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lunes, 23 de abril de 2018

CHIRIPITIFLAUTICOS






Continuamos con la cronología del fantástico mundo de Españistan, en otro nuevo capítulo de lo absurdo: la final de la Copa y la guerra al color amarillo por parte del gobierno, violando las más elementales normas cívicas. No es nuevo. Recordemos las confiscaciones, por parte de la policía, de todo símbolo, bandera republicana o pancarta que pudiera “molestar” el día de la coronación de ese cómplice de los franquistas, el tal Felipe. A este Zoido se le ha ido la pinza, definitivamente. ¿A que venían esos policías requisando camisetas, pancartas y hasta bufandas por el simple hecho de ser amarillas, y esos policías haciendo fotos en el sector de la afición del Barcelona silbándole al rey y al himno? Si la sentencia de Estrasburgo que, como recordareis, decía que quemar una foto del jefe del estado no era delito porque estaba amparado en el derecho a la libertad de expresión y de crítica, silbarle al rey igualmente es un ejercicio de libertad de expresión y de crítica, por lo tanto ¿a que viene o que pretende hacer Zoido con las personas fotografiadas, silbando? ¿Hacer más el ridículo? ¿Más todavía? Esto, evidentemente, es casi que pecata minuta a excepción, claro está, para las personas que fueron sometidas a esas confiscaciones ilegales de camisetas, bufandas y demás, que tenían todo el derecho a llevarlas. Pero aun y siendo eso, algo sin aparente más historia, lo que provoca Zoido es la mayor proliferación de lazos y símbolos amarillos pintados por la ciudad de Barcelona, como veo cada día en paredes, muros, papeleras, etc. que me imagino se hace extensible a toda la geografía catalana. Gracias, Zoido, por aportar ese granito de arena tuyo tan particular, siguiendo los estándares de las más elementales normas del sentido común, allá donde se hallare el tuyo. Imagino que lo pagaste después con esa penitencia que padeciste personalmente, de la que me alegro infinitamente. La prensa internacional, no obstante, se ha hecho eco del numerito de la policía y sus confiscaciones, casi tanto o más que del resultado del partido de futbol que se celebró. Bonita imagen de España exportada por el gobierno, que anda a la busca y captura del color amarillo. Es mentira que solo se confiscaran prendas con mensaje político, porque fueron requisadas ingente cantidad de bufandas que simplemente eran amarillas, como las camisetas sin más letras que las del fabricante. Otra cosa es que esas imágenes os las muestren en España, que naturalmente no lo harán. Se empezó con un tuit, se prosiguió con una canción, después un cuadro, una ideología política, 
después un lacito, ahora un color… ¿qué será lo próximo que prohíba este gobierno, una corbata, unos zapatos, ir de vacaciones a Catalunya, una bicicleta? Por cierto, tengo estos días por aquí a familiares que viven en Sao Paulo, Brasil, y me dicen que vieron el 1-O por la tele en su país, y todo Brasil quedo conmocionado por la falta de libertad para votar de gente pacífica e indefensa ante la policía. No lo entienden. Y no será porque no tienen sus problemas por allí y ven a la policía actuar contra la criminalidad. Me voy a abstener de decir lo que piensan de los españoles para no herir susceptibilidades, pero…un máster en libertades no les da a España, precisamente.

