Continuamos con la
cronología del fantástico mundo de Españistan, en otro nuevo capítulo de lo
absurdo: la final de la Copa y la guerra al color amarillo por parte del
gobierno, violando las más elementales normas cívicas. No es nuevo. Recordemos
las confiscaciones, por parte de la policía, de todo símbolo, bandera
republicana o pancarta que pudiera “molestar” el día de la coronación de ese
cómplice de los franquistas, el tal Felipe. A este Zoido se le ha ido la pinza,
definitivamente. ¿A que venían esos policías requisando camisetas, pancartas y
hasta bufandas por el simple hecho de ser amarillas, y esos policías haciendo
fotos en el sector de la afición del Barcelona silbándole al rey y al himno? Si
la sentencia de Estrasburgo que, como recordareis, decía que quemar una foto
del jefe del estado no era delito porque estaba amparado en el derecho a la
libertad de expresión y de crítica, silbarle al rey igualmente es un ejercicio
de libertad de expresión y de crítica, por lo tanto ¿a que viene o que pretende
hacer Zoido con las personas fotografiadas, silbando? ¿Hacer más el ridículo?
¿Más todavía? Esto, evidentemente, es casi que pecata minuta a excepción, claro
está, para las personas que fueron sometidas a esas confiscaciones ilegales de
camisetas, bufandas y demás, que tenían todo el derecho a llevarlas. Pero aun y
siendo eso, algo sin aparente más historia, lo que provoca Zoido es la mayor
proliferación de lazos y símbolos amarillos pintados por la ciudad de Barcelona,
como veo cada día en paredes, muros, papeleras, etc. que me imagino se hace
extensible a toda la geografía catalana. Gracias, Zoido, por aportar ese
granito de arena tuyo tan particular, siguiendo los estándares de las más
elementales normas del sentido común, allá donde se hallare el tuyo. Imagino
que lo pagaste después con esa penitencia que padeciste personalmente, de la
que me alegro infinitamente. La prensa internacional, no obstante, se ha hecho
eco del numerito de la policía y sus confiscaciones, casi tanto o más que del
resultado del partido de futbol que se celebró. Bonita imagen de España exportada
por el gobierno, que anda a la busca y captura del color amarillo. Es mentira
que solo se confiscaran prendas con mensaje político, porque fueron requisadas
ingente cantidad de bufandas que simplemente eran amarillas, como las camisetas
sin más letras que las del fabricante. Otra cosa es que esas imágenes os las
muestren en España, que naturalmente no lo harán. Se empezó con un tuit, se prosiguió
con una canción, después un cuadro, una ideología política,
después un lacito, ahora
un color… ¿qué será lo próximo que prohíba este gobierno, una corbata, unos
zapatos, ir de vacaciones a Catalunya, una bicicleta? Por cierto, tengo estos días
por aquí a familiares que viven en Sao Paulo, Brasil, y me dicen que vieron el
1-O por la tele en su país, y todo Brasil quedo conmocionado por la falta de
libertad para votar de gente pacífica e indefensa ante la policía. No lo
entienden. Y no será porque no tienen sus problemas por allí y ven a la policía
actuar contra la criminalidad. Me voy a abstener de decir lo que piensan de los
españoles para no herir susceptibilidades, pero…un máster en libertades no les da
a España, precisamente.
