años de edad como autor material del atentado; pero se
desconoce si está entre los 5 abatidos por los Mossos d´Escuadra. Hay tres
detenidos entre ellos el hermano de Moussa Oukabir, Driss Oukabir; y hoy
sabemos que, la persona fallecida ayer cuando intentaba burlar un control de
los Mossos a la salida de Barcelona, presentaba varias heridas producidas por
un apuñalamiento previo a su captura. Se sigue investigando si esta persona
guardaba alguna relación con el atentado de ayer.
Mención aparte debería hacerse de
todos y todas aquellas que usan las redes sociales para manifestar lo mal y lo
jodidos y jodidas que están realmente, a nivel personal consigo mismo y con los
demás, para lanzar sus diatribas anticatalanistas en estos momentos. Tenemos un
índice, que se me antoja cada día mayor, de gente que, sencillamente, no sabe
estar. De gente sin los muebles en su sitio a muchos de los cuales solo les falta
dar el último paso: subirse a una furgoneta y emular a los terroristas de tan
henchidos de odio que están, de ese odio insano que no te deja vivir ni dejar
vivir. Irracional, tot plegat.
Guardo muchas vivencias de Las
Ramblas. Allí mismo, en pleno escenario del crimen, en el Moka, nos besamos por
primera vez hace 23 años mi esposa y yo. Miles de veces he paseado por ese
singular paseo, envidia y admiración de turistas que se asombran de que quienes
pasean por el centro de la calle son las personas, y los coches por los
laterales de la vía. Miles de veces he paseado por ese suelo, y cuantas veces
he quedado con familiares y amigos ahí, justamente ahí donde se detuvo ayer la
furgoneta sobre el mosaico de Miró, que lleva ahí ya 40 años perdiendo baldosas
periódicamente que son restituidas con prontitud; y pienso pasear millones de
veces más. El próximo lunes 21 me reincorporo a mi trabajo. Estaré todo lo
cerca de La Ramblas que está la Via Laietana. Y no tengo la menor duda de que
todos vamos a seguir haciendo nuestra vida normal, porque ese es el símbolo y
la señal de nuestra victoria sobre ese atajo de asesinos, su derrota.
Comprendo, porque creo que es comprensible, que si vives en Barcelona a partir
de ahora vas a mirar con otros ojos a los musulmanes que veas entrar o salir de
sus mezquitas y templos de oración. Es comprensible, como digo; pero los
expertos se esfuerzan en recalcar una y otra vez que no es ahí donde focalizan
la captación de los mártires de su desquiciada causa, entre otras razones
porque se saben muy vigilados en esos centros. No cagues donde comes, sería la máxima
que esta gente sigue. Los tenemos en nuestros barrios, efectivamente, forman
parte de nuestra comunidad y se confunden entre nosotros como uno más,
aparentemente indetectables entre la gente que vive su día a día con absoluta
normalidad y no necesitan, como antaño, armas de fuego para provocar una
matanza, simplemente un carnet de conducir y unos pocos euros para alquilar una
furgoneta. Barato y efectista. El terrorista perfecto.
Otra cuestión que deberíamos plantearnos
quizá, no ahora con la sangre caliente, pero que más temprano que tarde debería
formar parte de nuestro debate político y a pesar, como lo sé, que
aparentemente está en contradicción sobre lo que digo en relación a las
mezquitas y centros de culto musulmán, es el debate sobre la legalidad de
instituciones de carácter religioso o no, que violan y/o están en flagrante contradicción
con nuestra constitución. ¿Cuándo coño un puto gobierno de este país va a dejar
de consentir la “legalidad” de instituciones manifiestamente misóginas, algunas
de las cuales incluso subvencionamos con dinero público? Si la Constitución
dice que aquí no se pueden hacer discriminaciones por razones de sexo, ¿hace
falta señalar con el dedo a alguien, o ya todos sabemos de quienes estamos hablando?
Yo soy de la opinión de que si tú eres creyente de una religión equis, me da
igual la que sea, que discrimina a la mujer, yo no tengo porque pagarte tus
creencias misóginas de supremacía. Por extensión, un gobierno que no afronta
este asunto de una vez como ha de hacerse, en un país con una Constitución que
proclama la aconfesionalidad del estado, es un gobierno cómplice del cumplimiento
de ese precepto constitucional. A partir de aquí, no me sirve que me digan que
todos somos iguales ante la ley.
¿Prohibiendo las mezquitas se solucionaría
el problema? Me parece obvio que no. Que para acabar con este problema hay que
golpear en la cabeza de la bicha. En Daes y otros grupos de radicales
musulmanes y a quienes les financian. Algunos de estos últimos, recordémoslo,
hacen negocios con nosotros y han hecho multimillonario al emérito Juanca, el
terror de las nenas. Aunque no solucionara el problema del terrorismo, ¿por
ello vamos a dejar que se viole la constitución impunemente? Alguno se pone muy
farruquito defendiendo la constitución ante según quienes, y ante otros se
esconden como ratillas asustadizas.
Nada más por hoy, que tengo más pena
que acierto, más dolor que nada y cuando a uno le duele algo mucho, no acostumbra
a ser justo.
A más ver
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