Vistas de página la semana pasada

lunes, 16 de abril de 2018

DÍAS GRISES




Cayó Granados, Ignacio Gonzales, la Esperancita, Cristina Cifuentes… ¿ahora, el siguiente soy yo? puede pensar Rajoy. Que la Cifuentes quiera que sea Rajoy quien decida sobre ella, significa que esta…caballera, está en negociaciones para mantener la boca callada; quiere algo a cambio de dimitir y, lo que quiere, seguro que no es una subscripción al ABC durante todo un año, con todos los regalos que el diario ofrezca a sus lectores: sartenes, relojes, adhesivos, paraguas, pins, pulseras, zapatos con la bandera española, etc. Con lo que debe saber esta mujer de los tejemanejes del PP, seguro que querrá otra cosa digamos con un poquito más de empaque, con contenido y continente, por los “servicios prestados” al partido, pasados y futuros con su silencio. Pero Rajoy puede tener pensado otro final para quien detesta tanto como detesta Rajoy a esta caballera, desde que la Presidenta madrileña se erigió en mosquetera contra la corrupción en su partido. Que la haga caer C´S y con su apoyo a la moción de censura por parte de los Albertitos, pase el gobierno autónomo a manos socialistas; con lo que también, a partir de ese momento, Rajoy se apuntará el tanto de poder reprocharle a C´S que votase junto a Podemos para darle el gobierno madrileño a la izquierda. Los hay en el PP que eso lo ven poco menos que una locura, perder Madrid, con lo que ello implica de simbolismo de gobierno capitalino, puede ser un suicidio electoral; pero se lo callan, porque si hay un partido en España que funciona como lo que sea menos con su debida democracia interna, ese es el PP, absolutamente jerarquizado en el que decide en última instancia siempre el mismo, que naturalmente y como mandan los cánones, fue elegido a dedo por su antecesor. Como les gusta eso a estos del PP, por aquello de no perder las tradiciones y dejar al pobre dedo en el paro, a cambio de unas elecciones en el partido que no interesan a nadie porque dividen al partido. Viene a ser, salvando las distancias pero no tantas, como el gran hermano de 1984.
                                                                            

