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miércoles, 25 de abril de 2018

INDOLENCIAS


                                                                                 

                                                                        




En la vida hay cosas que, a lo tonto, así como quien no quiere la cosa, “descuidadamente”, las vas haciendo y, un buen día, de repente, reparas en que, mira tú que cosas, las tienes hechas. A lo tonto, a veces te cargas las 8 horas de trabajo y, cuando te quieres dar cuenta, ya estás en casa y ha pasado otro día más, o bien coges la carretera y en un plis plas llegas donde querías sin apenas darte cuenta, o pones cuatro palillos y ya te queda menos para acabar la Torre Eiffel, si ese era tu propósito. Así, en el caso que nos ocupa, a lo tonto, el PP lleva desde su fundación como PP, sin pagar impuestos por los ingresos “extra contables” (en B) según los testimonio de sus propios gerentes, escaqueándose de sus obligaciones con Hacienda a la menor ocasión. Con ese mismo arte y espíritu, el PP gracias a las prerrogativas de sus resultados electorales y sus mayorías absolutas, ha ido copando sistemáticamente con gente afín por ideología o estipendios varios, las poltronas de la magistratura que, a la postre, le están sirviendo convenientemente en sus propósitos “extra legales”. Dile a lo tonto. No hay, ciertamente, por donde coger a este país que no esté salpicado de detritus e inmundicia corrupta y si algo, o alguien, pretende hacer prevalecer la verdad, la honestidad y la democracia, se considera enemigo del establishment y se le ataca por todos los frentes posibles. Tienen el dinero, tienen el poder, tienen los recursos, el control de las instituciones y el de los medios de comunicación; ¿y tú que tienes, piltrafilla? Ten en cuenta, además, que el partido en el gobierno, según algunos jueces advenedizos, está compuesto de pequeñas asociaciones criminales y que la praxis generalizada en el partido no difiere mucho ni poco de la mafiosa: testigos de cargo que son convenientemente inhabilitados con los correspondientes dictámenes médicos, o que mueren repentinamente de cualquier cosa, o son comprados sus silencios; o por ejemplo almacenes de pruebas contra el PP en los juzgados, que salen ardiendo sin dejar rastro de la menor prueba, tan selectiva como más que sospechosamente, etc. Pero no, esto no es, lamentablemente, ninguna película, sino la vida real, con sus cosas reales a las que les hacemos el caso que les hacemos, y así nos luce el pelo. El día que la ciudadanía española empiece a pensar por sí misma y cuestionarse lo oficial de las cosas, empezará su catarsis. Pero eso implica tanta incomodidad: adquirir consciencia de cuanto nos han quitado y que solo podemos recuperar en las calles…si los políticos no te representan y quieres formar parte de una fuerza que se constituya en un movimiento capaz de cambiar algo, asóciate, busca gente en tu barrio que te permita, a través de las asambleas vecinales por ejemplo, que se te oiga tu queja y tu propuesta, y poneos en marcha. Porque quejarse por quejarse, no vale, hay que proponer algo más o, como diría aquel: aquí ya se viene llorado de casa. ¿Por qué creéis, si no, que el gobierno ataca como ataca a la ANC, Ómnium Cultural y CDR de Catalunya? Si el ejemplo de esas asociaciones se contagiase al resto, ya no digo de España pero si de las principales capitales, serían ellos los que temblarían como ratas. De ahí que nos demonicen y nos criminalicen y quieran vender la imagen de terroristas que tanto les gusta; para que ni se os ocurra emularnos, salir a la calle, protestar y llevar la protesta hasta sus últimas consecuencias, porque salir una tarde para tirarse el paripé, pues como que tampoco. Hay que perseverar en la lucha, porque no es la lucha lo que nos dará la victoria sino la perseverancia en ella. Ahora mismo en Catalunya por lo que yo respiro, oigo, veo, leo, no es ya una cuestión de si independencia sí o independencia no: es una cuestión, en el fondo, ante y sobre todo, de dignidad