Hasta ahora mismo, hoy, el llamado Procés ha sobrevivido a
todos sus enemigos, hayan brotado de la misma Catalunya o les hayan mandado
venir para molernos a palos, llevar a la cárcel a nuestros representantes sin
más, pero no poco motivo, que el odio, y hayan reprimido y censurado la divergencia
política, tal como hacen. También, mal que les pesa a muchos y para alegría de
otros, el llamado Procés sobrevivirá al PP, un partido al que su propia
corrupción no hace más que crearle vías de agua, que lo van a llevar, más
pronto que tarde, al hundimiento, a la catástrofe; y es que ya, por no
respetar, no respetan nada ni a nadie que no sean sus íntimos allegados a las
ciénagas del poder, y hasta se han metido, han mentido y robado a los pensionistas
y lo que estos se han ganado, tan dignamente, después de toda una vida de
trabajo y sacrificios. Era, los votantes de la 3ª edad, su caladero natural de
votos; hasta ahora. Barrunto que en ese sentido va a haber un cambio, más
traducido en abstención que cambio real de voto. El clavo ardiendo al que se
van a aferrar los del PP es al españolear, en esa guerra abierta por la
supremacía del españolismo que mantiene con C´S, en perjuicio de poner un poco
de sentido común en el conflicto con Catalunya. Porque estos chorizos másteres
y cum laude del PP, no olvidemos en ningún momento que bajo la aquiescencia
socialista, siguen en su lucha sin cuartel con C´S a ver quién es el que la
tiene más grande: le jeta, la bandera o la capacidad de enfrentarnos unos con
otros por obtener unos votos, el de los más iracundos, llevando al extremo del
paroxismo al país, inventándose, contra los independentistas, falsas
acusaciones de un supuesto terrorismo, con la consiguiente banalización del
mismo, precisamente en una tierra donde se ha sufrido como en pocas la lacra de
los asesinos. No es que uno eche de menos, que añore melancólicamente el apoyo
de la izquierda española, ante este golpe de estado de la decadente derecha
franquista, al legítimo gobierno autónomo catalán. La echaría de menos si, en
algún momento, la hubiese sentido al lado, delante o detrás me da igual, de
aquellos que tan solo querían una urna para expresarse libremente, que ya ves
tú que crimen tan execrable ese, que cosa tan terrible, terrorífica y aterradora
del cagarse, eso de querer meter un papelito en una urna, solo al alcance,
parece ser, de los grandes asesinos, criminales y terroristas del orbe. El
pueblo catalán, más concretamente el pueblo catalán independentista, no puede
ni debe contar con esa izquierda española, excepción hecha de algunos sectores
podemitas que, por libre, se manifiestan, más en contra del gobierno de Rajoy,
que a favor de los independentistas, en un claro síntoma de cálculo, de miedo,
de espanto electoral, que dice poco o apenas nada de lo que deberían defender
con mucha más presencia y notoriedad de la que demuestran: la democracia
expresada en las urnas. Por echar de menos, sí que también se podría echar de
menos las voces de la intelectualidad, del mundo de la cultura, del arte, de la
educación, de la ciencia y la investigación, etc. de esos y esas personas
demócratas españoles, que no solo creen sino que practican una democracia
tolerante que no criminaliza al que piensa distinto, sino que lo ve como un
valor que dignifica nuestra llamada democracia porque, yo realmente no sé
cuantos y cuantas se han detenido a pensar que, democracia, precisamente,
implica respetar, no odiar, las ideologías ajenas y, tras el trasfondo del
conflicto entre España y Catalunya lo que hay, lo que yo percibo desde aquí de
algunos sectores del españolismo más intransigente, es odio, mucho odio, un
odio que ciega y deja sordos a los del “ A por ellos”, a los que creen y
defienden que los Puigdemont y cía. deberían pasarse 30 años en prisión, a pesar
de que solo sean unos cuantos los que crean en esa hipotética rebelión
violenta, que tiene aterrorizada Catalunya y, me imagino, dentro de poco al
resto del estado español. Los que debieran ser capaces de liderar una protesta
