Un día, un suceso cualquiera, sin la aparente transcendencia
suficiente para provocar el estallido, provocará la explosión social. Estamos
constatando, más profusamente si cabe en los últimos tiempos, ese axioma que
defendemos algunos desde hace mucho tiempo de que, en España, la democracia no
ha llegado al mundo de la judicatura en toda su amplitud. O por decirlo de otro
modo: que hay jueces que viven al margen de la democracia y del sentido común y
aplican, como en el caso de La Manada, sentencias de una injusticia manifiesta,
patriarcal, machista y cuando no misógina. Todas las personas de bien de este
país deben sentirse agredidas y vejadas, sobre todo, como es natural, las
mujeres, por la sentencia que condena solo a 9 años a esos miserables violadores,
que van a estar en la calle en 4 días, como quien dice. El elenco de personajes
que componen esa “manada” es, desde luego, para no perdérselo: gentuza
condenada y con antecedentes por agresión, un militar, un Guardia Civil y toda
la chulería de la que son capaces estos canallas. Por cierto que, tanto el
militar como el Guardia Civil, seguirán cobrando el 75% de su sueldo, que les
pagamos todos incluido, por supuesto, un tal Ricardo González, que es el juez
que, encima, pidió la libre absolución de todos ellos apuntando, no obstante,
que el ladrón del móvil de la chica, el Guardia Civil, debía ser condenado por
hurto. ¿Qué estamos, de pitorreo, encima? Uno puede comprender la complejidad
de ser juez y de que, a veces, no es fácil emitir una sentencia que sea
comprendida por la opinión pública. En este caso la incomprensión de la
ciudadanía viene dada porque la sentencia exime a los condenados del delito de
intimidación, cuando es obvio, es perfectamente posible, comprensible y
natural, que 5 tíos que meten a una chica en un portal para violarla no
necesitan usar la navaja para intimidarla, porque tan solo el numero de
violadores representa per se un elemento claramente intimidatorio para una
chica a punto de ser violada. Como, y por esa misma ley, es comprensible y
natural que la chica cayera en estado de shock, de ahí que no opusiera la
resistencia que a los señores jueces les parece que debía oponer para
considerarlo violación. No entienden que no es no, y que todo lo que aconteció
a posteriori de ese no, es una violación sexual y no un abuso. Como siempre, no
es una cuestión que devenga de un código penal rebuscado, sino de la
interpretación que hacen de su articulado los señores jueces que, en este caso,
parece evidente que no han mesurado lo suficiente ni con el suficiente acierto,
la gravedad de los hechos. Da asco, y da miedo, vivir en un país con unos
jueces que pueden convertir a las victimas casi que en culpables de ser
víctimas, por no acogerse y hacer, en el momento de los hechos, lo que dicta
escrupulosamente el código penal, no sea que, después de asaltados, seamos
encima culpables del asalto por ir provocándolo, como ha interpretado en alguna
sentencia algún que otro juez, con respecto a chicas que son violadas, abusadas
y vejadas. Con esta pandilla de jueces retrógrados y machistas no podemos
presumir de vivir en un estado de derecho, cuando esos derechos son tan
claramente vulnerados mediante sentencias judiciales que no imparten justicia,
sino injusticia. Putos cobardes cabrones.