personal y colectiva, como personas libres y como pueblo; es una cuestión de justicia, de libertad, de democracia y después, si finalmente no nos entendemos, es también sí, una cuestión de independencia que pasa por la instauración de una república. Queremos forzar las cosas, claro que sí. Internacionalizar la situación de la herrumbrosa democracia española, carcomida por la corrupción política, que sufre una incuestionable involución democrática que se traduce en la perdida de libertades públicas y privadas. Porque imaginemos por un momento que ningún político catalán se hubiera ido de España a exiliarse en Europa. Estarían todos en la cárcel, afrontando peticiones de más de 30 años de prisión, sin la menor garantía de tener un juicio justo y con todos sus derechos vulnerados como, aun y así de hecho, se les está negando el principal de todos ellos, que es su derecho a la libertad, toda vez que no hubo en momento ni modo alguno rebelión, ni sedición ni, por lo que se contradicen entre ellos, siquiera malversación. Ahora sale la abogacía del estado a darle una bombona de oxigeno a Llarena, dictando que si hubo dinero público para el 1-O, contradiciendo a su vez a Montoro. ¿Y qué pinta aquí la abogacía del estado? pues es nada más y nada menos que la institución que debe velar y defender los intereses de la Hacienda Pública, es el abogado defensor, digamos, de Hacienda. Y el gollum se encogerá sobre sí mismo como queriendo ser engullido por su poltrona, y callará. Llarena es el puto Rafa Nadal, el Iniesta de mi vida, el Capitán Trueno, la leche frita y, por consiguiente, lo que diga Llarena va a misa. Que se habrán creído esos…mientras suspiran los indepes porque les devuelvan a sus presos a cárceles catalanas, Llarena ya se relame con el no a todo. Al enemigo ni agua, eso tan antiguo. Porque Llarena ya ha dejado bien claro que él,  personalmente, ha sufrido y sufre por la causa independentista, por el hecho de que pueda haber gente que quiera la independencia, y es gente a la que hay que combatir, con todos los recursos de los que se disponga desde su sillón, procedan o no procedan. Por la unidad de la patria, lo que sea. Sea quien sea que finalmente se proponga para President, será independentista. Y ese es el problema de Llarena: que no quiere a nadie que recoja el testigo político de Puigdemont y actúe, políticamente, en beneficio de la independencia. La pregunta, por tanto, es, y visto los precedentes además es de lo más procedente: ¿aunque no tenga cuentas con la justicia la persona que se presente finalmente, Mascarell, Artadi, etc. consentirá Llarena su nombramiento, a pesar del perfil independentista del candidato-a? Digo Mascarell y Artadi porque parecen contar con el beneplácito de Moncloa; pero con Llarena en guerra contra el independentismo nunca se sabe. Lo que sí parece claro es que, legalmente, nada le obliga a Llarena a enviar a los presos a Catalunya, ni aun habiendo acabado, como ha acabado, la fase de instrucción del sumario, argumento que el mismo Llarena utilizó en un auto denegándole el traslado a Jordi Sánchez: que los necesitaba cerquita porque estaban en etapa de instrucción del sumario, y de ahí no te meneas. Pero hay que hacer daño. Hay que vengar el orgullo herido el 1-O a cualquier precio. Ese mayúsculo ridículo que hicieron asegurando por tierra, mar y aire que no habría papeletas, ni urnas, ni colegios, ni referéndum…y todo el planeta pudo ver lo que vio, convirtiéndonos en la vergüenza de Europa. Nada de todo cuanto han hecho desde el gobierno y las instituciones, desde los juzgados, comisarias, cuartelillos, despachos y puticlubs, nada ha servido para que avancemos ni un milímetro en la solución del conflicto. Los dos millones de independentistas no vamos a desaparecer, no nos vamos a volatizar ni nos vamos a reconvertir; al contrario: queremos que os suméis más por una república y por la libertad. Es lo que hay.
                                                                                   
 
A más ver

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