en defensa de la democracia, los apalancaditos de Ferraz, los sociolistos, esos
que deberían enfrentarse a este gobierno ladrón, mentiroso y antidemocrático,
no lo hacen, ni lo harán, no temáis, porque forman parte del mismo cuento, del
mismo embuste y timo de democracia tutelada por los de siempre en este país,
que no se deshace de su herencia franquista ni de rebote; sino que antes al
contrario: sigue medrando esa derecha casposa en las más altas esferas del
poder, para imponer su doctrina por las buenas o, mejor aún, por las malas, que
les mola más. Es la estafa, el fraude, el engaño del llamado Régimen del 78
que, como la carcoma, ha ido royendo por dentro las entrañas del país dejándolo
hueco interiormente, inanimado, sin alma, sin capacidad de reacción. Es
radicalmente mentira que aquí no se persiga a la gente por su ideología
política. No hay más que mirar la lista, que ya supera el millar de personas,
de gentes encausadas por una u otra causa; pero todas con el mismo denominador
común: defender el derecho a un referéndum y al independentismo catalán. ¿Y que
el señor ministro de justicia se siente ofendido por los lacitos amarillos?:
pues que se joda. El y sus compinches de mangoneo han ofendido y ofenden a
mucha gente cada día, a cada minuto, con sus embustes y sus corruptelas, con
sus muestras de ese odio insano hacia los independentistas que les ofenden
porque se ponen un lacito amarillo en señal de denuncia, por los presos
políticos que mantiene en prisión su querido juez y cómplice de atropellos, el
tal Llarena. Por cierto, este próximo fin de semana los CDR catalanes van a
llevar a cabo otra acción de lo más terrible y terrorífica, porque parece ser
que han maquinado para violentar la paz social y, es evidente, las fuerzas de
seguridad del estado deberían tomar cartas en el asunto y proceder a la detención
de esos temibles sanguinarios que, como digo este mismo fin de semana, van a
llevar a cabo una acción con el más que evidente propósito de subvertir el
orden constitucional e instaurar en Catalunya una república tiránica y
dictatorial: ¡van a organizar y ejecutar, nada más y nada menos, que una
chocolatada vecinal! ¡Quieto todo el mundo! ¡Se sienten, coño!
Aznar, con su fétido gobierno, cometió torpezas
catedralicias involucrando a España en una guerra tan ilegal como injusta (¿qué
guerra lo es?) primero, y después y sobre todo con la inmunda manipulación que
pretendió hacer tras los atentados del 11-M. Rajoy no solo ha confirmado el
desastre de su gestión provocando una crisis territorial con Catalunya a la que
no se le ve remedio ni a corto ni medio plazo, corriendo además el más que
serio peligro de perder la batalla de la opinión supranacional por el
disparatado relato que presenta, sino que vive intentando convencer de que
combate la corrupción en su partido, pero es absolutamente incapaz de tomar la
iniciativa en el caso Cifuentes, a pesar de todas las evidencias de fraudes y
mentiras que presenta el caso, limitándose a expresar su deseo de que todo se
resuelva con celeridad. ¿Pero quién tiene que resolverlo, andoba, sino tu mismo
y a la voz de ya? Quizá la dilación venga motivada por la peregrina esperanza
de que la fiscalía les eche una mano, otra vez, resolviéndole al pinocho ese
otro nuevo conflicto político, por ejemplo, no encontrando indicios para
investigar/imputar a la Cifuentes. Anoche en la cadena de los piadosos obispos
cristianos, debatían sobre el tema y lo presentaban como el “clásico caso de la
necesidad que tienen algunas universidades de incorporar a sus cursos a gente
de renombre que atraiga clientes”. Flaco favor le han hecho en este caso a esa generación
de estudiantes que debían haber sido compañeros y compañeras de la ya
finiquitada presidenta madrileña, siendo más bien una rémora el día de mañana,
haber compartido universidad y curso con semejante fraude de masterizada
politicucha.
Y sigo, que tengo unas ganas de escribir infinitas últimamente.
A más ver
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