Decía al inicio de este post que, cualquier día, un hecho
puntual puede provocar un estallido social de magnitudes impredecibles. No me
acabo de creer del todo, llámame inocente, que la sociedad española siga
acumulando bilis por mor de las cosas que pasan últimamente y que son de
extrema gravedad, como si no pasara nunca nada, como si viviéramos en una
continua feria de las vanidades en la que todo nos resbala. Quienes pecan de
una inocencia superba, ya que estamos, son aquellos que esperan que ahora venga
C´$ o el P$OE y arreglen el cotarro, porque no hay más fieles defensores del
status quo que estos, junto al partido podrido, como es evidente; cuando lo que
España necesita, realmente, para salir del atolladero ético, moral e histórico
en el que se haya, es una enmienda a la totalidad, un reset profundo, o vamos a
seguir acumulando descrédito, desprestigio y vergüenza como país frente a la
comunidad internacional. Una comunidad, por cierto, que ha seguido el caso de
La Manada como recoge, por ejemplo, el Frankfurter Allgemeine Zeitung, que se
pregunta si esta sentencia es porque en España no ha desaparecido aun la
Macho-Kultur, que es como definen en Alemania al machismo. Así mismo se hacen
eco los principales diarios del mundo y televisiones como la BBC, que recalca
que, entre los acusados, hay un militar y un Guardia Civil, aludiendo
igualmente al machismo imperante aun en la sociedad española. Por todo esto y
por mucho más que no voy yo a venir a descubriros ahora, me pregunto hasta
cuando y/o cuanto seguirá aguantando la gente sin que un día no haya una
revuelta, o llámalo tumulto, o llámalo rebelión ciudadana, que no tendrá su
razón de ser en ese hecho puntual que aparentemente lo provoque, sino en todo
lo que la gente de este país acumula sobre si misma de injusticias, de
tomaduras de pelo catedralicias por parte del gobierno más corrupto de Europa,
que parece practicar su deporte favorito o moverse más a gusto cuando legisla
contra la ciudadanía que no a su favor. Si no había más dinero para las
pensiones, que obligaba al gobierno a poder subir las pensiones solo un 0,25%
“muy a su pesar” ¿por qué ahora si lo hay si se lo exige el PNV para aprobar
los presupuestos? ¿De dónde ha salido, de repente, el dinero que antes, hace
unos días, no había, según el gobierno? Dicho de otro modo: si se lo piden los
pensionistas, ni caso, ya pueden manifestarse y armar todo el escándalo que
quieran, que ni caso; pero si es el PNV el que chantajea al gobierno con no
apoyarle en los presupuestos, si no hay dinero se inventa, porque lo que
prevalece es aprobar unos presupuestos, no lo que necesiten, entre otras cosas
su propia dignidad, tal o cual colectivo. Otro invento, por cierto, va a
necesitar el gobierno para hacer frente al pago de las pensiones con la hucha
vacía. Y con esto, como con todo lo que cae en manos de esa ristra de chorizos
del PP que, a la hora del enriquecimiento personal de su personal; y del
personal de otros partidos adscrito al régimen del 78 que, como sabemos, fue un
invento para crear una democracia nunca del todo aplicada sino, como
últimamente, incluso, ignorada, nunca tiene bastante. El país hiede a cloaca. A
cloaca del estado a rebosar. Es mentira que todos los países tengan la
imperiosa necesidad de tener sus propias cloacas para ir más allá de lo que
dictan sus leyes, y que ir más allá sea imprescindible; aunque sepamos que
todos las tienen. Ese argumento forma parte del relato que pretende justificar
lo injustificable, como por ejemplo los GAL o más recientemente las andanzas y
tejemanejes de un funesto Fernández Díaz por el “misterio” del ministerio del
interior y sus fiscales “afinadores” de causas. No puedes justificar la defensa
de un estado de derecho violando los principios democráticos, las leyes y todo
lo que se te ocurra, por la preservación del supremo interés general, del que
tú no eres nadie, por otro lado, para establecer en qué consiste y hasta donde
abarca ese interés general.
En las próximas semanas la justicia europea a través del
tribunal que debe decidir sobre la extradición de Puigdemont, se pronunciará
sobre nuestro sistema judicial y el muy sui-generis juez del TS Llarena, que es
ese tipo que vive creyéndose que el resto de sistemas judiciales europeos deben
plegarse a sus exigencias porque, si no, estarán vulnerando la soberanía de un
poder independiente del estado español; aunque el sistema judicial español,
siguiendo esa línea argumental, vulnere la soberanía del resto de sistemas
judiciales europeos y/o mundiales que son, igualmente, poderes independientes
de sus respectivos estados, cada vez que se deniega una extradición por parte
de los tribunales españoles. Es de una incongruencia y de un disparate que tira
de espaldas, claro que tampoco se pueden esperar milagros de los creadores de
fabulaciones y fantasías.
A más ver
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