En este bucle del
despropósito y tentetieso en el que el gobierno de Rajoy está sometiéndose a sí
mismo y al país por el conflicto con
Catalunya y sus derivadas, parece acompañarle con brío, y sin preocuparle lo
más mínimo la crisis de estado que ha provocado, el juez Llarena con sus
requerimientos a Montoro. Una crisis de estado entre la magistratura y, ahí es
nada, el cuerpo de élite de un ministerio como el de Hacienda, cuerpo de
funcionarios de contrastado prestigio al que Montoro ha salido a defender a
capa y espada. Hace más de dos meses que los servicios jurídicos de Hacienda
enviaron los debidos informes al juzgado de Instrucción nº 13 de Barcelona, que
fueron remitidos, a su vez junto con los razonamientos anexos, al juez Llarena,
vía traslado, informes y razonamientos que no dejan lugar dudas de que no
aparecían evidencias de desvío de dinero público para financiar la logística de
la votación y que, como es evidente, contradicen los informes de la Guardia
Civil. Pero Llarena necesita, requiere y casi que exige que la versión buena y
que prevalezca sea la de la Guardia Civil, sí o sí. Lo necesita como el aire
que respira o se le desmonta la farsa. Recordemos que de todos los acusados,
tanto por rebelión, sedición y malversación, no detalla en ningún momento
Llarena cuáles eran las responsabilidades concretas de cada uno de ellos en
cada uno de los delitos. Los expedientes semanales del ministerio están
rubricados por la interventora General de la Generalitat, Rosa Vidal Planella;
la Directora General de Presupuestos catalana, Anna Tarrach Coll; del director
general de Política Financiera, Josep María Sánchez Pascual, entre otros. Unos
informes bien claros y definitorios, expresados siempre con contundentes
aseveraciones: los pagos “no contravienen el ordenamiento jurídico”; “no le
consta (...) en ninguna de las fases contables que se destine al proceso
refrendario”; “no se tiene conocimiento de ningún (...) gasto que, de modo
directo o indirecto, se emplee para financiar la organización y/o celebración
del proceso refrendario”; “no me consta (...) que se haya tramitado ninguna
modificación presupuestaria”. Nada de todo esto le interesa al Llarena porque
no busca justicia, sino ajusticiamiento de los procesados, que es bien
distinto. ¿Y que puede haber en un estado de derecho más insano que un juez
justiciero? ¿Procesará ahora Llarena a todos los interventores públicos que
habrían violado la ley, ocultando la masiva malversación del Govern, si se
aferra definitivamente a la versión de la Guardia Civil? Por extensión
¿procesará a Montoro? ¡Que siga la fiesta! Porque este, lejos de amilanarse ya
ha declarado que le enviará los informes a Llarena con los “detalles
pormenorizados” que llevaron a los interventores a concluir que no había habido
malversación por el 1-O. Esto lo manifestó Montoro después del pasado Consejo
de Ministros en el que, al parecer Rajoy, algo molesto con el ministro, le
conminó a Montoro a ponerse a disposición del juez y facilitarle todo la información
que le requiera Llarena, que está dispuesto a citar a Montoro a declarar si no
le convencen los informes que le remita.
Se empiezan a notar
las vías de agua en el PP que preceden al hundimiento. Ya es el cuarto partido
en intención de voto según una encuesta del El Periódico de Catalunya que, a
pesar de su nombre tan rimbombante, es de marcada tendencia pro 155 y todos a
la cárcel, independentistas se entiende https://www.elperiodico.com/es/politica/20180421/encuesta-elecciones-generales-espana-6774335
No es nada desdeñable el castigo que se está auto infringiendo Rajoy con su perenne
inacción, esta vez en el caso Cifuentes, que crea una mal disimulada división en
el partido, porque son muchos los partidarios de que Rajoy la haga dimitir, off
the record, of course… no sea que salga alguien retratado como traidor a la versión
oficial, un lujo que nadie se va a permitir a estas alturas, donde un próximo lugar
en las listas peperas se paga a precio de bocado en la yugular. Hasta el periódico
El País, valedor de la política de Rajoy en Catalunya, se le está poniendo en
contra acusándolo de ser demasiado laxo con los independentistas, por ejemplo permitiéndoles
que aprobaran en el Parlament la ley que permite el voto delegado de
Puigdemont, sin hacer nada por impedirlo. Que se ve que, en el fondo, escuece eso de que no pueda Rajoy aprobar los
presupuestos y actualizar las subvenciones, que permiten sobrevivir a
determinada prensa escrita, por ejemplo, que presenta números rojos en los últimos
años y va cayendo en picado hacia la insostenibilidad.
Pues nada: si hay que
luchar contra los dragones, lucharemos. Por algo celebramos hoy Sant Jordi; así
que feliz Sant Jordi a todo el mundo, sobre todo a los que más me odien, con
más cariño.
A más ver
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