Todos tenemos derecho, en algún momento de nuestras vidas, a
ser unos auténticos estúpidos; el mal es el de aquellos que abusan de semejante
privilegio, como esos sempiternos tergiversadores de la realidad, que se pasan
la vida pretendiendo que esta se amolde a ellos, si es necesario hasta por la
vía del decreto ley. Nunca explican la verdad de las cosas y ni siquiera
nosotros nos preguntamos el por qué no lo hacen. ¿Porque Rajoy, por ejemplo, no
sale en la tele, dejándose de tonterías de abducciones de masas por parte de la
corrupta burguesía catalana y chismes semejantes, y explica el verdadero por
qué más de dos millones de catalanes quieren la independencia? Ese sentimiento
nacionalista catalán, no lo va a apaciguar con represión, con cárcel, con
censura, a las bravas; y si se cree semejante barbaridad, solo vamos a tener un
recrudecimiento del conflicto, porque cada acción del estado en ese sentido
contra Catalunya, no hace sino que fortalecer ese sentimiento nación. Las
declaraciones como las de Maroto, pidiendo no se sabe muy bien a quien, que
tenga su peso en la historia este episodio catalán a modo de sentencias
ejemplares y ejemplarizantes, no es otra cosa que ponerle más gasolina al fuego
en unos momentos, justamente, en el que son más que cuestionados los
procedimientos del gobierno de Rajoy y del sistema judicial español en Europa
en relación a este caso. En el momento de escribir este post, los jueces
alemanes ni siquiera parecen tener claro la acusación de malversación de fondos
contra Puigdemont, por lo que han requerido más información a Llarena al
respecto, antes de pronunciarse sobre su posible extradición a España o su
puesta en libertad definitiva. ¿Y cómo puede haber malversación, si como hemos
dicho mil veces, desde el 15 de septiembre las arcas de la Generalitat están
intervenidas por Montoro y tanto este, como Rajoy en sede parlamentaria, han
afirmado que la Generalitat no pudo financiar el 1-O ni con los Fondos de
Liquidación Autonómicos (FLA)? La intervención de las cuentas de la comunidad, la
dispuso así el propio Montoro para controlar el déficit publico de la tesorería
de la Generalitat, caballo de Troya del ministro que hace cumplir a todas las
administraciones, excepto la pública, la
no autonómica, que recoge el mayor déficit de todas. Así que como no pagara
Montoro… los gastos derivados de la celebración del referéndum siempre se dijo,
por parte de los convocantes, que se sufragaron mediante aportaciones privadas
de la gente que, voluntariamente, aportaban lo que buenamente podían, como a
través de lo recaudado por la venta de camisetas, etc. Así que ya veremos cómo
se lo monta el Llarena para justificar lo que parece bastante difícil de
justificar: que se desviara dinero público para la organización del 1-O,
estando como estaba, y continúa estando, el control del gasto, en poder de
Moncloa, que ya ha dicho que, gasto para eso, no hubo. O hay alguien
extraordinariamente listo, o hay alguien supinamente estúpido que se cree que
los demás somos todos tontos. Buena verdad es que puedes engañar a muchos
durante mucho tiempo; pero nadie puede engañar a todo el mundo durante todo el
tiempo.
Sé que puede parecer que, últimamente, esto de Catalunya
constituya mi monotema preferido. En cierto modo lo es porque es, per se, un
momento político histórico de primer nivel y que se constituye, además, en el
problema político y social más importante de España en las últimas décadas.
Ojalá que, tras la primavera catalana, reverderezca la española, nos sacudamos
décadas, siglos de atraso socio cultural, subproducto a su vez de la nociva
influencia del lado oscuro y pérfido de lo cristiano, que desde siempre ha
vivido tan arraigado al estado y los estamentos de poder imponiendo el
amedrentamiento, la amenaza de un infierno, eterno nada menos, entre incalificables
sufrimientos, también eternos se sobreentiende, que calan en las almas débiles
y necesitadas de una creencia mística. No es en vano que se ha dicho tanto aquello
de la reserva espiritual de occidente,
como si tuviéramos el destino marcado en ser el último bastión de la
cristiandad, sin el cual, evidentemente, nuestro mundo occidental está
definitivamente perdido entre las tinieblas a las que nos conducen los rojos,
los ateos, los agnósticos y las lesbianas. Y Europa está igualmente perdida, si
Alemania no entrega a Puigdemont para juzgarlo por rebelión, malversación o
cualquier otra cosa que se le ofrezca a su señoría, porque así es como lo desea
la soberanía del pueblo español. Lo dicen ellos, los del partido podrido, esos
que contando solo con poco más que el 30% de los votos de todos los españoles,
sin embargo se erigen en la voz de los 47 millones y hablan de los españoles
como si todos les hubieran encomendado la tarea de hablar en nombre y
representación de todos, les hayan o no votado. O te asomas al bando de los
naranjitos y nadie puede competir con ellos en españolear. Y, para rematar la
faena que lleva a cabo, unas veces de forma casi artesanal y otras parece que
pasándole el estropajo de esparto, el Régimen del 78, ahí tienen a los socialistas,