Cuando lees o escuchas a personas adultas el relato que se ha creado desde la burbuja españolista sobre Catalunya, no puedes por menos que pensar en que padecen, repentinamente, todos, de una oportuna ignorancia o mala memoria, cuando menos sospechosa. Si hasta un lerdo como yo es capaz de meterse en internet, ir a paginas oficiales de los debidos estamentos y averiguar, sin muchos esfuerzos, que el Derecho Europeo se superpone a todas las legislaciones de los países miembros de la Unión Europea, incluida sus propias constituciones, debes preguntarte entonces a que se debe que el mundo judicial español no acepte tal cosa y pretenda dar batalla judicial por el caso Puigdemont con Alemania, no porque estos hayan actuado mal o descuidando su propia legislación, todo lo contrario como señalan desde Bruselas, sino porque los jueces y fiscales españoles no aceptan lo que ellos llaman “injerencias en su soberanía como poder del estado”. Una soberanía, según estos, que obliga a los demás países a respetar y acatar las decisiones y peticiones judiciales españolas, aunque estas entren en contradicción con la jurisprudencia de, como en este caso, Alemania, que debe ser flexible y ponerse una venda en los ojos haciendo oídos sordos también a todo lo que no sea entregar a Puigdemont bajo la acusación de rebelión, sí o sí. No fue ese respeto a la jurisprudencia suiza que exigen los togados españoles para sí, por ejemplo, lo que caracterizó a la española en el caso de la euro orden contra Hervé Falciani, emitida por los suizos y denegada por los españoles que, junto a americanos e ingleses, querían información de la famosa lista Falciani. Son hombres de leyes que, por lo visto, cuando y para lo que quieren, se olvidan lo que dicen las leyes. Bueno, pues allá ellos. Uno confía en esa Europa democrática que practica la separación de poderes y el respeto a las leyes, mucho más de lo que suelen hacerlo nuestros jueces habitualmente para determinados casos. Es cierto que España ahora mismo sufre de un autentico vacío de poder por incomparecencia del gobierno, que ha delegado la solución del conflicto catalán en los jueces, metido como está metido Rajoy en conflictos perennes con la corrupción en su partido, viendo como caen sus expectativas de voto, con los pensionistas, sus antiguos aliados, en pie de guerra, los presupuestos sin poder aprobarlos y todo un rosario de manifestaciones que se le vienen encima, y no de apoyo a su magnífica gestión, precisamente. Es cierto, es también triste y muy peligroso, porque como en el caso de Catalunya si quien tiene que ponerle solución es el sistema judicial, no podrá ponerle más solución que judicial a un problema político, que persistirá y continuará ahí después de las sentencias de los tribunales españoles,  que el TEDH de Estrasburgo tumbará en buena lógica. Pan para hoy y hambre para mañana, eso es lo que será la sentencia contra los independentistas en España porque y como digo, después de los múltiples desmanes en el proceso de instrucción por parte del salva patrias togado, cualquier tribunal que respete mínimamente el derecho, desestimaría la causa y la anularía. Hay que darle tiempo a las cosas, como a las personas, porque es el tiempo el juez más implacable que acaba poniendo generalmente a cada uno en su sitio. Y los podridos más tarde o más temprano ya no pueden ocultar a lo que huelen. Procurad espabilar un poco y ver a quien elegís, porque la represión puede continuar con una nariz de payaso, un libro, una obra de arte, una canción…todo eso continua vivito y coleando en nuestra, vuestra, su democracia. Horadan descaradamente nuestro sistema de libertades públicas y privadas, y aquí parece que el único y más malo de todos los demonios, es el que reside ahora en Alemania bajo custodia judicial, pidiendo dialogo e intermediación en el conflicto político.

Otra prueba del estado de involución que sufre España en estos momentos, es el juicio que se inicia hoy por aquella pelea en un bar de Alsasua, que ha servido para que vuelva a florecer un caso más que sospechoso de mala praxis judicial, denegando testimonios y pruebas a los acusados, alguno de los cuales por lo visto ni se encontraba en el citado bar donde, supuestamente, unos chicos golpearon a otros que posteriormente se identificaron como Guardias Civiles, estando fuera de servicio en el momento de los hechos. Por un cosa que normalmente no pasa de ser una de tantas peleas de bar, hay acusados de terrorismo a los que se les pide más de 50 años de prisión, entre ellos el que ni estaba presente durante el altercado. No pongo en cuestión lo difícil que debe resultar, a todos los niveles, ser un Guardia Civil destinado en el País Vasco, ni el grado de tensión que soportan. Aunque es obvio que eso va con el sueldo y que en estos momentos no hay el más mínimo vestigio de ETA, ni de movimientos ni asociaciones radicales que alteren la paz alcanzada en Euskal Herria. Dicen los expertos que todo esto es consecuencia de la reforma del Código Penal que llevaron a cabo PP y P$OE a raíz del atentado en Paris, que dejó el termino terrorismo de forma muy ambigua y dado a múltiples interpretaciones; lo hemos visto recientemente en el caso de la mujer de los CDR catalanes, Tamara, acusada de terrorismo por alentar e inducir al corte de carreteras y quema de neumáticos, y posteriormente puesta en libertad por el juez bajo la acusación de desordenes públicos. Parece, después de escuchar los testimonios de las madres de ambos bandos de Alsasua, que alguien haya querido aprovechar la ambigüedad como digo del término terrorismo, para intentar llevar a cabo una injusticia manifiesta. Seguiremos con atención el caso, aunque uno se teme que esos chicos ya están condenados de antemano, a tenor de todas las circunstancias ambientales que orbitan alrededor del proceso.
                                                                             

A más ver            

No hay comentarios:

Publicar un comentario