En este bucle del despropósito y tentetieso en el que el gobierno de Rajoy está sometiéndose a sí mismo y al país  por el conflicto con Catalunya y sus derivadas, parece acompañarle con brío, y sin preocuparle lo más mínimo la crisis de estado que ha provocado, el juez Llarena con sus requerimientos a Montoro. Una crisis de estado entre la magistratura y, ahí es nada, el cuerpo de élite de un ministerio como el de Hacienda, cuerpo de funcionarios de contrastado prestigio al que Montoro ha salido a defender a capa y espada. Hace más de dos meses que los servicios jurídicos de Hacienda enviaron los debidos informes al juzgado de Instrucción nº 13 de Barcelona, que fueron remitidos, a su vez junto con los razonamientos anexos, al juez Llarena, vía traslado, informes y razonamientos que no dejan lugar dudas de que no aparecían evidencias de desvío de dinero público para financiar la logística de la votación y que, como es evidente, contradicen los informes de la Guardia Civil. Pero Llarena necesita, requiere y casi que exige que la versión buena y que prevalezca sea la de la Guardia Civil, sí o sí. Lo necesita como el aire que respira o se le desmonta la farsa. Recordemos que de todos los acusados, tanto por rebelión, sedición y malversación, no detalla en ningún momento Llarena cuáles eran las responsabilidades concretas de cada uno de ellos en cada uno de los delitos. Los expedientes semanales del ministerio están rubricados por la interventora General de la Generalitat, Rosa Vidal Planella; la Directora General de Presupuestos catalana, Anna Tarrach Coll; del director general de Política Financiera, Josep María Sánchez Pascual, entre otros. Unos informes bien claros y definitorios, expresados siempre con contundentes aseveraciones: los pagos “no contravienen el ordenamiento jurídico”; “no le consta (...) en ninguna de las fases contables que se destine al proceso refrendario”; “no se tiene conocimiento de ningún (...) gasto que, de modo directo o indirecto, se emplee para financiar la organización y/o celebración del proceso refrendario”; “no me consta (...) que se haya tramitado ninguna modificación presupuestaria”. Nada de todo esto le interesa al Llarena porque no busca justicia, sino ajusticiamiento de los procesados, que es bien distinto. ¿Y que puede haber en un estado de derecho más insano que un juez justiciero? ¿Procesará ahora Llarena a todos los interventores públicos que habrían violado la ley, ocultando la masiva malversación del Govern, si se aferra definitivamente a la versión de la Guardia Civil? Por extensión ¿procesará a Montoro? ¡Que siga la fiesta! Porque este, lejos de amilanarse ya ha declarado que le enviará los informes a Llarena con los “detalles pormenorizados” que llevaron a los interventores a concluir que no había habido malversación por el 1-O. Esto lo manifestó Montoro después del pasado Consejo de Ministros en el que, al parecer Rajoy, algo molesto con el ministro, le conminó a Montoro a ponerse a disposición del juez y facilitarle todo la información que le requiera Llarena, que está dispuesto a citar a Montoro a declarar si no le convencen los informes que le remita.
                                                                             
                                                                                 


Se empiezan a notar las vías de agua en el PP que preceden al hundimiento. Ya es el cuarto partido en intención de voto según una encuesta del El Periódico de Catalunya que, a pesar de su nombre tan rimbombante, es de marcada tendencia pro 155 y todos a la cárcel, independentistas se entiende https://www.elperiodico.com/es/politica/20180421/encuesta-elecciones-generales-espana-6774335 No es nada desdeñable el castigo que se está auto infringiendo Rajoy con su perenne inacción, esta vez en el caso Cifuentes, que crea una mal disimulada división en el partido, porque son muchos los partidarios de que Rajoy la haga dimitir, off the record, of course… no sea que salga alguien retratado como traidor a la versión oficial, un lujo que nadie se va a permitir a estas alturas, donde un próximo lugar en las listas peperas se paga a precio de bocado en la yugular. Hasta el periódico El País, valedor de la política de Rajoy en Catalunya, se le está poniendo en contra acusándolo de ser demasiado laxo con los independentistas, por ejemplo permitiéndoles que aprobaran en el Parlament la ley que permite el voto delegado de Puigdemont, sin hacer nada por impedirlo. Que se ve que, en el fondo,  escuece eso de que no pueda Rajoy aprobar los presupuestos y actualizar las subvenciones, que permiten sobrevivir a determinada prensa escrita, por ejemplo, que presenta números rojos en los últimos años y va cayendo en picado hacia la insostenibilidad.

Pues nada: si hay que luchar contra los dragones, lucharemos. Por algo celebramos hoy Sant Jordi; así que feliz Sant Jordi a todo el mundo, sobre todo a los que más me odien, con más cariño.
                                                                                   

A más ver                                                                                                                                                                                                                                                                      

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