capaces de ser hoy una cosa y mañana la contraria, con el mismo arte y gracejo
de un adolescente: que hay que ser rojo y republicano, seámoslo sin pudor, como
si hay que cambiar por motivos del guion de rojo descolorido a azul, o de
republicano a monárquico borbónico. Seámoslo también. ¿Qué más da? ¿Quién va a
notar la diferencia en un país como este? Da que casi hasta pena ver, por
ejemplo, al Miquel Iceta, recaudar votos de la derecha catalana más cristiana,
apostólica y romana, que si pudiera les iba a dar para el pelo a las abortistas
y los que gais que quieren llamar matrimonio a “eso” que hacen ellos y ellas. Y
es que una cosa es intentar ampliar la base social y otra, muy distinta, dar
cobijo antinatura en el PSC a quien, ideológicamente, no solo no comulga con
los mismos postulados ideológicos, sino que los combate con toda crudeza. La
socialdemocracia no solo ha terminado con las protestas reivindicativas de las
clases trabajadoras, sino que ahora, como en España el P$OE y PSC, se dedica a
demonizar las protestas ciudadanas, como en el caso de los CDR catalanes que
son movimientos asamblearios vecinales pacíficos, que se rigen por principios
democráticos de participación, de reunión y de toma de decisiones, instaurando,
esa socialdemocracia, una especie estado de excepción en el que, quien se
queja, es un antisocial, un antisistema o un potencial enemigo del estado que
quiere subvertir el orden establecido. Ahí está para corroborarlo el
incondicional apoyo socialista al 155 de Rajoy sobre Catalunya, que si Pedro
Sánchez tuviera un mínimo de vergüenza, un mínimo solo, dejaría de apoyar a
tenor de todo lo que estamos viendo que le está lloviendo a Rajoy y Llarena
desde Europa. Por no mentar que fue, precisamente, un socialista el que redactó
el artículo que establece lo que es propiamente una rebelión, y que este ha
reiterado, en infinidad de ocasiones, que no se cumplen las circunstancias para
poder mantener tal acusación ante la ausencia de violencia, en el caso que se
sigue contra los independentistas catalanes. Mantener, por tanto, el 155 es
mantener el golpe de estado al gobierno autónomo que sufre Catalunya desde
Moncloa, con el beneplácito socialista. Es mantener eso y amparar todas las
medidas represivas, la coacción continuada, los presos políticos en la cárcel y
no dar más salida al conflicto político, que la que provenga del juez. ¿O
alguien ha escuchado alguna iniciativa socialista para desencallar el entuerto,
por así decirlo? Aspiran al mismo sometimiento, la misma sumisión y el mismo
castigo que los más fachas y retrógrados del lugar. O, todo lo más, nos sale el
Pedrito, al cabo de los 6 meses, diciendo la boutade esa de que, quizá, no sé,
a lo mejor es que esto necesita una salida política y tal ¿que no, tronco?,
sorprendiendo a propios y extraños por su profunda agudeza, como es
natural.
Hablando de 6 meses, el próximo día 15 hay convocada una
manifestación en Barcelona por los Jordis, que cumplen 6 meses de secuestro
político, de detención sin causa que la justifique, 6 meses de venganza facha
por el ridículo del 1-O que hicieron algunos que cacareaban que no habría
referéndum, ni papeletas, ni urnas, ni nada… pues menos mal que no lo habría
¿verdad? Semejante afrenta deben pagarlo con sangre, sudor y lágrimas,
pensarán, por lo que siempre he tenido claro, desde el primer día, que los
detenidos y encarcelados eran unos rehenes políticos, que lo serían, además,
para pagar las consecuencias de los actos de los otros, los que no pueden
detener, tanto exiliados como manifestantes y protestones. Y en el colmo de la
podredumbre intelectiva, aún se creen, algunos, que eso es justo, de derecho
y/o legal: repercutir en otros los actos de uno. ¿Dónde se ha visto que todo un
ministro, como el de cultura, ese del Opus, Méndez de Vigo qu tuvo una hermana
jugando a los espias en el CNI para la Chuky, vaya amenazando con que los
Jordis, Junqueras y compañía, pagarían las consecuencias de lo que hicera y/o
dijera Puigdemont; o esa aberración intelectual del Felipe, el de la famosa X
de los GAL, puro y duro terrorista de estado reconvertido ahora en tótem de la
socialdemocracia aburguesada y mansa, de lo más mansa, pretendiendo
culpabilizar de lo que les pasa a los detenidos, a aquellos que no se dejan
encarcelar sin agotar todas las vías legales a su alcance? Los secuaces de esa
derecha intransigente, monolítica, carpetovetónica y atrasada en la historia,
pretendiendo dar lecciones de democracia después de llevar a este país a la
ruina, despojar a la ciudadanía de sus más elementales derechos y cercenar el
estado de derecho para implementar un estado de derechas, a gusto de las élites opresoras que, en modo alguno, quieren perderse la suculenta parte del pastel que
implica Catalunya en el reparto de sus beneficios.
A más ver
De nuevo darte la razón. Qué rabia que todo esté del revés y se alce la hipocresía eclipsando la verdad de lo que sucede, en Catalunya y en el resto del cortijo de estas marionetas de la " Divina Pastora " de los mercados. Mantenerse humanos nos cuesta la cárcel de la pobreza, el desempleo y la exclusión.
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